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Emocionada es poco.
Cuando entramos al estadio nos dejaron pasar directamente a los vestidores del equipo por nuestros gafetes.
Mis hormonas estaban a flor de piel.
ESTABA EN EL MALDITO VESTIDOR DE LOS METS CON SYNDERGAARD MERODEANDO SEMI-DESNUDO POR AHÍ.
Y ni a diga Dylan, podía ver como a mordía las uñas y sus dedos temblaban de emoción.
— Hey, tranquilo —tomé su mano y la entrelacé con la mía.
Él me sonrió de lado y nos adentramos más en los vestidores hasta ver a el equipo.
Juro que si no fuera por la mano de Dylan me hubiera lanzado a Syndergaard en cuanto vi su cabellera rubia.
El entrenador nos saludo y nos presentó a todo el equipo y después nos tomamos fotos con ellos.
— ¿Acaso tu no eres la de los twetts? —me preguntó el rubio después de que nos tomaremos una foto juntos.
— ¿Qué twetts? —sentí mis mejillas teñirse—. No sé de que hablas, no se nada de unos twetts.
Caminé hasta Dylan, que se encontraba hablando con David Wright y ahora el tenía el guante de baseball en la mano.
Les pedimos algunos autógrafos y sorprendentemente ellos también a nosotros y luego nos dirigimos al campo, pues el partido estaba por dar inicio.
Vimos al equipo practicar un poco, Dylan estuvo practicando un poco lanzamientos y nos tomamos otras fotos en el campo.
Llegó la hora del inicio del partido y pude ver a Dylan nervioso otra vez.
— Suerte —lo abracé fuerte antes de que caminara al centro del campo y besé su mejilla.
— Él protagonista del filme American Assassin que se estrena el próximo 15 de Septiembre, Dylan O'Brien hará el honor de lanzar la primer bola del partido.
Dylan suspira. Se acomoda el guante h lanz.
Strike.
Todo el público aplaude y camina hacia donde estoy yo, antes de llegar, un reportero los intercepta a él y a Harvey y se toman una foto y Dylan contesta algunas preguntas.
Después, Dylan llega dando saltitos hasta mi y lo primero que hago es lanzarme a sus brazos, el me levanta levemente del suelo y me da vueltas, mientras ambos reímos y gritamos de emoción.
— ¡Dios mío, no puedo creer que eso acaba de pasar! —exclama—. Siento que es un sueño, dame una bofetada.
Rió y me separó de él.
— No fue un sueño, fue muuuy real —su sonrisa se hace inmensa y tomó su mano—. Y estoy muy orgullosa de ti.
El brillo en sus ojos miel me deslumbra y me hace sonreír igual inmensamente.
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