Epílogo

48 3 0
                                    

Tras engañar a Kit para que cometiera suicidio el plan de Aldana avanzaba viento en popa, y solo le faltaba arreglar unos últimos detalles para poder escapar sin levantar sospechas. Lo más importante era actuar rápido si no quería que la descubrieran.

Lo primero que hizo fue buscar un papel y escribir una nota de suicidio, la cual luego colocó junto al cuerpo de Kit. En esta ponía "Aldana murió por mi culpa, por intentar salvarme del policía. Quemaré ambos cuerpos como corresponde, y luego me iré yo también. No puedo vivir sin ella, pero tras mi muerte la gente sabrá sobre nuestro amor secreto". Luego caminó hacia la ventana arrastrando el cuerpo de su antigua pareja, y tratando de que nadie la viese lo empujó por esta. La caída debería acabar con la integridad de su cuerpo, y si tenía suerte nadie se daría cuenta de que en verdad murió asesinado.

Una vez terminó con esa parte fue hacia la heladera y comenzó a arrojar bebidas alcohólicas donde el policía había muerto. Luego prendió fuego a una servilleta y la arrojó encima del cadáver del policía sin perder un solo segundo. Cuando el cuerpo estuvo tan pequeño como para ser confundido con dos personas Aldana arrojó agua sobre los cuerpos y los dejó en el medio de la sala.

Cuando terminó con esa parte del plan salió del departamento, se dirigió hacia las escaleras, bajó un piso y golpeó la primer puerta que encontró. La atendió una chica bastante joven, y al verla Aldana solo pudo sonreír. Antes de que alguien la descubriese allí afuera la criminal la tomó con fuerza por detrás y le colocó un cuchillo en el cuello.

          —¿Estas sola? Dime la verdad o te corto la garganta, pequeña.

          —¡Lo estoy! Acabo de mudarme aquí, pero por favor no me hagas daño. 

          —Necesito esconderme aquí por un tiempo, así que me llevarás a un lugar donde pueda quedarme sin que nadie me vea. Confío en que no llamarás a la policía, y a cambio yo te dejaré vivir. ¿Podrías ayudarme? La policía me busca por un crimen que no cometí y acabo de fingir mi muerte, así que solo me quedaré aquí por una noche. ¿Puedo contar contigo?

Pese a encontrarse bastante asustada la chica asintió con la cabeza, y esto puso feliz a Aldana. A la mañana siguiente las cosas habían marchado excelentemente, y después de que pasara un día entero Aldana finalmente decidió salir tras despedirse de la joven a la que había obligado a ocultarla.

Como se esperaba nadie se encontraba vigilando el edificio, y no se encontró a nadie salvo a Kit en la entrada... 

          —Espera... ¿Ese era Kit?

Asustada la pelirroja se dio vuelta y miró a aquel hombre, pero supo que se había confundido apenas lo observó mejor. ¿Realmente había creído que el hombre que amaba estaba vivo después de lo sucedido? ¿Y porque acababa de referirse a Kit como el hombre al que amaba?

Intentando no pensar en eso Aldana caminó apresuradamente en dirección al aeropuerto, pero se volvió a sorprender cuando en vez de guardias solo vio a dos Kits en la entrada del lugar.

          —¿Kit? No... Yo te maté. Hice que te envenenaras y tiré tu cuerpo por un edificio. No puedes estar vivo.

Los dos guardias la observaron con intriga, y Aldana se sorprendió al darse cuenta de que ninguno de ellos era Kit. Estaba en problemas y lo sabía; tenía que huir ya.

Antes de que alguien pudiera detenerla la mujer salió corriendo hacia la ciudad gritando el nombre de Kit, pero con tanta mala suerte que Lorenzo Marconi la escuchó. Lo siguiente que recordó Aldana fue volver a la prisión anterior, y una vez la encerraron no vivió por mucho tiempo más. Ella había decidido acabar su historia de amor con un final trágico, pero la culpa terminó por apoderarse de ella hasta acabar con su vida.

Esta fue la historia del Juez Christopher O'Brien y la homicida Aldana Cates, y de como una relación ilegal les trajo muchos problemas a ambos. 

Condenada Por El JuezKde žijí příběhy. Začni objevovat