087 - R U B É N

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No quería verla. No quería seguir perteneciendo a este juego de mierda que lo único que nos provocaba era más daño el uno al otro. Probablemente estar con ella ese poco rato que estuve fuera sido el mejor de toda mi vida, al igual que todos los buenos momentos que había vivido con ella. Aunque habían mas malos que buenos.

Mi vida nunca fue fácil.

Y jamás lo será.

Estaba claro que lo único que provocaba era daño. Como un puto tornado, que arrasa y destruye todo a su alrededor. Jamás he echo feliz a alguien. Era un maldito estorbo en la vida de todos y por fin me había dado cuenta para poder acabar con todo.

Todos los días me preguntaba el por qué aun seguía aquí. El por qué no me pegaba un tiro en la cabeza y ya está.

Pero luego se me venía la imagen de ella.

Samantha.

Mi pequeño ángel.

Que desde pequeñitos sabía que podía salvarme, con tan sólo mostrarme una de sus sonrisas, de cualquier cosa.

Nunca la tendría que haber metido en mi vida de nuevo. A mi me daba igual lo que me pasara, llevo toda mi vida pasándolo mal. Pero, ¿ella? ¿Por qué tuve que ser tan egoísta? ¿Por qué no me quedé callado y no cambiar las cosas?

Nada de esto habría pasado, de eso  estaba seguro.

Aunque una cosa estaba clara que no iba a cambiar.

Y eso era mi vida.

Seguiría siendo la misma vida de mierda que me había tocado llevar desde siempre.

Quería dejar de huir de todos los sitios.

Quería desaparecer para siempre.

Nunca jamás volver.

Tan solo tenía que apretar el puto gatillo. ¿Por qué temblaba tanto? ¿Por qué no era capaz de hacerlo?

"No lo hagas"

Apreté mis labios con mis dientes, haciéndome daño. Estaba sangrando. Pero no dolía. Sentía las lágrimas saladas que caían de mis ojos como si de dos cascadas se tratasen. Agarré la pistola con mi mano izquierda mas fuerte sobre mi mandíbula. Cerré los ojos fuerte. Tan fuerte como pude.

Respiré hondo.

Conté mentalmente hasta tres.

1...
2...
Cuando sea tres mi vida, mi dolor, todo se habrá esfumado y por fin podré ser libre.
3...

—¡Rubén, no!

Grité. ¡No podía hacerlo! ¡Joder!

—No lo hagas. Por favor. —no quería mirarla.

Aún mantenía la pistola debajo de mi mandíbula. Las lágrimas seguían saliendo. El labio continuaba sangrando.

—Déjame ir. —dije casi en un susurro.

No podía ni si quiera hablar.

Me estaba ahogando por dentro. Quería acabar. No podía más con este dolor que sentía.

—No puedo dejar que hagas esto.

Lentamente escuchaba sus pasos hacia mi. Me tiré de rodillas al suelo. Ella se sobresaltó. Mi respiración cada vez era mas rápida, al igual que los latidos de mi corazón.

—No tienes derecho a elegir.

—¿Qué pasa conmigo? ¿Piensas dejarme sola? ¡Eres un egoísta!

—Lo fui al no dejarte ir desde el primer minuto en el que te conocí.

—No puedes hacer esto. —repitió.

La miré directa a los ojos. Por primera vez desde que entró. Su cuello estaba lleno de moratones, sus muñecas vendadas. Llevaba aquel vestido rojo que tanto me gustaba y que tantas veces había deseado arrancárselo. Lloraba. Sus ojeras eran bastante notables. Podía notar como tenía el pelo mas corto. Estaba mas delgada.

—¿Qué pasa con nosotros?

—¿Hay un nosotros?

—Siempre lo ha habido. Desde pequeños y tú siempre lo supiste. Desde el primer momento en que me conociste. —bajé un poco la pistola, alejándola de mi. Pero mi dedo aún seguía en el gatillo, a punto de ser presionado. Ella se arrodilló hasta mi. Me alejé un poco. No quería tenerla tan cerca de mi. —¿Ves esto? —sacó un colgante del bolsillo del vestido. —Nos representa. Nos une. A ti y a mi. ¿Te acuerdas cuando te lo regalé? —asentí sin dejar de mirar el colgante. Pensaba que lo había perdido. Ella se restregó sus manos por la mejilla, quitando las lágrimas que no paraban de salir. —Te prometí que siempre estaríamos juntos. ¿Te acuerdas? —asentí repetidamente. Volví a morderme el labio para evitar llorar, pero era inútil. —Siempre habrá un nosotros.

—No puedo hacerte mas daño... Yo...

—Los enfrentaremos juntos. Como siempre hemos echo. Juntos. Porque sabes perfectamente que tu y yo no funcionamos si no estamos juntos.

Lentamente se fue acercando a mi. Su mirada estaba fija en mis ojos, al igual que la mía en los suyos. Noté el tacto de su mano sobre mi piel. Estaba fría. Apretó con la mano la pistola. No apartaba su mirada de la mía. Sentía como la pistola se resbalaba de mi mano. Ya no la tenía sujeta, ahora ella era la que la tenía. La tiró lejos de mi.

—Ya está. —se abalanzó a mi para abrazarme fuerte. —Jamás te abandonaré. ¿Me oyes? Jamás.

*Holaaaa babies. Se que estaréis un poco confusas. WTF está pasando. No os alarmeis. En el próximo capitulo se explica casi todo. OS adoroooo. Gracias por el apoyo, de verdad. ♥

Posesivo » elrubius | COMPLETA | EDITANDOWhere stories live. Discover now