Capítulo Nueve

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Kit había cortado la llamada de Aldana apenas se dio cuenta de que no quería tener nada que ver con ella, pero se arrepintió al instante. Por lo que había oído de la prisionera parecía que estaba dispuesta a volver a escapar de la justicia con tal de verlo a él, y esto lo hacía sentirse extraño. Como si haberse amado en distintos momentos los condenara a ambos a perderse de una experiencia que rozaba lo ilegal.

De cualquier manera no le importaba demasiado lo que sucediera mientras su vida no peligrase. Era mucho mejor tener a una reclusa enamorada de él que una con sed de venganza, y de cualquier manera ella no tenía posibilidades de salir al menos por un tiempo.

Unos minutos después Lorenzo se encontraba de vuelta en la mesa, con una cerveza en cada mano.

          —Estoy de vuelta. Ahora si... ¿No crees que sea hora de buscar mujeres?

Antes de que respondiera Kit alcanzó a distinguir una figura pelirroja del otro lado de la ventana al fondo del bar que lo distrajo de la conversación, pero al momento decidió ignorarla. Pelirrojas había muchas, y no era posible que unos minutos después de la llamada Aldana hubiera huido y encontrado a Kit así de fácil.

          —¿Tu crees? Bueno, como digas. Al fin y al cabo es tu noche, y te lo mereces —afirmó Kit sin mucho humor, mientras miraba alrededor en busca de alguna chica para distraer a su amigo—. Mira, hagamos un juego para que no te sea tan fácil esta vez. Te reto a conquistar a esa rubia del fondo pero sin pronunciar la letra i. Si fallas intenta de nuevo con cualquier otra, y cuando lo logres me llamas.

Tras estas palabras Lorenzo se alzó sonriente de su silla y se marchó directo hacia la rubia dispuesto a cumplir el desafío, lo cual le dio tiempo a él de poder salir al exterior y comprobar si Aldana efectivamente se hallaba allí. No creía que fuese una variante muy probable, pero no perdía nada con comprobarlo.

Apenas atravesó la puerta supo que se había equivocado totalmente, y al ver a Aldana Cates de nuevo frente a él volvió a sentir esa sensación tan extraña pero agradable que le comprobaba que no podría dejar de amar a esa mujer aunque quisiera. Sin embargo la pelirroja no le dio tiempo para pensar y antes de que pudiera resistirse lo tomó de los hombros con fuerza y le dio un largo beso que Kit correspondió sin dudar.

No obstante el beso no se detuvo allí, y sin dejarlo pensar un segundo sobre lo que estaba pasando Aldana empujó a su enamorado por la puerta y ambos entraron al bar sin dejar de besarse. Al percatarse de lo que estaban haciendo Kit intentó zafarse y decirle a la pelirroja que Lorenzo estaba con él, pero ella no lo dejó ir y caminando lo más rápido posible lo arrastró al baño de hombres.

          —Aldana... ¿Que se supone que estas haciendo?

Nuevamente esta no respondió, sino que metió al confundido Kit dentro de una de las cabinas del baño y luego de cerrarla lo arrojó encima del retrete. Él intentó resistirse a lo que estaba por venir, pero Aldana lo tomó de los brazos y lo obligo a quedarse quieto.

          —Te gustará... Confía en mi.

Aunque Kit no resultó demasiado convencido con la idea de tener relaciones sexuales con aquella mujer, en ese momento, en aquel lugar y sin ningún tipo de método anticonceptivo tampoco intentó resistirse porque no quería molestarla. Al ver que él estaba algo nervioso la pelirroja intentó desnudarse tan rápido como el pequeño espacio de la cabina se lo permitía, y la sola imagen del cuerpo desnudo de Aldana tranquilizó al antiguo juez antes de consumar.

Sin muchos más preámbulos la criminal comenzó a bajarle lentamente los pantalones lista para comenzar, y si bien Kit no parecía demasiado seguro sobre lo que estaban haciendo terminó de convencerse cuando acabaron, doce minutos después.

          —¿Porque no querías que lo hiciéramos? —le preguntó Aldana con curiosidad, mientras lo observaba con una sonrisa de satisfacción— A mi me gustó, no se a ti... ¿No eres virgen, verdad?

          —Claro que no —rió él, dejando a su acompañante más tranquila—. Es solo que soy más de los que esperan, especialmente para conocer mejor a la otra persona, saber que le gusta, si tiene algún tipo de enfermedad... Y tampoco quería que nuestra primera vez fuera en el baño de un bar.

          —Huí de prisión para venir a verte y si no hacemos algo me van a volver a llevar allí, así que yo creo que es mejor que nuestra primera relación haya sido en un baño público a que me atrapen sin haberte follado nunca.

          —Por eso te amo, Aldana —confesó el rubio, para luego besar a la pelirroja una vez más—. Y ahora que ya estas aquí y el destino nos quiso unir debemos encontrar una forma de salir de aquí sin que Lorenzo nos vea.

          —No te preocupes, mientras entrábamos al baño alcancé a ver una ventana en la parte de arriba y creo que podemos huir por allí. 

          —Podría funcionar, pero espero que Lorenzo no te haya visto. Si consiguió reconocerte y me vio besándote ambos estamos condenados, y yo no permitiré que te condenen de vuelta.

En ese instante la puerta del baño de hombres se abrió con fuerza, y la voz de Lorenzo retumbó en todo el lugar.

          —El juego acabó, colega. Ya es hora de que salgas para que veas lo que tengo...

Aldana contuvo una maldición, mientras hacía un esfuerzo para volver a vestirse lo más rápido posible. Kit hizo lo mismo, y una vez que terminó de volver a estar como antes apartó a Aldana a un lado y salió de la pequeña casilla del baño con los nervios invadiendo todo su cuerpo.

Cuando Lorenzo lo vio salir esbozó una sonrisa, y con esa sonrisa su amigo vio como todo su futuro con Aldana se destruía para siempre... Pero lo peor fueron las últimas palabras de su amigo.

          —Ya lo tengo.

Condenada Por El JuezWhere stories live. Discover now