27 ┇Amor o muerte

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Trago duro al verlo jugar de forma muy concentrada en las maquinitas al Street Fighter, según le había contado era su juego favorito y aprovecharía todo el verano para jugar lo más que pudiera y ser el mejor de arcade y que su nombre al fin apareciera en los cinco grandes con mejor puntuación.

Comenzó dando dos pasos dispuesta a acercarse a su amado pero al ver a Henry pasar por la puerta de atrás entrando al arcade y volvió a esconderse detrás de una máquina lejos de la vista de ambos chicos.

Bowers intimido a todos con su dura mirada hasta que paro en Richie Tozier. Sonrió malévolo y se acercó sigiloso al concentrado chico el cual aún no había notado su presencia.

— ¡Cuatro ojos! — saludo de repente desconcentrándolo y haciendo que pierda en su jugada.

— H-Henry... — suspiro tembloroso.

Mathilda frunció el ceño mientras los espiaba, no entendía que tenía que hacer Bowers hablando con Richie. Solo esperaba que el rubio no los hubiera descubierto, no quería que nada le pasara al pelinegro.

— ¿Ya conseguiste la información que te pedí? — preguntó el mayor en voz "baja", pero claro que la chica de cabello corto lo escucho.

Richie asintió rápidamente nervioso, solo quería quitarse a a ese gorila de encima.

— ¿Y...? — Insistió.

— Mathilda no está con Stan.

La anterior nombrada abrió los ojos sorprendida mientras que Henry sonrío orgulloso.

Mathilda tapo su boca con su mano para evitar reír, Henry a veces era tan ingenuo y la situación era tan irónica, mira a quien fue a preguntarle si ya andaba con alguien más.

Se lamió los labios y le restregó en tono cínico al pequeño

— Hoy ceno doble, niño. — Le dio unas cuantas palmadas en los hombros para después salir del local galante dispuesto a buscar a su ex-novia.

Si tan solo supiera que ya la dejo atrás.

Richie en cambio suspiro sacando toda la tensión del momento y giro a la máquina de juegos pero ya no quiso ni tocarla.

Volvió a recordar todo el asunto con Mathilda y Justo acababa de ayudar a Bowers a tenerla de nuevo, se odiaba mucho.

Igual que el rubio también salió del arcade y de su bolsillo sacó en yoyo que su abuelo le regaló por su cumpleaños hace unos meses, el cual aún estaba aprendiendo a usarlo.

Tenía mucha práctica y habilidad con las manos por apretar muchos botones al mismo tiempo y rápido pero este simple juguete antiguo lo dominaba. Así como ella lo dominaba.

Enredo su dedo anular y soltó el yoyo pero al levantar la mano este no volvió a subir. Resoplo molesto y volvió a intentarlo y falló nuevamente.

Cuando estaba por hacer su tercer intento sintió una pequeña mano en su hombro.

— ¿Necesitas ayuda? — preguntó Mathilda con voz dulce.

Richie la miro como hace mucho no hacía, estaba tan hermosa como siempre, la extrañaba tanto, pero su orgullo podía más.

— Bowers se fue por allá. — Señaló la calle donde vio al rubio por última vez desinteresado haciendo que a Mathilda se le rompa el corazón por su indiferencia.

— Rich... — junto sus manos nerviosa — ¿podemos hablar?

— No se de que quieres hablar... — tomó el yoyó frustrado por fallar una cuarta vez — Henry nos lo dijo todo ¿acaso me lo quieres restregar en la cara?

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