14: No llores.

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-Así que...

- ¿En algún momento de tu vida superarás este momento? -Cuestiono.

Se pasa las manos por la cara y me mira, todavía incrédulo. Quisiera calmarlo, pero no sé cómo. Lleva varios minutos sin poder creer que ha insultado de verdad a mi padre, como si fuese el "hombre de mi vida", el real hombre de mi vida. Y me causa gracia, porque en vez de aclararle desde un inicio, yo solo alimenté sus sospechas sobre que mi "novio" es un agresivo que me golpea y de paso, me trata mal.

- ¿Y por qué llorabas por él? -cuestiona.

-Estoy indispuesta a decir este tipo de cosas, ¿sabes? Conoces mucho de mi vida, soy una persona discreta y...

-No podría decirle a nadie, ¿a quién? -replica-. A estas alturas de la vida, todos tenemos problemas familiares, Shylee, a las personas no les importa eso.

-A ti tampoco debería, entonces -replico, tomando el control del televisor.

-Es que, lo hace -bufa-. Me avergüenza mucho haberte dicho de esa forma, y haber hablado mal de tu padre.

-Ya, no importa. Además, no te ha oído y no te oirá -le prometo, con una sonrisa suave-. ¿Por qué no mejor te relajas y ya?

-Quiero saberlo. ¿Te maltrata?

-No se trata todo de eso -niego con la cabeza, y como sé que seguirá insistiendo, le digo-: peleamos constantemente. ¿Te dije que mi padre fue jefe del F.B.I? Bien, entonces con eso sabrás que tratar con él es algo muy difícil, siempre es rudo, grosero, sus emociones por lo general son frías y trata de protegerme mediante eso. A veces, golpea realmente donde me duele, según Alexander, me hace crecer con eso. Y yo siempre termino llorando. ¿Contento?

Él mira al piso un par de instantes y bufa.

- ¿Qué clase de cosas dice?

-No lo sé. Son cosas hirientes que no me gusta recordar. Las mando lejos de mi cabeza -expreso, no es cierto, las cosas que mi padre dice siempre son como grabadas en una piedra en mi cerebro-. ¿Por qué te interesa tanto mi vida?

-Porque me caes bien. Son muy pocas las personas que me caen bien en la vida -explica-. Lo natural en mí es ser callado y reservado, ¿lo sabes? Solo soy así con mis amigos, y aparentemente, contigo.

-Lo agradezco. Yo también soy así -sonrío-. Pero tienes que entender que no puedo...

-Bien, yo te diré cosas de mí -dice-. Sí conozco a mi papá, es un vagabundo que abandonó a mi madre apenas supo que íbamos a nacer Klais y yo. Trabaja, tiene dinero e influencia, pero no quiere a su familia. Mi madre apenas consigue mantenerse con un hombre un par de meses, mi tía se ha encargado de mi hermano y de mí casi toda nuestra vida. En la escuela me apartaban de todos, me molestaban mucho, peor que a ti, y terminé por volverme una especie de nerd aburrido. Y llegué a Stanford.

Lo miro con las cejas alzadas. No esperaba que me dijera todo esto, y parece molesto de solo decirlo. La furia en sus labios es notable. No sé si me agradaría verlo de verdad molesto. Pero su discusión acerca del tema, me deja algo mareada. Él quiere conocerme de verdad, y lo cierto es que no hay nada importante en mí. Hay cosas con las que no soporto vivir, es cierto, pero las olvido mientras mi padre no me llame. Trato de ignorar todo a mi alrededor para mantener una capa protectora hecha de pura cobardía sobre mí.

-Tengo una media beca. El resto, se encarga mi mamá de pagarlo. Y Klais y yo pagamos el apartamento con el dinero de las becas -explica-. No somos millonarios, al menos, nunca llegaríamos a serlo como tú y tu familia, pero no nos va mal económicamente.

Días de GloriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora