Capítulo 24

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Abrí los ojos poco a poco. Sentía adolorido todo el cuerpo, como si un tren hubiera pasado por encima de mí. Miré a mi alrededor confusa. No recordaba nada. Me encontraba tumbada en una cama y estaba conectada a varias máquinas, pero no me encontraba en un hospital. Era una habitación de una casa.

Lo primero que me pasó por la cabeza fue que habían vendido mis organos en el mercado negro. Intentaba recordar lo sucedido y por qué me encontraba en esta situación, después de unos minutos se abrió la puerta dejando ver a Dave y a una chica morena.

—Gracias a Dios... —murmuró y soltó un suspiro, aliviado. Cerró la puerta y ambos se acercaron a mí.

—¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Quién eres tú?

Ambos se miraron entre ellos.

—Hola Bella, yo soy Sam —me sonrió la morena.

Miré a Dave en busca de respuestas. No entendía absolútamente nada.

—Es mi hermana.

Abrí los ojos como platos y miré a Sam, quien me sonreía dulcemente.

—Venga ya... si no tenéis nada que ver... ella parece una chica dulce y tú... bueno, tú eres tú.

Sam soltó una risita y Dave me miró un poco fastidiado, aunque sabía que estaba haciendo mucho esfuerzo para que no le viera esa sonrisilla que le amenazaba en salir.

—Bueno, por lo menos no has perdido el sentido del humor —se cruzó de brazos y le sonreí debilmente.

—Antes que nada, soy médica así que estás en buenas manos, no te preocupes por eso.

Tengo que admitir que escuchar eso me alivió un poco.

—¿Y por qué estoy aquí y en este estado?

Sam miró a su hermano pequeño.

—Tuviste un "accidente" de moto —hizo comillas en el aire con sus dedos.

Una bombilla se encendió en mi cabeza en ese mismo instante. De repente, recordé todo. El ruso. Fue todo culpa suya.

—Siento si soy muy directa o poco delicada —habló Sam llamando mi atención —, pero honestamente, después de que Dave me contara cómo ocurrió el accidente, lo primero que me pasó por la cabeza fue en llamar a una funeraria. No sé cómo pudiste sobrevivir a aquello y menos recuperarte en tan poco tiempo.

Suspiré.

—Buccheri —me limité a decir —al parecer ese apellido no solo me trae problemas, sino que también los milagros.

Dave me sonrió de lado.

—¿Te duele algo? —volvió a ponerse serio.

—Todo el cuerpo —gruñí —, pero bueno, es normal, supongo... ¿cogisteis la moto como os dije ayer?

Los hermanos se miraron mutuamente durante unos segundos.

—No me digas que lo dejaste ahí...

—No, no. Lo tenemos, lo tenemos —dijo Dave y le miré con una ceja alzada, esperando a que continuara hablando —pero es que... el accidente no ocurrió ayer.

—¿Cómo? —parpadeé varias veces.

—Llevas tres días aqui... —habló esta vez Sam.

—¿Tres días? —grité histérica —Pero entonces... ¡hoy es lunes! Joder, me tengo que ir a casa ahora mismo, mamá me va matar... —intenté moverme pero no pude por varias razones. La primera porque me dolía tanto el cuerpo que no era capaz ni de mover los dedos de los pies y la segunda, porque Dave no me permitía.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora