3; alma fragmentada.

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alma fragmentada

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alma fragmentada.



Llevaba en esa vida más de mil años, más de diez siglos enteros donde los días pasaban de manera involuntaria en tan solo un parpadeo, minutos, horas, días, meses, años, siglos. Todos siguiendo su curso sin detenerse un momento. Incluso ella, quien se dejaba arrastrar por las manos del tiempo como una ligera pluma flotando en el aire. Sin detenerse para ella ni un solo segundo.


En esos más de mil años el transcurso de la vida no se había detenido para ella ni un solo segundo.


¿Que era un día o un año comparado con toda la eternidad? ¿Qué era un segundo o un minuto más comparado con toda la eternidad? Nada.


Entonces, si no eran nada ¿por qué esos dos días se habían vuelto tan eternamente lentos y sofocantes como jamás lo habían sido?


Cada pequeño segundo parecía ser miles de horas y cada hora parecían ser siglos enteros. Pero eso no era lo único extraño, si no que estaba ese malestar y opresión en todo su cuerpo que la invadía todo el día, eso que no la dejaba en paz y le impedía hacer su trabajo como podía.


Todo había empezado desde dos días atrás, cuando paro el hechizo de Freya Mikaelson, ese malestar se había instalado en su pecho cuando las palabras habían dejado de flotar en el aire, tan horrible y difícil de describir.


Dio un paso al frente, estirando los brazos para alcanzar el inicio de la mesa y poder recargarse en ella. Sus piernas temblaban, sus brazos también, por lo que se le dificultaba mantenerse de pie sin estar completamente recargada en algo. Sus ojos picaban de esa manera tan extraña que hacía nublar su vista y cada respiración provocaba un inmenso pinchazo en sus pulmones, la molestia seguía, palpitante e insistente, oprimiendo cada extremidad de su cuerpo y sacándole pequeños gemidos de la boca.


No lo entendía. No lo entendía.


El sonido del cantavientos de la puerta hizo que alzara la mirada hasta esta, observando cómo se abría lentamente.


—Bien, estoy harto –la voz de su subordinado se coló en sus idos, trayéndole una molestia instantánea–. Es hora de hablar, mujer, ya te di tu tiempo así que no me ignores-... –Henry se detuvo abruptamente con el pomo de la puerta en la mano cuando sus ojos se encontraron–... más.


Abrió la boca para responder, pero las palabras murieron en esta cuando sus brazos temblaron y terminaron por ceder ante el peso, haciéndola caer de golpe al suelo. Cerró los ojos cuando una oleada de pinchazos apuñalo todo su cuerpo y soltó un pequeño jadeo.

Etéreo ➳The Originals.Onde histórias criam vida. Descubra agora