Capítulo 7

339 21 4
                                    


"Albacea"

S.M Guzmán

"Esta vez tus ojos no me retaron, tampoco me vieron con lastima; Te sentiste identificada conmigo sin saber que fue tu padre el que mato a mi familia, sin saber que seré yo quien  acabara muy pronto con toda la tuya".

Francesca, centro su mirada en la del rubio frente a ella. Una emoción la embargo por completo y tuvo la necesidad de lanzarse en sus brazos y decir cuanto sabia lo que era estar en aquella posición sin embargo no lo hizo. Algo en su entrañas no terminaba de fiarse en el albacea.

Su boca se torció en un gesto amargo al igual que Matteo.

── No pretendo ganarme tu lastima o tratar de llegar hasta ti con mi verdad Francesca. ── Deletreo su nombre con la misma sensualidad que lo merecía.

── Ni yo te diré que te comprendo o que quizás eso le de respuesta a tu comportamiento amargado y soberbio ¡Oh espera! Ya lo he dicho. Aunque sonase como una perra señor Giglifiore, nosotros nunca seremos iguales.

La carcajada amarga que subió en escalones lentos retumbo en el espacio de la aeronave. Sin esperar una discusión avecinarse Matteo, tomo el celular entre sus manos contactando a sus hombres para su llegada.

"Llegaremos pronto preparen lo acordado".

Envió el mensaje una vez supo que se encontraban a pocos momentos del aterrizaje observo de forma directa a la mujer frente a él, regalándole una sonrisa lasciva y gélida. Si Francesca, conociera una sola de las intenciones de ese diablo con cara de ángel no dudaría en usar alguna de las tácticas que Piero, le enseño para tratar de huir.

La señalización e indicaciones de la sobrecargo los llevo a ambos ha abrocharse los cinturones. El tatarateó en los labios del rubio le daba un sensación de angustia a la castaña. La nave aterrizo en  el aeropuerto J. F Kennedy. Él fue le primero en descender del aparato, aguardo al final de las escaleras metálicas por la castaña con aires de superioridad quien se detuvo un escalón antes de tocar la pista de aterrizaje.

Él extendió su mano para ayudarla a bajar, aunque después se arrepintió de su gesto cuando unió sus palmas. El escalofrió recorrió los nervios de sus cuerpo y sin evitarlo sus ojos vagaron hasta los de ella quienes se resistieron a mirarlo pero finalmente cedieron ante la demanda visual. Dos almas heridas midiéndose en el silencio sepulcral que no  les decía nada más de lo que podían ver. Solo un dolor amargo que prometía destruir todo a su paso.

Cuando la suela de los zapatos resonó en la pequeña burbuja que se había formado en su entorno, Matteo fue retirando su mano lentamente acariciando la piel de la muchacha en la fricción. Sonrió castamente  al ver la expresión de confusión en el rostro de Francesca. 

  ── Es mejor darnos prisa. New york no es tan cálida como Milán. ──  Hablo al mismo tiempo que comenzaba su marcha al interior del aeropuerto con la muchacha detrás de él.

Después de pasar las inspecciones de seguridad, escucho el timbre de su celular. No se molesto en contestar sabia lo que aquello significaba por lo que apuro su caminata hasta la salida fuera del bullicio de personas. Visualizo las camionetas que lo esperaban tajo en zancadas largas las distancias y sin poder evitarlo echo la vista hacia atrás, en el exacto momento en que Francesca, llega hasta él.

Varios hombres rodearon su entorno, hombres encapuchados y con armas de fuego en posiciones defensivas.

 ── Matteo ── El susurro de horror que escapo de los labios de su compañera lo hicieron reflexionar en si toda esa mierda que estaba armando valía la pena.  Su mente se ocupo después de la corriente que hizo cosquillas en su brazo cuando Francesca, se aferro a él con benevolencia.

Su mano pequeña encajo perfectamente en la de él. Sus ojos impregnados de terror reviviendo viejos recuerdos le gritaban miles de palabras silenciosas al rubio. El suceso se revolvió en su cabeza, Fiorella volvió a su mente y con la misma fuerza se resistió a dejarla sola esta vez. 

La jalo hasta su cuerpo, su cabeza se alza por encima de los hombres y su cuerpo se paralizo por completo cuando sintió la mano libre de la muchacha aferrase a su chaqueta.  Sus ojos se cerraron por inercia, no podía ser débil, no podía simplemente flaquear por un lloriqueo. Por eso la advertencia ante sus hombres era que pese a lo sucediera debían llevársela y así lo hicieron.

  ── No me sueltes por favor ── Suplico la castaña con horror cuando los jalones de los encapuchados la arrastraban más lejos de él. ──  ¡No me sueltes Matteo!  ── Francesca, estaba consumida por la desesperación, su alma cobro algo de aire cuando escucho el alboroto de sirenas alrededor.

Los hombres gritaron algo en un ingles rápido mientras corrían encendiendo los motores de las camionetas. Sentía la brisa fría golpear su rostro, las piernas temblarle de miedo y sus manos seguían aprisionando con fiereza la mano y chaqueta de Matteo. El sollozo escapo de su boca en un jadeo ahogado y tembloroso.

  ── No te solté Francesca. ── Lo escucho con claridad al tiempo que su cuerpo buscaba refugio contra él. ── No te solté.   

AlbaceaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora