3: Cómo sobrevivir a su extrañeza.

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Sentados en silencio, cada uno estaba metido en sus asuntos, Sehun ésta vez estudiando física y Luhan leyendo un nuevo manga shoujo.

Todo sería normal, como una tarde común y corriente, de no ser por un detalle que estaba incomodando al mayor.

— ¿Por qué traes contigo ese cactus?

Luhan levantó la mirada una vez la pregunta salió de la boca del pelinegro, pasándola de él hacia el cactus que yacía en su pequeño masetero al centro de la mesa.

—Es la mascota de nuestro salón y debo llevármelo a casa hoy.

Sehun rodó los ojos.

— ¿Cuántos años tienen acaso? ¿Trece?

—Lo siento, hombre de la prehistoria. —habló con sarcasmo, volviendo a su manga.

Sehun lo fulminó con la mirada y cerró su libro, apilando todos los que había usado con anterioridad y parándose de la mesa, ganándose nuevamente la atención del menor.

— ¿Ya te vas, senpai?

—Sí.

— ¿Irás a recoger bellotas?

Sehun mantuvo su expresión en blanco, de alguna manera anticipando esa clase de preguntas extrañas.

—Sí, Luhan, iré a recoger bellotas.

El castaño sonrió una última vez en su dirección para enseguida volver a retomar su lectura, prácticamente ignorado la existencia del aturdido muchacho de último año.

¿Por qué le estaba resultando tan normal todo eso? ¿Por qué seguía sin irritarle Luhan? Con más razón debía alejarse de él antes de que terminara volviéndose loco por tantas preguntas rondando por su cabeza.

Tomar la decisión de dejar solo al menor por ir a una aburrida cita con una chica linda que se le confesó la tarde anterior no fue fácil, ya que era bastante tarde y quien sabe hasta qué hora se quedaría en la biblioteca siendo que el sol ya mostraba sus rayos naranjas y poco a poco iba desapareciendo por el horizonte.

Sin embargo, al darse cuenta de que estaba preocupándose por Luhan le hizo enfadar, porque él jamás se preocupaba por nadie y el chico raro no sería la excepción.

Antes de abandonar la casi vacía biblioteca se dio la vuelta, sin querer sonriendo cuando observó cómo el menor acercó su mano al cactus y lloriqueó en voz baja al pincharse.




☁☁☁



Decir que fue la mejor cita de su vida sería la mentira más descarada del año.

Agradeció a todos los dioses existentes que, mientras escuchaba a la incesante chica hablar sobre sí misma, una pequeña carita de ciervo pasara por el otro lado del ventanal de la cafetería, creando la excusa perfecta para huir de allí y no volver a dirigirle la palabra ella nunca más en su vida.

—No me interesas, eres aburrida y, bueno, espero sigas alimentándote sano.

Bien, él no tenía su fama por adornar la verdad de la manera más bonita con tal de no herir los sentimientos de los demás.

Salió de la cafetería con su misma cara de siempre y alcanzó al animado castaño que le hacía mimos a un perro negro que parecía callejero.

— ¿No deberías estar en casa ya? Es muy tarde.

—Habla el que aún no es mayor de edad.

—Bueno, al menos no paso desapercibido como niño de primaria.

—Sí, si, como digas, senpai.

Siguieron caminando por las transitadas calles, Luhan hablándole al perro y Sehun mirándolo con aburrimiento.

— ¿Por qué te sigue ese perro?

—Es Manteca, mi mascota —soltó con alegría, ganándose un frenético meneo de cola del animal—, suele salir de casa y encontrarme en el camino cuando demoro en llegar.

Sehun frunció el ceño.

— ¿Y tus padres lo dejan salir así como así?

Luhan volteó la cabeza hacia Sehun, ladeándola en señal de confusión.

—Pero si prácticamente vivo solo.

—Estoy hablando en serio, niño.

—Mis padres están en China y me dejaron aquí porque soy muy parlanchín. —dijo como si nada, expresando nada más que sinceridad en sus ojos de ciervo.

Frenó en seco, sus ojos abiertos de par en par, observando al tranquilo castaño que se detuvo también y se dio la vuelta para ver qué le pasaba.

— ¿Cómo que vives solo? ¿Cuántos años tienes acaso?

—Quince, ¿Por?

¿Es que no lo entendía? No era normal que a su edad viviese solo. ¡Ni siquiera él con diecisiete años podía sobrevivir un día sin su madre porque moriría de hambre o ahogado dentro de la lavadora!

Suspiró pesado y reanudó su paso con el castaño, dándole miraditas de reojo como si tuviese al mismísimo E.T. junto a él.

—Dios, te juro que no eres normal.

—Eso suelen decirme mis padres cuando los llamo por teléfono. —rió, ganándose alegres ladridos de Manteca.





Este cap es el más sin sentido que he escrito en mi vida ;_;

¡Gracias por leer! 💖

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Cómo sobrevivir a Luhan y no morir en el intento » hunhan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora