INTERLUDIO

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CHANDRILA 

Una fruta de color púrpura llega volando desde fuera de plano y se estrella en un lado de la cara de Olia Choko. Al chocar, la fruta se abre. El jugo le cae por la mejilla y le gotea de la mandíbula. Parece pasmada.

Se oyen gritos procedentes de fuera de plano:
—¡Bu! ¡Abajo el Senado Galáctico! ¡Abajo la Nueva República!
Se ve otra fruta, pero que falla y pasa volando por encima de su cabeza.
Tracene empieza a decir:
—Vale, Lug, es hora de cortar...
—No —la interrumpe Olia. Traga saliva y se limpia los restos de fruta de la mejilla—

. Usted. El manifestante. Acérquese.
Tracene le hace un gesto con la cabeza casi imperceptible a Lug.
Las manos escamosas de un trandoshano aparecen en los márgenes de la pantalla;

hacen girar la cámara flotante hacia un pequeño xan vestido con un mono gris sucio. Lleva un cestito lleno de frutas y verduras, casi todas podridas.

Está solo.
Ve que le enfoca la cámara y agita las manos.
—No, no, no quiero salir por la cámara. Por favor.
Olia se le acerca. Cautelosamente. Con las manos extendidas, en actitud suplicante. —Si tiene preocupaciones, me encantaría escucharlas.
—Yo... —tartamudea el xan, mirando a su alrededor. Como si fuera una broma de

algún tipo. O como si no estuviera preparado para tener este efecto—. Lo siento, me tengo que ir —hace ademán de irse, pero Tracene se le pone delante.

—Puede decir lo que tenga que decir.
—¿En serio? —pregunta él, receloso.
—En serio —le responde Olia. Cuénteme sus problemas.
Tracene mira a cámara y articula con los labios: ¿Estamos en el aire?
Por un momento, en la pantalla aparece un pulgar reptiliano.
—Yo... —empieza a decir el alienígena—. Me llamo Geeska Dotalo. Soy de Gan

Moradir. Una colonia del Borde Medio. Vinieron los de la Nueva República. Y... destruyeron una base imperial. Ahora los imperiales ya no están. El Imperio era cruel. ¡Pero al menos mantenían el orden! Teníamos comida y agua. Todo funcionaba. Ahora han venido los rebeldes. Han llegado bandas. Y piratas. No tenemos suficiente comida.

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Star Wars: Consecuencias

La destrucción afectó nuestros pozos y... —empieza a sollozar—. Ahorramos los créditos necesarios para traerme aquí. Yo soy todo lo que nos queda.

Por un momento, Olia se queda sin palabras.
Parece que Tracene va a intervenir, pero entonces Olia se pone a hablar:
—Está muy bien que haya venido, señor Dotalo. Creo que Gan Moradir no tiene

ningún representante en el Senado. Hoy, usted será ese representante.
Sus ojos se abren inconmensurablemente.
—¿Qu... qué?
—La guerra es terrible. Y un ejército no basta para resolver los problemas.

Necesitamos una solución para lo que ocurre después de que el ejército haya hecho su trabajo. Por eso el Senado ha vuelto a empezar. Y por esto lo estamos haciendo aquí, en el planeta natal de la canciller. Mucha gente cree que este es un planeta pequeño y sin importancia. Pero Chandrila siempre ha sido el punto de partida de grandes ideas y de ciudadanos que las hacen llegar a toda la galaxia. La galaxia necesita ayuda. Necesita esas grandes ideas. Pero, como usted dice, también necesita cosas pequeñas: comida, agua, vivienda. Cosas básicas. Y cuando acabe la guerra, tiene que quedar algo para reparar la destrucción. Le invito hoy a hablar en el Senado sobre su gente, sobre su colonia. Que escuchen. Deje que le ayudemos.

Hace venir a alguien de fuera de plano. Otro pantorano. Un hombre ataviado con un uniforme administrativo azul. Olia le susurra algo y le presenta a Geeska Dotalo. Entonces el pantorano lo acompaña fuera de plano.

Tracene sonríe y dice:
—Corten —entonces sus ojos se clavan en la distancia.
La gente está agitada. Miran hacia arriba, a lo lejos. Tracene hace un gesto con la

mano y Lug hace girar la cámara.
A lo lejos, se ve una hilera de prisioneros imperiales. Van esposados, secundados por

un oficial de la Nueva República.
—Esto es inaceptable —dice Olia, y sale corriendo para intervenir. 

ConsecuenciasDove le storie prendono vita. Scoprilo ora