11: Rechazo

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Patas Rojas abrió los ojos y se desperezó. Seguía en la guarida sucia, en el Clan de la Sombra. El sol estaba oculto todavía y afuera, la llovizna de anoche había mojado todo. -Seguro fue un sueño.-pensó. Aunque, si hubiera sido un sueño, sus amigos estarían allí todavía. No había ni rastro de ellos. Además, su pesadilla parecía tan real...

-Oye, tú.- gruñó uno de los guardias. -Estrella Oscura y Atigrado quieren hablar contigo.-informó. Los dos gatos antes nombrados entraron. Definitivamente, no era un sueño.

-Tenemos un trato que ofrecerte. Te dejaremos ir, con la condición de que Atigrado sea uno de los nuestros. Se quedará.-propuso el líder. -Si aceptas, no debes volver o tratar de rescatar a tu hijo. Él no lo desea. No te quiere ni a ti ni al Clan del Trueno.-añadió duramente. -Si yo fuera tú, aceptaría.-aconsejó el macho oscuro

-Es que, no soy un monstruo. Por supuesto que no acepto.-negó Patas Rojas. 

-No tiene sentido. De todas maneras, me voy a quedar. Mejor vete antes de que te hagamos serios daños.-Esta vez habló Atigrado. -Jamás me perdonaré que mueras por mí.-A Patas Rojas se le iluminaron los ojos. 

-El Clan del Trueno necesita un buen lugarteniente.-añadió. Patas Rojas se sintió como un tonto. Estaba claro que su hijo no lo quería.

-Oh. Bueno, si...si así lo quieres, me iré. Adiós, hijo mío. Buena...buena suerte. Siempre serás bienvenido en el clan.- Atigrado bufó y lo miró burlonamente. Sin embargo, había una chispa de pena en sus ojos. Patas Rojas se fue con la cola arrastrándose en el suelo.

                                                            -  -  -  -

Tormenta Moteada estaba entre unos arbustos, vigilando la entrada del campamento del Clan de la Sombra. Se había escapado silenciosamente de su campamento al salir el sol. Nadie la había descubierto. Una patrulla salió del campamento. Eran unos pocos gatos, pero eran muy grandes. Probablemente eran los mejores guerreros del clan. Uno de ellos, era el lugarteniente, Corazón Sombreado. La gata los siguió con la mirada hasta que desaparecieron.

Un gato negro con ojos verdes salió del campamento. ¡Era Manto Nocturno! Lo siguió sigilosamente. Al parecer, estaba cazando. Caminaba con pasos ligeros, casi inaudibles. Caminó cerca de él hasta que estuvieron bastante lejos del campamento y las fronteras. Era ahora o nunca. Saltó sobre él y lo inmovilizó. 

-¡Suéltame!-exclamó el gato negro.

 -No hasta que me digas la verdad. ¿Es cierto que Garra Veloz planeó atacar el Clan del Trueno?-interrogó. 

-Jamás lo revelaré.-negó Manto Nocturno. La gata arañó su oreja.

-Ya basta.-ordenó una voz grave, intimidante. Era Garra Veloz. -¿Cómo es posible que sospeches de mí, Tormenta Moteada? Y...¿Capturar a un gato? No entiendo qué te pasa.-siguió empleando su voz grave. A menudo usaba esa voz cuando estaba molesto o quería asustar a alguien. -Te he formulado una pregunta.-insistió. La gata estaba boquiabierta. No podía responder. -Ni siquiera me preguntaste acerca del tema. Yo no le dije nada a Estrella Leonada.-añadió. 

-No, pero, te vi hablando... con este de aquí.-señaló a Manto Nocturno con la cola. 

-Sí, pero al final no dijo nada. Rompió su promesa. Pero, al hacerlo demostró que es leal a su clan.-intervino el gato del Clan de la Sombra. Hubo un largo silencio incómodo.

Tormenta Moteada se sintió vencida y rompió el silencio.                                                                                 

-La verdad es que yo te quiero fuera del clan.-desvió la mirada.-Siempre consigues lo que quieres. -Eres querido por todos y tienes a la gata que amas loca por ti. Yo nunca conseguiré  esas cosas. Por eso traté de atrapar a Manto Nocturno, para tener pruebas y ganar algo de cariño.-maulló.-Pero, no funcionó.-Arañó el suelo con sus patas. Supongo que ya debo irme.-Desapreció entre unos helechos, mientras los dos gatos negros la miraban, extrañados    

#1: Un nuevo amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora