Guerra declarada

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Se encontraba en un dormitorio de un apartamento, tumbado en una cama, oyendo música; ese joven de aspecto atractivo y grandiosa voz, como solían describirlo, llamado Daehyun. En sus auriculares sonaba un estilo de balada como las que a veces acostumbraba escuchar y como si se encontrase en una película la melodía era el clima en el que ahora veía a Jongup.

Su compañero con concepto fuerte; su cuerpo descubierto, solo con su prenda íntima y una toalla en sus hombros, marcando los músculos se veían esas pequeñas gotas de agua que buscaban caer por el laberinto que formaban los surcos de su abdomen. Sus piernas, sus brazos, su pecho... y el orillo de su bóxer irrumpiendo con la agraciada vista, dejando un poco pero no tanto, a la imaginación.

Parecía moverse al ritmo de la tonada que solo Daehyun escuchaba. La mirada seria, el cabello mojado... Daehyun soltó un suspiro.

No era la primera vez que le observaba de aquella manera, esa manera que trascendía lo sentimental y hasta podía ser un tanto pecaminosa. No iba a desviar sus ojos, poco le importaba que el menor se diera cuenta de lo que generaba en él ya que nunca se percataba. Aunque de ser posible, esperaba que su cuerpo no lo evidenciara mucho, porque si fuera así, sería vergonzoso.

El otro no terminaba de vestirse cuando Daehyun ya soñaba con quitarle la ropa; admitía qué, o el ambiente de aquella habitación se había vuelto caluroso por el vapor de la ducha que el menor antes tomó, o... era él quien se sentía caluroso.

Pero lo que sentía por Jongup no era meramente calentura, no se trataba de una atracción solo física o sexual. Iba mucho más allá.

Iba en la sonrisa del menor que le hacía sonreír a él también como un tonto, iba en la mirada que le perdía el sendero cuando sus ojos se posaban justo en los suyos, iba en ese corazón que parecía salirse del pecho debido a tanto amor... sí, iba en eso, en una relación platónica de amor.

Daehyun estaba enamorado en secreto de Jongup.

Eso en principio no tenía nada de malo, pero si le sumamos a eso que ambos eran ídolos, que pertenecían al mismo grupo, que ambos eran hombres y no estaba seguro si al pequeño le iban los chicos o las chicas... Y claro, había un tercer problema y quizá el más grande de todos, puesto que englobaba a los otros tres; y ese problema era...

— ¡Jongup! ¡Jongup! ¿No has visto mi reloj? — Himchan entró en la habitación, no preguntó si quiera si se podía o no, la privacidad allí no era un privilegio. Se le veía serio parado frente al otro como si esperase algo más que una simple respuesta si lo vio o no.

— No lo he visto hyung... — Jongup se colocó la remera, prenda final para terminar de vestirse. — Pero iré a buscarlo ahora. — Una sonrisa simple, de esas que ni siquiera muestran los dientes, se presentó en su cara; Himchan por el contrario, sonrió tan amplio como pudo.

— Gracias — Le dio una nalgada al menor antes de que éste se fuera a buscar dicho reloj.

Él era el problema mayor, el que ni siquiera podía ir a buscar su propio reloj, el que siempre estaba junto a Jongup, momentos graciosos, momentos tristes, momentos serios, etc., en cualquier ocasión y lugar él estaba junto a Jongup, y eso a Daehyun le ponía los nervios a flor de piel.

La balada en sus oídos se convirtió en una canción infernal que no pudo soportar, quitó sus auriculares y sonrió con algo de falsedad cuando Himchan vio en su dirección. ¡Tan feliz que se encontraba disfrutando de las vistas!

Ya había intentado tres veces decirle a Jongup lo que sentía por él y en las tres veces Himchan les había interrumpido, parecía tener cierto sexto sentido para saber cuándo él atacaría de nuevo, porque para eso estaba allí. Para eso se había pasado los últimos minutos que el menor había estado en el baño, tumbado en su cama esperándolo, había reunido el valor suficiente por tercera vez. ¡Y otra vez Himchan lo volvía a arruinar!

Never give UpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora