Capitulo 51.

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—Cuando entramos en el pueblo me fijé en un letrero que anunciaba la venta del pueblo. ¿Va en serio?.

Mónica frunció sus labios bien perfilados.

—Es cosa de esa mujer odiosa, Nita Garrison. Algunas personas no merecen que se hable de ellas. Mejor hablemos de otra cosa.

—Pero, ¿es cierto? —preguntó Blue—. ¿De verdad ha puesto el pueblo a la venta?

—Supongo que dependerá de lo que consideres el pueblo.

Blue iba a preguntarle qué consideraba el pueblo, pero Mónica ya estaba llamando a las personas que habían quedado rezagadas en los pasillos para poder presentarlas.

Lograron escabullirse diez minutos después.

—Rompo el compromiso —gruñó Blue mientras seguía a Justin al coche—. Das demasiados quebraderos de cabeza.

—No te preocupes, cariño, nuestro amor es lo suficientemente fuerte para sobrevivir a los duros golpes de la vida. —Se detuvo junto a una máquina expendedora de periódicos.

—Presentarme como tu prometida te ha hecho parecer rídículo a ti, no a mí. —dijo ella—. Esa gente no es ciega. No pegamos ni con cola.

—Tienes serios problemas de autoestima, Blue. —Buscó cambio en el bolsillo.

—¿Yo? Vuelve a intentarlo. Nadie se creerá que un cerebrito como yo se sienta atraída por un cabeza de chorlito como tú. —

La ignoró y compró un periódico.

Blue se le adelantó

—Antes de ir al supermercado, necesito buscar trabajo. ¿Por qué no almuerzas mientras miro algo por ahí?

Él se metió el periódico bajo el brazo.

—Ya te lo he dicho. Trabajas para mí.

—¿Haciendo qué? —Lo miró con los ojos entornados-—. Y, ¿cuánto pagas, por cierto?

—Eso no debe preocuparte.

Él llevaba toda la mañana de un humor pésimo y eso empezaba a molestarla.

No era culpa suya que la madre de Justin se estuviera muriendo.

Bueno, sí, era culpa suya, pero él no lo sabía, y no debería pagarlo con ella.

Cuando llegaron al supermercado, hubo más presentaciones de gente que le daba la bienvenida al pueblo.

Él se mostraba cordial con todo el mundo, desde el dependiente con espinillas a un pobre viejo lisiado con una gorra de los veteranos de guerra.

Los niños estaban en la escuela, pero acarició cabecitas de bebés, tomó puñitos llenos de babas entre sus grandes manos, y conversó con una adorable niña de tres años que se llamaba Reggie y no quería usar el orínal.

Justin era a la vez la persona más egocéntrica y decente que había conocido, aunque la parte decente de él parecía pasar olímpicamente de ella.

Mientras Justin ejercía de relaciones públicas, ella aprovechó para hacer las compras en el supermercado.

No había mucho dónde escoger, pero sí tenían lo necesario.

Se encontró con él en la caja, donde tuvo que permanecer con la boca cerrada mientras él sacaba la VISA.

No podía continuar así.

Tenía que ganar algo de dinero.

*

Juego de Seducción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora