35. «Tú&Yo♡»

3.3K 157 156
                                    

Juntaron sus labios en otro beso, pero en uno más reposado y cuidadoso en examinar pausadamente cada milímetro de sus sensuales pieles. A raíz de esto, algo la impulsó a actuar con un poco de salvajismo y apresó su cintura con las piernas. Al atraerlo, entonces su virilidad despierta le envió el calor más agónico que jamás hubiese experimentado.

Era una novedad de la que ya había estado más o menos enterada, pero desfalleció en sus brazos y gimió en su boca, gesto que él recibió con gusto porque emuló su sentir y gimió con ella tal cual uno fuese el reflejo del otro. Sabía que se había dado cuenta. ¿Sería una tonta por considerar increíble que Jungkook reaccionase de ese modo al estar con ella? ¿Qué milagro tendría que pasar para que una cosa así sucediese? Eran pensamientos de primeriza. Jamás había entregado a nadie su corazón, su mente, alma y su cuerpo.

Con esa posición, un cosquilleo se ancló pues a la longitud angosta que formaban sus caderas. En su feminidad habitó una sensación gravitatoria cuando tuvieron sus centros tan cerca el uno del otro. Descubrió que la llamarada de su amor por Jungkook subía hasta su punto más frágil; no recordó una sola vez que se hubiera sentido tan... necesitada, tan lista para nadie. Cada poro de su piel se abrió para recibir algo que no estaba segura de digerir en una óptima forma al llegar el momento.

Arqueó la espalda con lo que sucedió después de un segundo. La discordia de su feminidad por querer ser mutilada la hizo arder de placer. Jungkook deslizó los dedos lascivamente por su cintura, sus caderas y el inicio de su culo, creando un maravilloso fenómeno eléctrico. Se supo querida y deseada. Jungkook la mataría con aquellas caricias hechas sólo para ella. Aunque no quiso quedarse atrás. ¿Cómo podría retrasarse cuando era él quien estaba arrancándole la vida?

Formaron su placer de caricias erógenas y una actitud sexual y sensual a partes igualitarias. Pegando más su cuerpo al abrazarlo por el cuello, con deliberación frotó sus pechos por sus compactos pectorales. El resultado fue instantáneo. La voz de Jungkook sobre su boca expresó un mar enfurecido de sentimientos y sensaciones mientras susurraba lo mucho que la quería, deseaba y la fuerza con que deseaba tomarla esa noche.

De repente lo observó apartarse.

—Cierra los ojos y no los abras por nada —le dijo, ralentizando el tiempo.

Aceptó con sumisión su partida y obedeció su orden. ¿Qué panorama quería preparar para ese instante? Imaginó un sinfín de situaciones diversas presentarse frente a sus ojos y realizó un intento firme por controlar sus emociones, pero estas la controlaron al final.

Sin resistir la curiosidad, abrió los ojos con lentitud. Entonces el encuentro de estampida con aquella imagen la hizo temblar. Dentro de su pecho se produjo el sonido semejante al del impacto de un coche en alguna acera. Jungkook se había quitado la camisa con el propósito de depositarle en el frío y limpio suelo de granito de ese almacén. Por más que quiso encontrar algo igual, no consiguió hallar nada parecido para hacer una comparación. Y era muy obvia la razón. Jamás había presenciado la naturalidad masculina de nadie.

Se hubiera reído de los puros nervios, pero estaba descontrolada por la danza de sus deseos e impulsos. Sintió la necesidad de degustar todo lo que estaba viendo. Jungkook era el boceto de lo que cualquier persona podría soñar en un hombre.

A lo lejos esbozó las características de su cuerpo al desnudo, mismo que pernoctaba sin fijarse en ella ya que todavía no se daba cuenta de que había desobedecido su orden de no abrir los ojos. ¿Sería menos culpable si admitiera que él era lo único que necesitaba ver ahora? Continuó su boceto y no se amilanó cuando los ojos del chico se lanzaron como una brasa caliente a su mirada perdida en su cuerpo esculpido. Ya a una mejor disposición visual, jadeó al precisar sus músculos abdominales. ¡Quiso tanto burlarse de sí misma! Encontró inadmisible que hubiese considerado la opción de que no podría con ella al hacer las cien flexiones si perdía. Ese castigo que le puso debió ser como un chiste de lo más cómico para él.

Deja VuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora