6; ángel sin nombre.

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ángel sin nombre

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ángel sin nombre.


Terminó de abrocharse las botas antes de soltar un suspiro y erguirse completamente, acomodándose la chaqueta que amoldaba la parte superior de su cuerpo como si fuera parte de ella.


Muerte había sido claro con respecto al hecho de que si estaba vinculada a un Mikaelson, lo único que debía hacer para dejar de sentir aquel dolor tan desgarrador era ir con uno de ellos, no pensó que fuera así de fácil. Era realmente bueno regresar a la normalidad después de todo el caos que había pasado y si desde un principio le hubieran mencionado que tenía que estar junto a un original, no se habría negado en ir con el más cercano o incluso llevar el santuario a un mismo plato para que no los afectara, justo como ahora. A pesar de eso, sabía que realmente las cosas no iban a ser fáciles, no tratándose del original con el que había ido y de aquel pequeño asunto que era mejor mantener para sí.


Caminó por el lugar con pasos ágiles y silenciosos, deteniéndose un momento para acomodar un cuadro fuera de lugar en la pared y se aseguró que todo estuviera en orden conforme avanzaba por el pasillo que llevaba a su cocina. El lugar le dio la bienvenida en completo silencio e inhalo con fuerza el olor de hierbas y té que llenaron sus fosas nasales. Se apresuró hacia adelante, donde justo en medio de la habitación estaba la mesa de té y acomodo las sillas que estaban fuera de su lugar.


Sus ojos instintivamente fueron a dar al pequeño buzón en la isla pegada a la pared delante de ella, percatándose que la rendija estaba hacia arriba. Caminó la corta distancia hasta estar frente a la caja negra metálica y estiró la mano para abrir tapa con cuidado, no queriendo que se hiciera un desastre y esperado encontrar las ya comunes pilas de cartas que generalmente tenía al inicio del día y que sin embargo, no estaban.


O por lo menos no las que ella hubiera esperado.


—Dios del cielo, estaba preocupado por ti.


La inconfundible voz de Henry se coló por sus oídos al mismo tiempo que el sonido de la puerta cuando fue cerrada con fuerza. No le respondió ni se dignó en mirarlo, simplemente seguía mirando el buzón con el ceño fruncido.


—Uhm, hola –Henry volvió a hablar cuando no obtuvo respuesta, deteniéndose a su lado y mirando en la misma dirección antes de volver a enfocarse en ella–. Jefe, te estoy hablando –el pánico en su voz fue evidente cuando lo peor paso por su cabeza–. ¿Estás bien? Oh, Jesús. Jefe, dime que lo estas. ¿Te duele algo?


— ¿Por qué... –comenzó con voz ronca, señalando el buzón–, por qué no hay cartas?

Etéreo ➳The Originals.Where stories live. Discover now