cap 18

4.5K 190 84
                                    

Dos semanas. Han sido las peores dos semanas de mi vida, sin duda. Cuando le vi por última vez saliendo de mi casa, sentí que una parte de mi se iba también. Me sentía vacía y rota, y a día de hoy sigo sintiéndome así, pero ya me he empezado a acostumbrar. Dos semanas. No puedo estar más nerviosa, porque sé que mañana sera el día en el que Bryan cogerá un avión para irse a Nueva York. Sé que Alex está preocupado por mi. No he salido en estas dos semanas, y ni siquiera he ido al instituto, por lo que Madison y Claudia han estado intentando hablarme todos los días, pero a mí no me apetecía hablar de nada, y menos de él. Aún que me gustaría decir que cada día estoy mejor, no puedo. Cada día que pasa me siento más vacía y triste, y sobretodo hoy, sabiendo que mañana Bryan se va definitivamente.

Me han llegado varios mensajes de mis compañeros del instituto recordándome que mañana es el examen de biología más importante del primer trimestre. No estoy preocupada, ya que biología es la asignatura que más me gusta y, por lo tanto, la que mejor se me da. Sin embargo, decido ponerme a estudiar para olvidarme de todos los pensamientos negativos que rondan en mi cabeza. Me levanto de la cama, me siento en el escritorio, y empiezo a estudiar consiguiendo desconectar un poco.





Cuando decido que he acabado de estudiar, salgo de la habitación después de recoger el cuarto un poco. Encuentro a Alex tumbado en el sofá mirando hacia el techo, sin hacer absolutamente  nada. Al principio pensaba que estaba dormido, pero entonces me doy cuenta de que no es así. Me siento a su lado y le miro.

—¿Estas bien?—le pregunto.

Se incorpora y me mira con una ceja hacia arriba.

—Eso debería de preguntártelo yo.

Pongo los ojos en blanco y miro hacia la pared que tengo enfrente.

—Dime que ya estás mejor—me dice mientras se sienta a mi lado—No soporto verte mal, Eli.

Le sonrio y asiento con la cabeza.

—Estoy bien, Alex. Pero no me hables de eso.

—Está bien. Pero entiende que este preocupado.

—Lo sé, y por eso mismo te quiero tanto.

Sabía que esas palabras le harían sonreír. Como gesto de agradecimiento, me pasa una mano por la cabeza haciendo que mi pelo quede más despeinado de lo que ya estaba. Me quejo y le lanzo el primer cojín que pillo. De repente, mi teléfono suena y mi corazón deja de latir por segundos. Alex me mira confuso cuando ve que no aparto la mirada del móvil.

—¿No vas a cogerlo?

Le miro, saliendo de mi ensimismamiento, y decido coger el móvil. Entonces, me inunda una oleada de alivio. Es Madison. A pesar de que me encantaría hablar con ella y retomar la relación que teníamos hace poco las tres, dejo el móvil en la mesa y espero a que deje de sonar. Sé que me llama por qué está preocupada y me pedirá que le explique todo lo que ha pasado, pero ahora mismo no me apetece hablar. Miro a mi hermano y, después de sonreírle, me dirijo una vez más a mi habitación.





Ayer no hice absolutamente nada. No tenía ni fuerzas ni ganas de hacer nada, por eso mismo decidí recuperarlas todas para el día de hoy. He decidido que hoy, después de varios días, iré al instituto. He estudiado para el examen de biología que tengo hoy, por lo que tengo que hacerlo. Aún que me cueste creerlo, sé que ir al instituto me mantendrá ocupada y me ayudará a no pensar tanto en Bryan, quien ocupa la mayor parte de mis pensamientos, por no decir toda.

Alex se ha sorprendido al ver que me iba al instituto, y sé que se ha alegrado por mi. Seguro que piensa que ya no me afecta tanto todo esto, pero esa no es la verdad. La verdad es que estoy igual de rota que el día en que se marchó; pero en cambio, he decidido ocultar mis sentimientos. No quiero ser ninguna molesta para nadie.

En cuanto llego al instituto y mis amigas me ven, corren hacia mi y saltan a mis brazos. En realidad, les he echado mucho de menos.

—¿Se puede saber dónde te has metido?—grita Claudia emocionada.

—Oh, mierda. ¿Estás bien?—dice Claudia preocupada.

Seguramente hayan visto que mi cara no transmite la felicidad que transmitía hace varios días. Me conocen perfectamente y saben que las cosas no van bien, pero creo que prefieren no preguntarme nada porque saben que sino me pondré peor de lo que estoy. Despues de lanzarse una mirada entre ellas, deciden pasar del tema, y yo les sonrio.





Claudia y Madison no eligieron las mismas asignaturas que yo, por lo que me despido de ellas recordándoles que tengo examen y me dirijo a la clase donde todos los alumnos están ya sentados en sus mesas. La profesora empieza a repartir los exámenes, y yo me obligó a mi misma a no pensar en otra cosa excepto en la biología. Pero entonces, una cara conocida aparece en la puerta de la clase. Le miro y entonces me acuerdo de quién es. Jackson. El dueño del apartamento en donde se celebró una fiesta. La fiesta donde conocí a Bryan.

En cuanto la profesora no mira, Jackson interrumpe en la clase y se acerca a mi. Su respiración agitada me da la impresión de que acaba de correr.

—Deberías de ir al aparcamiento, ahora. Alguien te espera.

Dicho esto, da media vuelta y se va de clase. Empiezo a ponerme nerviosa. Mis piernas y manos empiezan a temblarme. ¿Alguien me espera? Es entonces cuando las cosas me empiezan a encajar. Hoy es el día en el que Bryan se iba.

Lanzo mi examen al suelo y, sin mirar atrás, echo a correr escaleras abajo hasta llegar al aparcamiento. Me encuentro a un pequeño grupo de gente rodeando a una persona que no puedo ver. Me acerco más, todavía con la respiración agitada, y entonces se me cae el alma a los pies. Bryan.

Jackson entonces aparece detrás de mi, y me lanza una mirada que claramente muestra tristeza y preocupación.

—Lo siento—me dice.

Yo no le estoy escuchando. Miro a Bryan, y en cuanto su mirada se cueza con la mía, todo a mi alrededor desaparece. Me doy cuenta de que estoy llorando, pero no me importa. Me hago paso entre la gente que está despidiéndose de él, y me lanzo a sus brazos desesperada. No pensaba que volvería a verle antes de que se fuese, pero aquí está. En mis brazos. Escucho como solloza en mi hombro, y eso hace que mis lágrimas salgan con más intensidad.

—No te vayas—le susurro entre sollozos.

Él no me suelta, y no quiero que lo haga nunca. Me agarra la nuca con sus manos, atrayéndome más a él.

—Lo siento—me susurra.

Me suelto entonces, y le miro a los ojos llenos de lágrimas. Él me limpia la mejilla con las llamas de sus dedos.

—Bésame—le digo mirando sus labios.

Duda unos segundos, pero entonces decide pegar sus labios a los míos, dándonos nuestro último beso. En cuanto me doy cuenta, él ya ha despegado sus labios de mi y se ha dado la vuelta sin volver a mirarme. Se mete en el coche que le estaba esperando y, en menos de un segundo, ha desaparecido.

Me tapo la cara con las manos, con un intento de ocultar mis lágrimas. Noto unas manos por detrás de mi y me vuelvo para ver quién es. Es Jackson, quién me envuelve en un abrazo para intentar consolarme.

—No llores, Eli. Todo va a ir bien.

No te gusto. No me gustas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora