U N O

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El sonido de las palomitas de maíz en el microondas me distrae, el olor se expande por toda la cocina e invade mi olfato

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El sonido de las palomitas de maíz en el microondas me distrae, el olor se expande por toda la cocina e invade mi olfato. «Hmmm, delicioso», pienso mientras sonrío, vertiendo la Coca-Cola en mi vaso.

Este es mi momento favorito del día, lo único que me emociona de todas las horas que paso en esta casa. Saco las palomitas del microondas y tomo el vaso con la otra mano para caminar a mi habitación. A esto lo llamo la caminata de la felicidad. Un momento tan simple que, sin embargo, valoro con todo mi corazón; es interesante cómo apreciamos más cada pequeña cosa cuando hemos estado al borde de perderlo todo.

Me siento en la cama, poniendo las palomitas sobre la mesita de noche, y me coloco los audífonos, los cuales me aprietan la cabeza un poco, aunque sin molestar; además, no quiero unos nuevos, estos tienen mucho significado para mí. Abro la aplicación de radio en el celular y sintonizo la emisora de siempre. Me llevo una palomita a la boca, contando el tiempo: faltan segundos para que empiece mi programa favorito. El locutor del programa de las 6 se despide con tono animado y hay unos comerciales antes de que empiece el programa de las 7 p. m.

Cuando llega el momento, mi corazón se acelera de alegría al escucharle.

—Buenas noches a todos —dice esa voz que me gusta tanto y que ha sido mi compañera todo este tiempo—, gracias por sintonizar y estar aquí esta noche conmigo. Sin más que decir, les doy la bienvenida a su programa nocturno de preferencia: Sigue mi voz. Les habla Kang, su acompañante y amigo durante esta hora.

Kang.

La primera vez que lo escuché fue por accidente: mi hermana había dejado la radio encendida y yo estaba ahí, en la sala, aburrida jugando al Candy Crush en el teléfono. El programa de Kang comenzó y, cuando escuché su voz, tan suave y reconfortante, la forma en la que hablaba, en la que comentaba sobre los diferentes temas y las canciones que escogía, me atrapó en unos segundos.

Al principio, pensé que se trataba de alguien mucho mayor que yo, a pesar de lo joven que sonaba, porque tener tu propio programa de radio no era algo fácil de conseguir a corta edad. Pero, a medida que lo escuchaba, fui conociéndolo más y más. Está en último año de preparatoria, como yo, y ha tomado diversos cursos de locución. Es muy inteligente; lo sé por la forma en la que habla, con esa seguridad que tienen las personas que saben muchas cosas y que están completamente seguras de sus conocimientos.

No tengo ni idea de cómo luce y tampoco tengo intención de averiguarlo. Me gusta esto, esta sensación platónica y despegada. No quiero más, eso sería complicar las cosas y por ahora no puedo permitírmelo. Esto es suficiente.

—Esta noche tenemos una hermosa luna llena, ¿la han visto? Si están en casa, quiero que vean por su ventana en este momento; si están conduciendo, por favor, mantengan sus ojos en el camino, tendrán tiempo para verla más tarde.

Me levanto y me paro frente a mi ventana; él tiene razón, como siempre: la luna se ve clara y espléndida esta noche.

—En noches como esta, me pongo a pensar en la infinidad y perfección del universo. —No despego mis ojos de la luna—. Somos tan pequeños comparados con el tamaño de nuestra galaxia, y aun así tenemos días donde sentimos que todo gira a nuestro alrededor. Los seres humanos podemos llegar a ser muy engreídos cuando nos lo proponemos, aunque también podemos ser maravillosos, supongo que todo tiene ambas caras de la moneda.

Presiono la mano contra el vidrio de la ventana y delineo con el dedo la figura de la luna, tan perfecta. Quisiera ser como ella. No quiero ser este cascarón defectuoso que sobrevive cada día.

—Quiero comenzar con una canción que me gusta mucho una de una banda local, espero que la disfruten.

Comienza con una melodía lenta, melancólica:

Solo quiero un momento

para procesar y asumir

todos estos sentimientos.

Tú eres el silencio,

la calma a esta tormenta,

la cura al dolor y a lo que siento.

Por favor no te vayas,

por favor no te vayas.

Me faltan las palabras,

me duelen los silencios,

me arden las miradas

y me quema lo que siento.

Lo que siento...

Lo que siento por... ti.

No sonrías si no es de verdad,

no me ames si no es real.

no me mientas por lastima,

solo ámame en nuestra realidad.

Nunca busqué perfección,

ni sueños exquisitos ni adoración,

solo me fijé en la chica linda,

de ojos oscuros e implacable corazón.

Por favor no te vayas,

por favor no te vayas.

Me faltan las palabras,

me duelen los silencios,

me arden las miradas

y me quema lo que siento.

Lo que siento...

Lo que siento por... ti.

Hay un silencio cuando termina el tema y escucho a Kang suspirar antes de tomar el control. —Bastante sentimental la canción, ¿no? Acaban de escuchar Lo que siento, por la banda local P4. No olviden apoyar el talento local siguiéndolos en sus redes sociales y escuchando sus canciones.

He vuelto a la cama para tomar un sorbo de Coca-Cola.

—Escogí esa canción para empezar el tema de hoy: ¿Alguna vez han sido abandonados o les han roto el corazón? Recibimos mensajes a diario de personas pidiendo canciones de despecho. Creo que el amor es un sentimiento increíble, pero puede acarrear muchas otras cosas no tan increíbles, si no es correspondido o si es despreciado.

El amor no es algo que haya cruzado mi mente en este pasado año, porque no fue hecho para personas como yo: defectuosas y sin valor. En cambio, sí parece ser algo hecho para gente como Kang: exitosa y con un amplio futuro por delante. La curiosidad me carcome, y espero a que él nos cuente sobre ese aspecto de su vida. Eso es lo que más me gusta de su programa, él habla primero de manera general y luego nos da su opinión y vivencias del tema.

—Tengo que admitir que nunca me he enamorado, así que tal vez mi opinión sobre esto no sea precisa, no obstante sí he observado a muchas personas enamoradas; he visto el efecto que tiene este sentimiento: en algunos casos cambia a las personas para mejor, y en otros no tanto. Pero no te preocupes, si te han roto el corazón, sanará con el tiempo y encontraras una persona que te hará el doble de feliz. Como siempre les digo...

—Tenemos que aprender de lo malo, comenzar a pasar página para luego seguir adelante —digo con él.

—Nos iremos con otra canción y, cuando volvamos, leeré algunos de sus mensajes de texto acerca del tema de esta noche. No olviden que el número de contacto es...

Procede a dar el número y deja que empiece el siguiente tema. Me lo sé de memoria, a pesar de que nunca he enviado un mensaje a su programa. ¿Para qué? Como dije antes, estoy bien con solo esto, no necesito más, no quiero más, las complicaciones no son algo con lo que pueda lidiar ahora.

Así, Kang, me conformaré con escucharte, con disfrutar con emoción cada vez que empiezas tu programa y con como esa voz tan gentil que tienes me susurra Sigue mi voz.

Sigue Mi Voz ✔️(En librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora