Capítulo siete

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Los días pasaron en un pestañeo. Lo que al principio había sido incómodo y distante, con el paso de las semanas terminó convirtiéndose en cálido y familiar. De no ser por el incesante tironeo en su corazón y la sensación de vacío que no le dejaba dormir por las noches, Yoongi se sentiría tan en casa como en el pueblo. De no ser por el dolor que le provocaba estar alejado de su omega, por lo mucho que añoraba sus preciosas sonrisas y su voz, por lo mucho que quería −necesitaba− volver a verlo, no le importaría quedarse ahí un poco más de tiempo.

El día en el que Seokjin tenía planeado guiar a Yoongi al pueblo estaba marcado en el calendario con un círculo rojo. A medida que se iban acercando al día en cuestión, la ansiedad y emoción de Yoongi iba en aumento. Echaba tanto de menos a su pareja que si tuviera que hacer el recorrido desde la cabaña del beta hasta el pueblo desnudo, lo haría las veces que hiciera falta. Por supuesto, cuando se lo comentó a Seokjin después de que este le preguntara si estaba seguro de querer cruzar el bosque entonces en vez de esperar al buen tiempo, este le puso cara de asco y le suplicó que no le obligara a presenciar eso.

❅❅❅

Faltaba un día. Un día. Un día y volvería a sentir los brazos de su omega alrededor de su cintura, volvería a oír su voz, volvería a... Bueno, a hacerle todo lo que solía hacerle.

Yoongi salió de su ensoñación al escuchar a Seokjin bufar de fondo. El mayor no había dejado de dar vueltas por toda la casa en todo el día, comenzando a preparar las cosas que necesitarían para el viaje.

—¿Qué te pasa ahora? Te quejas más que un abuelo. —comentó el alfa desde su cómoda posición en el sofá. Seokjin le dedicó una mirada ácida, pero no le respondió. Tras unos minutos, Yoongi suspiró y se levantó, sintiéndose un poco culpable por tener al beta trabajando como un loco de un lado para el otro.

Finalmente interceptó al beta saliendo del cuarto de baño con una toalla en las manos y una expresión de estrés absoluto. Por una vez, en vez de meterse con él Yoongi decidió que haría una buena acción y le obligó a darle la toalla y a sentarse en el sillón. Cuando Seokjin obedeció por fin, después de despotricar durante minutos enteros sobre lo importante que era lo que estaba haciendo, que tenían que prepararse y que si no llevaban lo necesario se los comerían los osos, Yoongi ya se había hecho una idea de a qué se debía su estado.

—¿Estás nervioso por el viaje? —preguntó en un tono casual pero amable.

—Por supuesto que no. ¿Con quién te crees que estás hablando? —fue la respuesta de Seokjin.

Yoongi se quedó en silencio, observándolo. Tras unos segundos el beta desvió la mirada y comenzó a jugar con el borde de su jersey.

—Un poco. —admitió finalmente.

El menor asintió con la cabeza lentamente. —¿Cuánto hace que no sales del bosque?

Pudo ver en su rostro que a Seokjin le costaba hablar sobre ese tema. Se tomó unos instantes para responder, de nuevo prestando absoluta atención al dobladillo del jersey. —Bueno, ¿quién lleva la cuenta de estas cosas? —intentó bromear, pero la sonrisa no llegó a sus ojos. Enseguida volvió a bajar la cabeza, jugando con los hilos sueltos del suéter. —Unos... siete años.

La respuesta sorprendió a Yoongi, pero no permitió que ello se reflejara en su rostro. Simplemente volvió a asentir, a la espera de que, si quería, Seokjin continuara. Habían pasado unos pocos minutos cuando el beta hizo una profunda inspiración y volvió a abrir la boca.

—Antes vivía en un pueblo. De hecho no está demasiado lejos del tuyo. —comentó alzando la mirada al pensar en las distancias. Tal vez estaba a medio día de distancia, uno como mucho. —Nací y crecí ahí. Tenía una vida normal, amigos, familia, un trabajo... Todo bien. Pero un día llegó alguien y... ocurrieron cosas. Discutí con... con gente. Supongo que podríamos decir que no quise seguir sus normas, las normas de la manada. No les sentó muy bien que un beta cualquiera se les rebelara. —soltó una pequeña risa, seca e irónica, y desvió la mirada mientras se cruzaba de piernas.

—¿Te obligaron a irte? —preguntó Yoongi, frunciendo ligeramente el ceño.

Seokjin se encogió de hombros. —No es que me apuntaran con una pistola y me forzaran a irme. Tuve opción de quedarme, en realidad. Me dieron a escoger entre quedarme en el pueblo y hacer lo que me decían, o... Desaparecer. Si decidía irme no podía volver bajo ninguna circunstancia, claro, porque había faltado al respeto a Los Mayores y desobedecido órdenes directas y muchas porquerías más. Supongo que ya sabes qué opción tomé. —sonrió levemente y se quedó mirando sus manos, que descansaban en su regazo, durante unos segundos antes de suspirar. —No me arrepiento de lo que hice. Nunca lo he hecho. Si volviera al pasado tomaría las mismas decisiones, o eso creo. Pero a veces... A veces estar aquí, solo, alejado de todo el mundo... Es un peso demasiado grande.

Su tono de voz había ido descendiendo mientras hablaba, hasta el punto de que su última frase fue apenas un susurro. Sin embargo fue suficiente como para que Yoongi lo escuchara, y aunque tardó un poco en encontrar las palabras adecuadas, finalmente se armó de valor para hablar.

—No creo poder imaginar lo que es estar lejos de todo por obligación, solo en medio del bosque... Pero me alegro de que estés aquí. Si no hubieras hecho lo que hiciste hace siete años nadie me habría encontrado ese día en el río y ahora mismo estaría muy probablemente muerto por congelación pulmonar o lo que sea. Y mi omega... Estaría solo. —Yoongi no pudo evitar hacer una pequeña pausa al pensar en su pareja, pero enseguida devolvió su atención al beta. —Supongo que... debo darte las gracias por todo lo que has hecho por mí. Me alegro de haberte conocido, Kim Seokjin.

Se notaba a leguas que Yoongi no estaba acostumbrado a sincerarse de esa forma por el modo en el que se retorcía y rehuía la mirada del mayor. Se podía notar lo mucho que le incomodaba todo aquello, y sin embargo no había titubeo en sus palabras. Seokjin sonrió ampliamente, agradeciéndole con la mirada su esfuerzo. —Ha sido un placer, Min Yoongi. Lo mismo digo.

Se quedaron en silencio unos segundos, pensando en todo y en nada, antes de que Seokjin se levantara del sillón de un salto.

—Bueno, te recuerdo que mañana nos levantaremos muy temprano, así que más te vale descansar bien esta noche.

—Está bien, intentaré conciliar el sueño por encima de tus ronquidos.

—¿De mis ron...? No, no huyas, ven aquí. Ven aquí. ¡MIN YOONGI!

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⏰ Última actualización: Aug 19, 2019 ⏰

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Always Winter Here ; NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora