Capítulo 3

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Cuando los insurgentes están seguros que el helicóptero esta lo bastante lejos, nos levantan abruptamente y nos obligan a avanzar de inmediato, sin quitar sus armas de nuestras cabezas, noto que Martha toma uno de los papales y lo mete a sus bolsillos con manos temblorosas, mi curiosidad es necia y no pierdo la oportunidad de llevar uno de los papeles conmigo. El camino se hace corto debido a los pasos rápidos que nos obligaron a dar, escuchar un helicóptero es el mayor miedo de los rebeldes.

Al llegar al campamento, espero que los hombres que nos escoltaban nos encierren en la jaula humana, estando allí desdoblo el papel con cuidado y leo su contenido, se trata de una invitación del gobierno a los rebeldes a desmovilizarse y entregar a los cautivos, este tipo de cosas nos colocan en mayor peligro, hombres armados más nervios y confusión no son una buena combinación, la poco tranquilidad que se podía tener a diario presiento que será algo del pasado, mis sospechas son confirmada cuando escucho gritos y ordenes por doquier, no pasa desapercibida la voz que resalta sobre los demás, puesto que es el comandante el dueño de tan horrible sonido, asustada meto el papel en mi boca y lo trago, espero no enfermarme por esto, aunque eso es mejor que ser sorprendida con lo que antes sostenían mis dedos.

El caos apenas comienza, los hombres corren por todos lados con sus armas preparadas para la guerra, cuando esto sucede empiezan a armar filas y es el comandante quien toma la palabra, - Nos están pisando los talones, esos hijos de puta cada vez se acercan más y todos tienen que estar dispuestos al ataque, hemos traído refuerzos que nos servirán como estrategia de guerra, los jefes de cada bloque tendrán un grupo que entrenar y dirigir, tenemos menos de dos meses para prepararnos, nuestras fuentes nos informan que se avecina un ataque, puede ser aéreo o terrestre, tenemos que estar listos para cualquiera de los dos.

Una luz de esperanza se activa en mi interior, si los soldados del gobierno se acercan lo suficiente es posible que nuestra libertad este cerca, fantaseo con todo lo que haré al salir de aquí, pero mis ilusiones no pueden ir más lejos cuando el comandante sigue hablando.

-Todos deben estar atentos a los cautivos, no quiero errores – grita a todo pulmón- si algo sale mal los matare con mis propias manos y sus cabezas serán el cartel de bienvenida a nuestro campamento, tendremos un nuevo grupo de secuestrados en nuestro poder, lo que nos garantiza un sostén para nuestras provisiones, esos de allí- nos señala de manera despectiva y escupe- no son más que mercancía y quiero que cuiden mi mercancía.

No puedo evitar las lágrimas que salen sin permiso y aterrizan en mis manos entrelazadas, rastreo el lugar a mi alrededor, por un momento perdí orientación, los demás secuestrados tienen una expresión perdida y parecen igual de desubicados que yo, la noticia del comandante nos ha dado un duro golpe emocional, ese hombre es totalmente despiadado, su habilidad se basa en debilitar las mentes de las personas y tenerlos a su merced.

Luego de su discurso del terror, presenta a los nuevos combatientes, niños no mayores a los trece años, que lucen completamente aterrorizados y llorosos, entre ellos hay una niña que aparenta tener nueve años con una muñeca que abraza de manera protectora, a pesar de su edad parece fuerte y es la menos asustada de todos, examina todo el lugar inquisitivamente y se detiene en Valentina, quien no ha parado de temblar y apretar la S de su collar, nunca la había visto tan desequilibrada, desconozco la clase de conexión que tenga mi amiga con la niña, pero parecen conocerse, por lo que le pregunto y ella niega con la cabeza sin apartar la vista de la niña, lo que me deja aún más confundida.

Los niños son repartidos a cada uno de los bloques y entregado a los jefes quienes se encargarán de convertirlos en máquinas hechos para matar, no dejo de preguntarme por los padres de estos niños, como terminaron aquí y cuál es el objetivo macabro del comandante al traerlos, dijo que tenían dos meses para estar listos, lo que supone que estas criaturas no serán más que señuelos, los han traído a una muerte segura. Con ese pensamiento mis lágrimas pierden control y se convierten en sollozos.

Han pasado cinco semanas desde la llegada de los niños al campamento, los han obligado a entrenar muy fuerte, lucen sucios y cansados, la niña misteriosa resulto llamarse Camila, quien fue traída con engaños junto a su hermano Juan, sus padres murieron en extrañas circunstancias por lo que los pequeños han tenido que apañárselas solos, Camila es muy valiente y parece no temerle a los insurgentes, con esto ha ganado la admiración de ellos, quienes la denominan "la guerrita", argumentan que tiene potencial, no sé qué clase monstruos tendrían un concepto tan retorcido de una pequeña que debería estar en la escuela y no en un lugar lleno de violencia.

