07 ┇fin del juego

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El lunes llegó.

Lastimosamente para muchos, pero más para Stan. No quería ir pero si faltaba y su padre se enteraba seguro le pondría una gran regaño.

Cargaba consigo unas grandes ojeras, no había podido dormir casi nada por dos razones:

La primera era que sus amigos le llamaban por teléfono e incluso desde la ventana de su cuarto todo el día y noche. No se atrevió a verlos después de lo qué pasó con Mathilda.

Que esa es la razón número dos, podía soportar el ruido pero no eso, ¿qué fue lo que había pasado? Ella lo beso, y el a ella. ¿Cómo pudo haberlo hecho? Se sentía el peor ser humano, ella tenía novio, y sus amigos estaban locos por ella, y el lo sabía...

Pero el no sabía lo que sentía, si bien siguió el beso, pero fue más por impulso que por otra cosa. Su cabeza era un revoltijo en esos momentos.

Y con lo qué pasó después del beso fue aún más extraño y quedó todavía más confundido.

En cuanto comenzó a salir la gente y al escuchar alboroto se separaron inmediatamente, al menos nadie los había visto. Se miraron unos cuantos segundos y cuando el quiso decir algo ella salió corriendo como alma que lleva el diablo, mientras que el quedó mudo en la acera sin poder moverse. No fue hasta que vio a sus amigos en la entrada del auditorio diciendo sabrá Dios que cosas pero lo que si pudo notar fue que no se veían para nada felices, así que hizo lo mejor que pudo hacer en ese momento:

Huir

Corrió hasta su hogar dejando olvidada su bici en la escuela , cuando llegó a su casa subió rápidamente las escaleras y se encerró en su cuarto, y estuvo ahí todo el fin de semana, solo salió para comer y hacer sus necesidades. no podía dejar de pensar en otra cosa... no quería pensar en otra cosa.

Justo ahora iba caminando hacia la escuela ya que había dejado olvidada su bicicleta el viernes, solo esperaba que no la hubieran robado y tampoco podían llevarlo sus padres; su madre iba a trabajar muy temprano y su padre tenía que estar en la iglesia a la misma hora que el en la escuela, tampoco podía llevarlo, y mucho menos pudo ir a pedirle un aventón a sus amigos. Prefirió caminar, aclarar su mente e ideas y pensar bien que le iba a decir a todos hoy.

Pero eso jamás podría ser.

En su camino al pasar a lado de un callejón sintió como unas manos lo jalaban desde adentro para arrastrarlo hasta el fondo donde ya no se veía nada.

Ahí pudo ver a Mathilda que tenía el ojo derecho morado y los ojos rojos con lagrimas.

Giro para tener una mejor vista y saber que era lo que estaba pasando.

De las sombras salieron Henry y su pandilla, los cuales no tenían ni una pizca de compasión en sus ojos.

—H-Hen...—intentó hablar el menor pero inmediatamente fue interrumpido por un puñetazo por parte de Henry.

Quedó tendido en el piso boca arriba con miedo de moverse. Al menos el golpe contra la acera no fue tan duro gracias a que su mochila había amortizado el golpe. Pero igual está pálido del terror y los escalofríos que sentía, estaba frito, totalmente.

—¡Cállate! ¡El único que va a hablar aquí soy yo!— gritó con toda la furia contenida que tenía.

Henry había tenido tantas ganas de hacer eso desde el momento en que le dijeron que un niño tuvo la valentía de meterse con su querida novia. No lo iba a permitir, su reputación estaba en juego, además, un perdedor no le iba a robar a su chica, eso jamás. La amaba tanto como la odiaba en estos momentos.

ℓღsєʀs ; it   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora