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Nunca la había visto sonreír tanto, pero es satisfactorio escucharla, sus ojos se achinan y aparecen pequeños agujeros en sus mejillas, su dentadura es blanca y perfecta, tan perfecta como toda ella.

-¿Qué tanto me ves?- me observa divertida levantando una ceja.

-Que eres muy hermosa, como una delicada rosa- ríe de nuevo, pero esta vez menos tiempo.

-¿Por qué no me dices que parezco una empanada o una salchipapa o una pizza?... ¿pero una rosa?- ríe y yo me uno, llevamos más de media hora sentados en un restaurante con una taza de café que parece infinita.

-Eres como esa Hamburguesa, doble carne con doble queso para mí, perfección- recito con voz de comercial.

-Y tú eres lo que me llevó a probar el cigarrillo- me mira de medio lado y mi mente trabaja en encontrarle sentido ha lo que ha dicho.

-¿Curiosidad?- asiente con la cabeza y por primera vez, desde que la mesera lo trajo, levanta la taza y le da un sorbo.

-El cigarrillo me quedó gustando, vamos a ver si contigo pasa los mismo- se estira hacia atrás y mira entretenida el café.

-El cigarro es dañino, yo espero no serlo- sus ojos buscan mi rostro y me escruta.

-Todo es dañino, no te preocupes- 

10 de cada mes Where stories live. Discover now