1; lo que las voces dicen.

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lo que las voces dicen.



Se detuvo de un momento a otro.


Su mirada se alzó de la taza que llevaba en las manos cuando un suave tintineo armonioso se extendió por toda la habitación conforme la puerta se abría lentamente, dejando entrar una fría corriente de aire al lugar.


—Umh, hola –un hombre delgado salió detrás de la madera, cabello café, ojos verdes y piel blanquecina.


No respondió al instante, solo se limitó a observar a la figura que daba dos vacilantes pasos hacia delante, cerrando la puerta detrás de sí. Vestía una camisa blanca debajo de una chaqueta azul marino, pantalones de vestir negro, zapatos del mismo color y en la mano derecha llevaba una bolsa de papel, el hombre tenía una mirada incomoda que intentaba lucir amable, como si estuviera en un lugar desconocido tratando de entender discretamente que estaba pasando. Fue después de unos segundos, cuando el hombre sonrió demostrando su desconcierto, que parpadeo ladeando la cabeza, dejando la taza en la barra más cercana a ella.


—Por favor, siéntate –dijo con voz amena, señalando la silla de la mesa en medio del lugar mientras iba en dirección a la pequeña estufa y tomaba la tetera que descansaba a un lado de esta.


Él asintió arrastrándose con pasos torpes a donde señaló. — ¿Por qué estoy aquí? –el preguntó al sentarse. La bolsa descansando en su regazo.


La Grim-reaper tomó algunas hierbas para meterlas en la tetera junto a un poco de agua, depositándola poco después en la hornilla encendida de la estufa.


La misma pregunta de siempre, pensó. Las almas después de haber sido transportadas al santuario se volvían demasiado curiosas, haciendo preguntas y preguntas, intentando saciar su curiosidad y desconcierto. Cada día que se ponía los zapatos y ropa, cuando el reloj llegaba a su fin y las letras en tinta negra brillaban en sus cartas, un alma cruzaba el umbral de la puerta moviendo ligeramente el cantavientos que provoca un suave y armonioso tintineo que le hacía saber que estar ahí, mientras ella esperaba pacientemente a que se sentara en la mesa siguiéndola por atrás.


Ese día era diferente. No había ninguna tarjeta.


Etéreo ➳The Originals.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum