Inmóvil

287 11 0
                                    

-Zed....

El susurro parece venir de una mujer. La voz es dulce y suave, no es como si quisieran despertarme porque algo malo pasara, sino como si solamente le gustara pronunciar ese nombre. ¿Qué acaso ese es mi nombre?, ¿Quién es esta mujer?, ¿Qué está ocurriendo?

Intento mover mis manos pero están demasiado pesadas y solamente me dejo llevar por el cansancio y me quedo dormido.

-No creo que despierte...

Esta vez, un hombre debe de estar dando algún tipo de diagnóstico a alguna persona. Al rato, una mujer parece comenzar a sollozar y otra voz masculina intenta calmarla pero ella responde:

-Este no es cualquier chico, Tom...- la respiración entrecortada no le permite terminar su oración pero luego prosigue-...es mi pequeño el que está aquí.

Pero el sueño me vuelve a invadir.

-Daisy, ya han pasado dos horas. Zed no va a despertar... Ya escuchaste al doctor, sus latidos son muy débiles y debemos dejar que dé el paso y pueda descansar en paz- dice el hombre que calmó a la mujer.

-Yo sé que mi hijo está bien. Él es fuerte. No puede estar así. Algo tiene que estar pasando- intenta justificar ella.

-Señora Miller, si usted así lo permite, nuestro personal médico podría intervenir para...- comenta el doctor pero no puede terminar porque Daisy grita:

-¿PARA MATAR A MI HIJO, DOCTOR?

-...para extraer sus órganos y donarlos a la caridad, como lo quería Zed.

Intento abrir mis ojos y ver qué está pasando. Un recuerdo fugaz viene a mi mente... Una mujer de unos 38 años de edad camina junto a un niño por la acera y ella lo ve y lo abraza fuerte.. Ese niño soy yo. Yo soy Zed, y esta mujer es mi madre adoptiva. Mi madre biológica me abandonó en la puerta de los Miller cuando yo era un bebé. Ella me acogió y me crió como su propio hijo. Sin embargo, nuestra sangre era distinta.

-Aún no entiendo por qué Zed nunca nos dijo que quería que al morir, su cuerpo fuera donado a la Universidad...- acota Tom (debe de ser mi padre adoptivo).

-Es comprensible- dice el doctor- los jóvenes suelen ocultar cosas a sus padres...

Los sollozos de Daisy vuelven a llenar la habitación.

Nuevamente, trato de hablarle y decirle que estoy bien. No recuerdo haber dicho nada de donar mi cuerpo.... ¡Ni siquiera estoy muerto! No puedo moverme, ni hablar, ni abrir mis ojos. Pero sí siento una pequeña aguja entrar en mi brazo esa noche.

-Lo siento, Zed. Necesitamos que tu madre entienda que para ella estás muerto.. Pero dentro de un tiempo, volverás a nacer. Serás... "mejor". Necesitamos que el mundo entierre al chico que va a la universidad y tiene vida. Para que nazcas, necesitamos que mueras. 

Siento un pinchazo y vuelvo a dormir profundamente....

A veces creo escuchar los lamentos de Daisy... Las palabras de consuelo de Tom... Escucho al doctor leer unas cláusulas de un contrato y otra vez las mismas palabras en la noche antes de recibir mi dosis de ese sea-lo-que-sea. Pero antes de volver a dormir, le agregan algo a estas frases:

-Mañana despertarás... 

La orden secretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora