vierte

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quizás hoseok ha vuelto, o quizás sigue merodeando por entre los edificios altos y lastimosamente grises de la gran, luminosa cuidad. pero a yoongi deja de importarle tras varias horas. debe levantarse en algún momento, no quiere mantenerse en la cama todo el día y tener que atrapar a las polillas que se acercan a él pensando que es una pútrida sábana más del montón que se acumulan sobre el colchón.

yoongi las toma y las aplasta con la mano, imaginándose así una vida sin hoseok.

no, no solían comunicarse. el único tacto era el nocturno, bajo las sábanas; besos traviesos de labios secos, manos heladas contra la caliente, ardiente piel de yoongi, y a él le recuerda como el sentimiento de encontrarse hundido en el nirvana. hoseok podía provocarle eso.

antes, en los lejanos días de invierno del dos mil quince; hoseok volvía del colegio a las siete de la noche, cuando el edificio estaba moviéndose aún, pero yoongi estaba en el cuarto haciendo quién sabe qué. entonces hoseok le tomaba por sorpresa, le abrazaba con delicadeza y se tomaba un café espumoso. se sentaba en la cama, dispuesto a terminar las tareas mientras yoongi miraba la televisión, o limpiaba las estatuillas de muñecos que hoseok coleccionaba. no obstante, ambos terminaban -por alguna razón- enredados en las blancas y suaves sábanas de la cama, con los cuadernos tirados en el piso de azulejos, y con el ruido blanco de la televisión como la banda sonora de la escena.

yoongi era tocado por hoseok como si de un muñeco de porcelana se tratase, figuraba él entonces como lo que hoseok quería cuidar a toda costa y no romper aún cuando yoongi le pidiese que lo hiciera.

pero ya no es así. yoongi está en la cama, luchando contra polillas, extrañando a hoseok y con el vacío en el pecho que le genera el no tenerlo ahora, el no verlo, ni siquiera sentir su aroma de acqua di gio. le molesta, se enoja con él, le maldice en voz baja, pero de pronto vuelve a extrañarlo, y el sentimiento le abruma tanto que quiere largarse a llorar.

porque así se imagina una vida sin hoseok.
oscura, fría, tétrica.
pero en un momento, la puerta se abre
y no es él quien aparece en el marco.
no, ese no puede ser hoseok.

el ártico no es tan frío + sopeWhere stories live. Discover now