Valentina me tiene muy preocupada, no puede encariñarse tanto con Camila, todos sabemos el destino de los pequeños y lo más frustrante es que ninguno puede hacer nada, aunque este de los nervios no puedo prohibirle nada a mi amiga y mucho menos algo tan despiadado como alejarse de una niña, solo oro al Dios de todos los cielos que me de fuerza para brindarle soporte a Valentina cuando se lleven a los pequeños a la guerra, mientras tanto admiro el corazón de Vale que siempre está dispuesto a dar cariño.

El comandante sale de su refugio y ve a Valentina jugando con Camila y una chispa de maldad se enciende en sus ojos, sé que lo que viene a continuación no será nada bueno, de ese hombre nunca podemos esperar nada bueno, se acerca a ellas a pocos metros de donde me encuentro sentada y suelta su veneno – Mi querida Valentina, ¿recordando viejos tiempos? – Me concentro en mi amiga que se ha tensado de pies a cabeza, por lo que deduzco que el comentario de Cano la ha afectado lo suficiente como para perturbar su tranquilidad, por instinto lleva su mano al collar que guinda de su cuello – veo que la guerrerita y tú se llevan muy bien.

-No la llames así, su nombre es Camila – dice Valentina entre dientes con el mayor rencor en su mirada, lo que causa una gran carcajada en el comandante, la situación no va a terminar bien, tengo un mal presentimiento de esto.

-Tú no eres nadie para darme órdenes, pero hoy estoy de buen humor y te lo dejare pasar, para mi ella – Señala a Camila- se llama "guerrerita", al menos eso me ha dicho el jefe de bloques, pero quiero probar que sea cierto- llama a uno de los rebeldes con una seña y le dice al oído que traiga a su hermano y a cualquiera de los otros niños, el insurgente cumple la orden, sosteniendo de un lado a Juan y del otro lado a un niño cuyo nombre no recuerdo, el comandante extiende un arma a Camila – Tómala y dispara a tu compañero.

Camila no ha dejado de temblar, tengo miedo que en cualquier momento caiga al suelo, el arma parece tan pesada en sus manos. Valentina trata de intervenir pero es detenida con un golpe en el rostro que la deja turbada. -No eres tan valiente como pensaba, pero creo que necesitas un incentivo- dice Cano y hace otra seña al rebelde, por lo que el hombre arrodilla a Juan y le apunta a la cabeza, todos presenciamos la escena en completo silencio sin atrevernos a hacer absolutamente nada, somos tan cobardes y temerosos a la muerte, lo que nos deja en nuestros lugares sin mover un dedo.

La niña está al borde de las lágrimas, pero toma el arma con determinación y apunta al niño que ha orinado sus pantalones, aprieta el gatillo con los ojos cerrados y el niño cae en un charco de sangre, el comandante no muy contento toma el arma de las manos de Camila y le propina un golpe – No se le dispara al enemigo con los ojos cerrados, debes tenerlos bien abiertos y no detenerte hasta que su vida no sea nada, te falta mucho por aprender, después de todo no eres tan guerrerita como me han dicho, aprende algo niña, cuando se va a la guerra no se tiene piedad.

Cano se retira lleno de satisfacción, una vez más a mostrado su poder y el dominio que tiene sobre la vida de cualquiera de nosotros, Camila quien no ha dejado de temblar se encuentra muy pálida y cae, pero es capturada por Valentina antes de tocar el suelo – Sofí no me hagas esto una vez más, por favor abre los ojos, despierta- mi amiga está muy alterada y no deja de repetir lo mismo sobre el cuerpo inconsciente de la niña, a quien no deja de llamar Sofí, creo que la impresión de lo sucedido la ha dejado inestable y confunde a Camila con alguien más.

Tomo a la niña entre mis brazos y la alejo de una Valentina histérica, que a su vez es sostenida por Martha, en un intento fallido en tranquilizarla mece a mi amiga de arriba hacia abajo en movimientos repetitivos, mientras tanto Camila es auxiliada por el Sargento Ospina que trata de reanimarla con alcohol, no tengo ni la menor idea de donde lo ha sacado pero parece funcionar, Cami abre los ojos poco a poco y con la primera mirada que nos ha dirigido, sé que toda su inocencia fue perdida al momento que asesino a su compañero.

Privada de la libertadWhere stories live. Discover now