Capítulo tres

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Seokjin no estaba demasiado contento con su nuevo inquilino, si es que se le podía llamar así. Para empezar, se había destrozado las uñas al arrastrarlo hacia su cabaña y se había pasado más de quince minutos liberándolas de toda la tierra y porquería varia que se había instalado debajo. Después, cuando consiguió subir al peso muerto a su habitación y dejarlo en la cama, tuvo que desnudarlo. Desnudarlo. Aún ponía mala cara al recordarlo. No le había hecho nada de gracia tener que verle todas las vergüenzas a ese alfa desagradecido, y al final no había sido capaz de quitarle la ropa interior. Suficiente tenía con aceptar que la ropa que le prestara apestaría a alfa durante mucho tiempo como para encima tener que lavarle y secarle los calzoncillos. ¡Sí, claro, y qué más!

Pero lo peor y lo que había dejado claro a Seokjin que el chico era idiota, es que pese a salvarle la vida y ofrecerle cobijo durante esos tres meses hasta que pudiera volver a su pueblo, nada más darle la noticia el muy imbécil cogía y se iba. Así, sin más. Abría la puerta y comenzaba a avanzar en la nieve, sin importarle en lo más mínimo el hecho de que la ropa que llevaba no era ni de lejos lo suficientemente gruesa como para proteger su piel de un frío como aquél, que cortaba la piel y calaba hondo en los huesos. Además, a juzgar por su forma de avanzar a través de la nieve, parecida al caminar de un pato, no tenía en absoluto experiencia a moverse por un lugar así. Tan solo se había ido de la habitación unos minutos y al volver se encontraba con ese percal. ¿Es que tenía serrín en la cabeza o qué?

Por desgracia, el chico era imbécil pero rápido. Antes de que el frío le obligara a ralentizar fue prácticamente imposible para Jin alcanzarlo, incluso siguiendo el camino que había abierto en la nieve. Con la que estaba cayendo ya le era difícil verlo, no hablemos de seguirle el ritmo... Afortunadamente, para un tonto de pueblo que en su vida ha caminado bajo la nieve, esa tormenta era demasiado. Seokjin estaba impresionado, ya que se habían alejado bastante de su casa antes de que el alfa de desplomara en medio del camino, incapaz de seguir avanzando.

Eso no impidió que empezar a decirle de todo, claro.

—¡¿Pero a ti qué te pasa?! —exclamó tras haberlo llevado −arrastrado− de nuevo a su cabaña, porque, después de todo, Seokjin tenía corazón. Además, si se moría cerca de su casa atraería a los osos. Estúpidos osos. —¡¿Acaso no sabes que no es seguro salir con una tormenta así?! ¡¿O lo que es peor, es que no me acabas de oír?! ¡Acabo de decirte que no se puede salir cuando empieza el invierno, imbécil! ¿Qué pasa, eres suicida? Pues que sepas que salvarle el culo a alguien es una de esas cosas que solo deberían hacerse una vez en la vida, así que como vuelvas a hacer una tontería así no voy a salir a buscarte. —gruñó mientras se movía por toda la casa, buscando lo que le haría falta para hacer entrar en calor al idiota que tenía temblando sentado delante de la chimenea. Le había dado ropa para que se cambiara, ya que la que llevaba cuando estaban desayunando ahora estaba completamente empapada por la nieve que se había deshecho.

Siguió despotricando mientras le ponía la manta más gruesa que tenía encima, y mientras le daba el chocolate caliente que acababa de hacer, y mientras añadía un poco más de leña al fuego para que quemara más deprisa.

Se sentó a su lado y suspiró, notando la expresión decaída que llevaba el alfa. Le sorprendió, pues hasta el momento lo había enfadado, indignado, molesto... Pero nada más allá de "Estoy terriblemente ofendido con la vida". —¿Por qué lo has hecho? —preguntó con los labios pegados a su taza.

El alfa no respondió al momento. De hecho, Seokjin estaba mirando por la ventana, distraído y algo aburrido, casi habiendo olvidado por completo su pregunta, cuando finalmente se dignó a hablar.

—Mi omega... —susurró, mirando fijamente el fuego.

A Seokjin no le hizo falta más información. Si había algún pobre desgraciado ahí fuera que estaba acoplado a ese chico, tres meses podían ser devastadores. Independientemente de si se era alfa, beta u omega, en el momento en el que te acoplabas a tu pareja enterrabas una parte de ti mismo en ella, pasabas a necesitarla, a formar parte de su vida. Las separaciones de parejas marcadas eran mucho más dolorosas que entre parejas normales. Suspiró, habiendo olvidado por completo su molestia hacia el alfa.

—¿Cómo te llamas? —preguntó tan suavemente como pudo. Si iban a convivir durante tanto tiempo, por lo menos debía dejar de verlo como "el alfa idiota, desagradecido, y de culo pequeño".

De nuevo, el otro se tomó su tiempo para responder. —Min Yoongi.

Seokjin asintió lentamente y volvió a mirar por la ventana unos pocos segundos, decidiendo rápidamente si realmente iba a decir lo que estaba pensando. —Bien, Min Yoongi... Yo soy Kim Seokjin, o tu salvador, si lo prefieres. —ignoró la espantosa mirada de desagrado que le dedicó Yoongi y continuó. —No podrás volver con tu omega, al menos no de momento. Pero... Bueno, a finales del segundo mes de invierno, más o menos, suele haber uno o dos días en los que no hay tormentas. Sigue habiendo un metro de nieve por todas partes y haciendo un frío impresionante, pero al menos no hay tanto peligro como el resto de días y hay un poco más de sol.

Sabía que había captado la atención de Yoongi, y también sabía que ahora que lo había dicho no había forma de que pudiera disimular o cambiar de opinión. —Si este año también ocurre... Intentaré ayudarte a llegar a tu pueblo. Es arriesgado, no te voy a decir que no, porque aunque no haga tanto frío ni nieve tanto, siguen habiendo otros peligros, como osos, peligro de aludes, osos... —dios, cómo odiaba a los osos. —Pero en el fondo soy un romántico y me gusta que las parejas estén juntas. —aunque acoplarse a alguien como él debería ser ilegal. —Además, no quiero tenerte más tiempo del necesario en mi casa. —añadió. Yoongi lo miraba fijamente con una ceja alzada, sabiendo que había algo más. —Pero con una condición: —rodó los ojos al confirmar que su intuición no se equivocaba y alzó una ceja, pero mantuvo su atención en Seokjin. —nada de volver a intentar salir, ni de día, ni de noche, ni nunca. Al menos no hasta que yo lo diga. Desde que estás aquí he tenido que secar más ropa que en todo el año. —gruñó, en absoluto exagerando. —¿Entendido?

Yoongi lo observó durante largos segundos, mirándolo directamente a los ojos, y aunque una mirada así de fija e intensa por parte de un alfa habría intimidado a cualquier otro, a Seokjin no. Pffft, alfas a él.

Finalmente asintió con la cabeza, y con eso Seokjin se dio por satisfecho. Estaba a punto de comentar que con un poco de suerte conseguirían llevarse bien, cuando Yoongi volvió a hacer uso de su pico de oro.

—Tu chocolate caliente está asqueroso.

Oh, iba a ser un mes y medio muy duro.

Always Winter Here ; NamjinWhere stories live. Discover now