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Capítulo 45: Navidad

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Cajas.  Más de diez cajas apiladas en el salón.  Clive se levantó y corrió a abrirlas.

Volvieron a llamar a la puerta y entraron dos hombres cargando un abeto natural mayor que William.

-¡Sorpresa!  - gritó Clive abrazándolo – Vamos a decorar la casa.  Este año haremos unas Navidades perfectas.

-¿Todas esas cajas son...?

-¡Sí!  Son adornos. 

William no respondió.  Dejo que Clive fuese sacando todo y miraba con ojos incrédulos todo ese brillo y ese cristal y los adornos de madera pintados de colores brillantes.

Esperó pacientemente callado hasta que todos se fueron.  Hasta que incluso Keith se fue a acostar.

Y Clive miró con orgullo su obra maestra.

Había tanto brillo por la casa que William sentía que le dolía la cabeza.

-¡Se ve perfecto!  ¿Verdad, amor?

William no respondió.  Clive se le quedó mirando.

-¿Cielo? ¿Te sientes bien?

-Estoy bien.

-¿Qué te parece?

-Es horrible.

Clive abrió la boca y luego la cerró.  Volvió a abrirla, nervioso.  Se giró para comprobar cómo había quedado el salón.  Seguía viéndolo hermoso, cálido y festivo.

-¿William?

-¿Para qué tanto adorno? No lo entiendo.  Y un árbol tan enorme.

-Para... para sentirnos cómodos y en un ambiente festivo.

-Me parece que no.  Me parece... excesivo e innecesario.  Un derroche de tiempo, dinero y energía.

Clive apretó los labios.  Se movió nervioso.

-Mañana le pediré a Keith que lo retire todo.  Quizás nos devuelvan el dinero si lo devuelvo mañana.  Perdón, no pretendía causar ninguna molestia.  Si es necesario puedo quitarlo yo ahora y...

-Clive.

-Al menos puedo quitar las campanillas.  No quiero que el gato rompa ninguna, para poder devolver el juego completo.

-Clive...

-Lo siento.  Lo siento mucho, no volveré a hacer gastos tan excesivos sin pedirte permiso...

-Clive, para.  He sido un cabrón.  Perdóname.  Deja de quitar esos adornos.

-No tardo nada...

-Me gustan.  Son unas campanillas preciosas.  Déjalas ahí, mi amor. 

-Las odias.

William se acercó y le quitó las campanillas de las manos.  Luego las colocó una por una en el árbol.

-No llores, Clive, por favor.  – Se volvió hacia él – No mereces llorar por una manía estúpida mía y mucho menos mereces pagar la frustración que tengo hoy.

-David me prohibía decorar nada, ni tampoco me dejaba asistir a ninguna celebración.  Él decía... decía que era un derrochador.

-Soy un hijo de puta -William le besó, acariciando sus labios con suavidad – Mi madre murió tres dias antes de Navidad.  Tuve que empezar a hacerme cargo de toda la familia, mis hermanos, asumir todos los títulos y el dinero.  Tenía catorce años.  No volví a celebrar la Navidad.  Siempre me emborracho en soledad después de la cena pero este año va a ser distinto.

-Este año nos tenemos.

William le abrazó y Clive sonrió sollozando contra su cara. 

-¿Estas molesto por lo de Jason?

-Y celoso por verte cerca de Mariano.

Clive se ruborizó. 

-El no me gusta.  Mi alfa, mi todo, eres tú...

-Creo que alguien por aquí tiene calor y no es por la chimenea...

Clive suspiró cuando William tomó sus labios y besó fuerte, acariciando el interior de su boca con la lengua.

-Si vuelvo a comportarme como un idiota, jura que me vas a poner en mi sitio porque no puedo verte llorar.

-Tienes el pulso acelerado y tus ojos brillan.

-Mi lobo quiere salir.

-Qué salga.  Quiero verlo. 

-Hemos llegado a casa -Liam saludo al mayordomo y Niall entró tras él en su hogar de Londres.

Aunque aún pálido y cansado, estaba recuperado de la pérdida sufrida semanas antes.

Su abuela entró tras ellos.

-Zayn y Harry dijeron que vendrán mañana a comer -dijo ella.

-Seguro que mi madre ya sabe que estoy en Londres.

-Mañana haremos esa misa por el bebé.  Lo va a saber y quiero que estes tranquilo.  Voy a pedir al doctor que atendió a Harry que te examine. 

-Quiero volver a intentarlo el mes próximo, en el celo de enero.

-Haremos lo que diga el doctor.

Niall se sentó en el sofá.

No necesitaba que su madre se lo recordase para saber que había fracasado como omega.