♡Capitulo 2

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    Aitana se perdió momentáneamente en sus pensamientos y si no hubiera sido por el comentario tan entrometido de Justin hubiera seguido así.

—¿Sabes? Nunca me has dicho que te guste alguien. Estoy incluso empezando a creer que eres asexual. —Aitana rodó los ojos por milésima vez en el día, sabía perfectamente a donde quería llegar y no pudo evitar considerarlo una tontería.

—No soy asexual. — Repuso sin más.

—¿Acaso te traes algo con alguien que no me hayas dicho?— Pero al ver que no decía nada, continuó. — ¿Ahora me vas a salir con esa mierda de que tú no crees en el amor y que todos los hombres son unos idiotas, Aitana? — Lo ignoró momentáneamente mientras que pensaba en lo bonito que sonaba su nombre cuando venía de él.

—No es eso y lo sabes. Solo estoy esperando a el indicado.

—Es lo más tonto que alguna vez he oído. ¡Se trata de dejarse llevar, maldita sea!

—Perdón por no ser un maldito Playboy como tú. —Aitana soltó con más veneno del que tenía pensado sacar. Pero es que detestaba como siempre la presionara a que tuviera algo pero nunca se ofrecía él.

—Solo te digo que te morirás esperando a que llegue el indicado.

—Quieres decir que si ahorita entra alguien con las hormonas hasta el cielo y me dice que nos liemos, ¿se supone que me deje llevar y le diga que si?

—¡Caray, si!

—Mejor, si el siguiente chico que entre por esa puerta esta decente yo misma lo invitó a salir. —Justin soltó una carcajada, sabía que Aitana nunca haría algo así. En cambio, ella estaba completamente dispuesta, no tenía pensado quedarse sentada mientras que Justin le recordaba lo poco que ha experimentado por lo mismo que no hacía más que esperar a que él se diera cuenta de que ella quería ser muchísimo más que sólo su jodida amiga.

     Siguieron hablando de lo mismo hasta él ver la cara de fastidio de la castaña. Para la buena suerte de ambos, no volvió a entrar nadie a la cafetería en el tiempo que estuvieron ahí más que una pareja de ancianos y varias muchachas, de su edad, pero muchachas. Justin después de pensarlo un rato se había dado cuenta que no le agradaba mucho la idea de Aitana saliendo con un desconocido por lo que decidió guardar silencio y terminar de molestarla con eso. Ya habían terminado sus bebidas y panecillos cuando el celular de Justin comenzó a soñar y contestó al segundo. Aitana no necesitó de mucho para saber con quien estaba hablando. Danika.

—¿Ya?... ¿A qué hora?... Si hay tiempo... Va... Ahorita llego... Igual, adiós.

     Desgraciada roba hombres, Aitana pensó.

—Ya es hora de irme. Te llevo rápido a tu casa y me voy.

     Recogieron un poco la mesa y antes de salir, Justin volvió a colocar su chaqueta sobre los hombros de Aitana y de paso también su brazo. Salieron de la cafetería ahora a la fría y casi oscura noche, esto definitivamente era lo que menos apreciaban del horario de invierno. Las calles se veían muy iluminadas de toda formas y eso era por la gran cantidad de luz mercurial que había en la zona. Caminaron simplemente una cuadra y llegaron a la casa de Aitana.

—Sana y salva. Y sin congelar. —Dijo Justin con una encantadora sonrisa que fácilmente podría subirle 30 grados a cualquiera.

—Gracias, Justin. ¿Te veo mañana?

—Hasta la pregunta ofende. —Aitana soltó una leve risa que fue más como un bufido al mismo tiempo que le devolvía su chaqueta.

—Esta bien, cuídate. No te metas donde no debes. —Literalmente, Aitana pensó en que se mantuviera el pene dentro de los pantalones y Justin carcajeó, tal vez cayendo en cuenta.

—Tu mismo me dijiste Playboy. —Acompañando su comentario con un guiño, se dio la vuelta y se fue, dejando a Aitana en el porche de su casa con unas náuseas tremendas. Maldito idiota, pensó.

     Acomodó la mochila sobre su hombro izquierdo y antes de siquiera tener la oportunidad de poner un pie dentro de casa sintió como el celular comenzaba a vibrar dentro del bolsillo trasero de su pantalón, contestó al instante al ver el nombre de su mejor amiga en la pantalla.

—¿Aló?

—Amiga, ¿dónde estás? —Contestaron del otro lado.

Estoy entrando a mi casa, ¿todo bien?

—¿Crees que puedas venir? La verdad es que no me siento muy bien.

—Claro, llego en 15.

     Sin decir nada más, colgó la llamada y soltó un largo suspiro que no sabía que estaba guardando para después entrar en casa. Si tenía pensado volver a salir debería de tomar una chaqueta. Aprovechó para dejar su mochila en su cuarto y luego tomó la primer chaqueta que sus dedos tocaron. Para su buena suerte sus padres no estaban, por lo que no le evitarían salir de nuevo. Tomó su cartera, el celular y las llaves y salió con destino a casa de Caroline, su mejor amiga desde ya hacía varios años.

Love Me [j.b.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora