El fin de la guerra

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Himchan se quedó en el apartamento de Yongguk, al final el mayor se había dormido en medio de la última película que vieron y aunque aquello le molestó y llegó a enfadarle no le reprochó nada, tan solo dejó que éste se acurrucase sobre su falda en el sofá.

Himchan no lo quería admitir hasta ese momento, pero aún seguía enamorado de Yongguk y tenerle así había confortado su corazón con una grata y calurosa sensación. Todo eso le había recordado tanto el pasado, los momentos juntos y en especial aquellas palabras que le había dicho:

«Hace años creo que apresuré mi respuesta»

¿Se estaba refiriendo a lo que él creía? No había sido capaz de preguntárselo pero aunque el otro no se lo hubiera dicho en voz alta, los oscuros ojos ajenos que le habían observado le decían mucho más; le confirmaban que se refería a aquel evento, cuando él se le había confesado.

Aquella noche había sido fuera de lo común, Yongguk no ansiaba hablar de nada importante en especial, de verdad solo habían cenado y compartido una película como le había dicho.

Por un momento Himchan se sintió encantado ante la posibilidad de que el mayor estuviese dudando de sus sentimientos. No podía evitar alegrarse.

El joven sonrió acariciando los cabellos del mayor con ternura y aunque fuese un poco incómodo se acostó en el sofá, manteniendo a Yongguk en un abrazo; sonrió sosteniéndole así, acurrucándose en su calor, acariciando en la cercanía su piel y adormeciendo sus sentidos con la fragancia del cuerpo ajeno hasta cerrar sus párpados.

Así se habían despertado esa mañana, juntos los dos en el sofá, con la televisión encendida en un bajo volumen.

El primero en despertarse, Yongguk, se sorprendió de encontrarse entre los brazos de Himchan, de inmediato se sintió nervioso y tímido. Despacio para intentar no despertarlo se separó de él, sostuvo sus manos y en una caricia suave las separó de su cuerpo, zafando así del abrazo.

Observó al menor con ternura y la cálida sonrisa acompañó su apaciguada mirada aun adormilada, se arrodilló junto al sofá y con la yema de sus dedos acarició con suavidad sus mejillas, subió haciendo círculos con su pulgar en la piel hasta el cabello del menor. Unió su rostro al contrario, suspiró sobre sus labios y se separó una vez le acomodó un mechón de su sedoso cabello detrás de la oreja yendo hasta la habitación; de ella tomó una manta y de nuevo volvió a la sala, cubrió con ésta el cuerpo dormido sobre el sofá y luego apagó la televisión y las luces.

Le dejaría dormir hasta que solo se despertara, en un considerado acto él le esperaría, como suponía que Himchan le había tolerado mientras él se quedaba dormido.

Le dejaría dormir hasta que solo se despertara, en un considerado acto él le esperaría, como suponía que Himchan le había tolerado mientras él se quedaba dormido

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Era una mañana común en Seúl, otra vez soleada y con un cielo celeste, radiante, Youngjae miró hacia éste entrecerrando sus ojos por la luz, sintiéndose un vampiro llevó su mano frente a su rostro como si buscase esconderse del sol. Suspiró algo fastidiado, había llamado a un amigo la noche anterior para que le rescatase, teniendo que dormir en un incómodo sofá extrañando su agradable cama.

Never give UpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora