❝Del origen latín; extremadamente delicado, algo fuera de este mundo, celestial. Etéreo es volátil, espiritual, que no se ve, es ligero y se desvanece❞
El error de Klaus fue enamorarse de aquel ángel de la muerte etéreo que, de un momento a otro, em...
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Un bebé milagro.
La noche era fría.
El aire helado golpeaba su cabello.
Y se detuvo a pensar si aquel clima sabía lo que se daría dentro de la gran estructura frente a ella.
Acomodó el collar que descansaba en su cuello, girando la gema blanca de forma redonda redondo, provocando que este se tornará de un negro oscuro. Y ahí estaba, lista para hacer su trabajo.
Dejó salir un suspiro asintiendo en dirección a la gran iglesia que se cernía con una impotente altura delante de ella. Las iglesias jamas habían sido de su agrado por sus estructuras tan vanagloriosas hechas por los humanos, llenas de objetos que hacían referencia a un Dios que no les hacia hincapié a sus plegarias.
A veces las creencias hacían que el sentido común distará de la verdad.
Realmente no le gustaban, de hecho, las iglesias eran de las pocas cosas en toda la tierra que lograban desagradarle y eso ya era un algo sorprendente tanto para ella como para cualquier Grim-reaper que estuviera en el mismo nivel jerárquico.
Bajó la mirada un segundo, observando sus ropas completamente negras hasta llegar a las botas del mismo color que relucían de limpias. Se paso una mano por el cabello que estaba pulcramente acomodado a cada lado de sus hombros en un acto de pura costumbre, antes de alzar el brazo derecho dejando expuesta un poco de su blanquecina y pálida piel, donde unos pequeños número empezaron a dibujarse por sí solos, marcando trazos negros delicados, como un tatuaje.
05.00.
Los números que definían el final de cualquier alma. Nadie podía detener el tiempo cuando empezaba a ir en cuenta regresiva.
Emprendió camino hacia las puertas de la iglesia cuando los números en su piel empezaron a ir en cuenta regresiva, atravesándolas sin la necesidad de abrirlas y topándose de frente con una escena demasiado fuerte para ojos humanos. Se quedó quieta mientras sus ojos recorrían cada rincón del lugar, analizando la situación por un momento. Al final del gran salón principal de la iglesia, justamente en el podio, estaba una chica quien era sostenida por otras tres. Todas gritaban al mismo tiempo junto al hombre que estaba retenido contra la pared contraria a ellas, algunas cosas estaban tiradas en el suelo, un poco de sangre igualmente y rastros de pelea por donde sus ojos vieran.
