Me desperté en una habitación que me resultaba familiar, pero no era mi habitación, pensaba que todo aquello había sido una pesadilla, pero me equivocaba, me incorporé y en la otra cama de la habitación dormía mi hermano mayor, me levanté con sigilo y baje dos plantas de aquella casa que pertenecía a mis abuelos y mi tía, era enorme, en la primera planta estaba la cocina, el salón y un cuarto de baño, en la segunda estaba el dormitorio de mis abuelos con baño, la habitación de mi tía, la de mi primo y otro cuarto de baño y en la tercera planta había dos habitaciones abuhardilladas con camas para invitados (en estas habitaciones habíamos pasado la noche mis hermanos, mi madre y yo).
Cuando llegué a la cocina para prepararme algo para desayunar, me encontré con mi abuela, ella tenía un carácter fuerte, era una mujer con mucha personalidad a pesar de medir escasamente uno cincuenta, un poco rechonchilla y con poco pelo, pero siempre veló por mis hermanos y por mí, la quería mucho, era de esas personas que te miran a los ojos y saben lo que te sucede y para mí eso era increíble, dado que soy reservada, tímida y no suelo hablar sobre mis problemas.
- ¿Qué tal has dormido Leyra? dijo mi abuela.
- Supongo que bien... le conteste.
- No te preocupes, todo estará bien y después de eso se dispuso a prepararme el desayuno.
Tenía sentimientos encontrados, no sabía que iba a suceder, pero desde anoche tenía ese presentimiento de que algo iba mal o algo malo iba a suceder, no sabría como describirlo, pero dentro de mí estaba segura de que las cosas no iban a ir bien.
Por la tarde, mi madre nos llamo, estabámos en la cocina todos sentados esperando a que hablará.
- Voy a divorciarme de vuestro padre, dijo ella sin rodeos.
Mis hermanos y yo nos mirabamos unos a otros, sabíamos que siempre discutían, pero no esperabamos que se fueran a divorciar, aunque estuvimos de acuerdo con esa decisión.
- Haces bien hija, sabes que ese hombre no es para ti, dijo mi abuela- nunca te ha tratado bien, siempre he pensado que merecías a alguien mejor, concluyó.
Mi madre que tenía la mirada perdida, los ojos vidriosos, siempre me había parecido muy guapa, tez blanca con pecas y unos ojos bonitos una mezcla entre verdosos y marrón, mi hermano mayor, el pequeño y yo habíamos salido parecidos a ella, con tez blanca, muchas pecas y ese color de ojos, lo diferente era la tonalidad en ellos. Eric los tenía más claritos, Izan y yo más oscuros. Ainara había salido completamente diferente, su tez era más morena, sin pecas y ojos color café, siempre le decíamos que era adoptada porque era la única que no se parecía a nosotros y ella siempre se enfadaba, incluso se lo llegó a creer, me divertía meterme con ella.
-¿ Y ahora que haremos? dijo mi madre
- Os quedaréis aquí, te cambiarás de trabajo, cambiaremos a los niños de colegio y formareis una nueva vida lejos de él- contestó mi tía
Ibamos a cambiar nuestra vida, de vivir en un pueblo pequeño a la ciudad y aunque solo fuera un trayecto de una hora, era como si estuvieramos muy lejos de donde estaba nuestro hogar y nuestro padre.
Y así fue, volvimos a nuestro hogar a recoger nuestras pertenencias, fuimos a los colegios para decir que nos mudabamos, pero algo me llamó la atención, en el colegio de Ainara (Al cual habíamos ido todos, nos conocían de toda la vida) .
-Leyra sé que siempre has cuidado de tus hermanos, pero ahora debes de cuidarlos más que nunca y a tu madre también, me dijo la directora del centro.
No entendí bien lo que quería decirme, pero con el tiempo lo llegué a comprender, siempre se me grabó su mirada mientras me cogía la mano y me decía aquellas palabras. Era una mujer mayor, pero muy tierna y admirable.
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INDARRA
Teen FictionMe encontraba ahí parada, mirando mis pies, mientras oía como susurraban, levante la vista y me encontre con un puñado de miradas analizandome, viendo mi aspecto y sentía como me hacía tan pequeña ante un puñado de adolescentes. Ni siquiera me perca...