Capítulo 56: Una noche oscura

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William estaba atontado por el láudano que le habían recomendado tomar esa noche para soportar los dolores del pie cuando Keith llamó a la puerta del cuarto.

-Adelante -dijo Clive, que seguía despierto.

-Señores, ha venido una pareja de la policía que quiere hablar con ustedes.

-Dios mío -Clive dejó el libro que estaba leyendo -Por favor, sírvales un té y pídanles que suban.  William no puede moverse.

Keith asintió y en unos minutos los policías entraron en la habitación.

-¿Señor William Tomlinson?

-Soy yo -William se sentó con torpeza – perdone, tengo lesionado un pie y estoy tomando remedios...

-Tranquilo.  Hemos venido porque su sobrino Louis Morgan ha sufrido un accidente junto con su esposo y ustedes son los contactos familiares cercanos.  Otra patrulla está avisando a la familia Morgan. 

-¿Un accidente? ¿Qué clase de accidente? -dijo William.

-El coche en el que viajaban fue asaltado a pistola.  No se llevaron nada así que estamos investigando el asalto y en cuanto sepamos algo se les informará.  El cochero, el señor Jones, murió a causa de un proyectil en la sien.  El señor Jason Morgan resultó con herida de bala en hombro y está siendo atendido en su casa en estos momentos, lo mismo que el señor Louis Morgan, que recibió varios impactos de cristales en cara y brazos pero se encuentra en su casa.

-Vamos ahora mismo... -William trato de levantarse pero la habitación empezó a girar.  Aguanto las náuseas y volvió a tumbarse – No puedo.  El láudano...

-Yo iré -Clive se inclinó para besarle -Keith se quedará contigo.  Volveré en cuanto sepa algo... por favor, te necesito más descansado que nunca. 

-Envía a un mensajero cuando sepas algo.

-Lo haré, mi amor.  Lo haré.

-¿Atacados?  Dios mío, se supone que este barrio tiene seguridad, se paga para que haya patrullas... y por sacar un poco de dinero...

-Señora Morgan -interrumpió la mujer policía a la llorosa omega- señora María Morgan, no fue un robo.

-Si no fue un robo, ¿Qué pudo ser? -intervino Cathleen – es obvio que tuvo que ser un robo.

-Aun no hemos podido hablar con su hijo y su esposo, su hijo está inconsciente y su esposo está en shock.

-Oh, Dios -María rompió a llorar - ¿y el bebé?  Louis espera un bebé...

-María, eso es lo menos importante ahora mismo, nuestro hijo ha sido herido...

-Deberían hablar con los doctores -dijo la mujer mirando a Cathleen con cierto desprecio – las heridas del señor Morgan son graves y su esposo tenía sangre en el rostro...

-Iremos ahora mismo -dijo María levantándose.

-El tema es que por el modo en que fue ejecutado el cochero y cómo dispararon al señor Morgan parece un ajuste de cuentas por honor.

-Cuándo sepan algo nos lo dicen -dijo Cathleen – Ahora, queremos ir junto a nuestro hijo. 

La policía se fue.  María ya se estaba poniendo la capa.

-Dios bendito, no entiendo nada... Cathleen... ¿por qué estas tan pálida?

-Por nada.  Estoy bien.  Solo estoy nerviosa. Vamos.

María le sujetó del brazo.

-No me gusta que me mientas.

-María, no te estoy ocultando nada.

-Eres la alfa.  Si es un asunto de honor, eso involucra a alfas.  ¿Sabes algo?

Cathleen apartó la mirada.

-No.  Vamos a casa de Jason.  Necesito saber que está bien. 

-Jason...

Louis trataba de que le dejasen pasar al cuarto anexo al suyo, el matrimonial, pero no lo hacían.  El doctor había ordenado a la enfermera ir atendiendo a Louis mientras detenía la hemorragia del hombro de Jason.

-Aspire -dijo el doctor poniendo un pañuelo empapado de cloroformo bajo la nariz de Jason – aunque tenga muchas ganas, no se transforme.  Es más fácil extraer la bala si no hay pelos. 

Jason asintió.  Estaba mareado y el brazo le dolía demasiado.  Apenas recordaba el trayecto a casa y quería tocar a Louis y saber que estaba bien...

El cloroformo le atontó. 

Pero cuando el doctor usó la pinza para abrir la herida y buscar la bala el dolor superó a la droga.

Apretó los dientes.  Un alfa no grita, se repitió a sí mismo.  Pero era difícil cuando sentía su brazo arder de puro dolor. 

Gimió y gritó cuando la pinza localizó el proyectil y lo sacó, abriendo sus carnes hacia fuera.  El doctor depositó la bala en una bandeja. Estaba sucia de sangre y de piel.  Su piel.

Jason se mareó de nuevo aunque probablemente por el chorro de sangre que salía.  El doctor invirtió más de una hora en cortar la hemorragia, desinfectar y cerrar la herida. 

En el cuarto de al lado, la enfermera seguía sacando cristales del rostro de Louis.  No eran grandes, pero eran al menos diez.

-No dejará marca.  Eran muy pequeños.  Por favor, tiene que tranquilizarse.   Por el bebé. 

-No puedo...

-El doctor va a revisarle ahora mismo...

-Estoy... me cuesta respirar.  Me duele.

-¿Le duele?

-Si...  abajo.

-Quieto.  ¡Doctor Smith!  Venga con urgencia.

Louis cerró los ojos.  Estaba asustado.  El doctor le abrió las piernas y levantó la cabeza hacia la enfermera.

-Rápido, hay que cortar la hemorragia.  También hay que bajarle la velocidad de la sangre y calmarlo.  Busque uno de esos ungüentos que ayudan a que el útero no se contraiga.  Si no, va a parir y es demasiado pronto. 

Louis perdió el conocimiento. 

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