Tres hombres

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Era como un laberinto, pero ya conocía algunos corredores, pasadizos e incluso escondites. Cate y yo corrimos hacia la zona que debía de ser el comedor del personal, ya que había dos filas de mesas paralelas rodeadas de al menos 40 sillas cada una. 

-80 no es mucho contra nosotros- bromeé, jadeante.

-Mira esa pared, cerebrito- comentó Cate.

Un gran panel disponía los horarios de comida de los grupos A,B y C. Mis ánimos cayeron por los suelos y seguí buscando una forma de escapar. 

-¡Por allá!- exclamó ella- es la cocina.

Corrimos hasta una puerta al otro lado de la habitación, la atravesamos y nos encontramos en  medio de otro laberinto de utensilios para preparar alimentos. Buscamos por todas partes una salida de emergecia o incluso algún botadero de desechos, pero solo encontramos paredes. Cuando íbamos a volver a salir, un par de hombres vestidos con trajes militares negros y con cascos y escudos entraron por la puerta.

Cate y yo nos agachamos y esperamos. Justo cuando creímos habernos librado, tres soldados más entraron al lugar. Yo estaba espiando todo, pero uno de ellos me vio y comenzó a avisar a sus compañeros del avistamiento. Me agaché y comencé a prepararme para luchar. Entonces la puerta se volvió a abrir y todos se giraron hacia la persona que acababa de entrar justo a tiempo para recibir el golpe. Una especie de onda de humo morado y naranja se expandió en forma circular desde la figura que entró y hasta chocar contra las paredes. Golpeó las caras de todos los soldados, que cayeron inmediatamente al suelo. 

-¿Zed?- escuché.

-¡Mamá!- sin pensarlo, me levanté para encontrarme cara a cara con una nueva especie de monstruo. Este no era un lobo o un demonio, sino que más bien aparentaba ser una mujer con un vestido morado pegado al cuerpo. Sus ojos eran naranjas y su pelo era del mismo color. 

Entonces comprendí que era una trampa. Y había caído. 

Ella comenzó a acercarse a mí con sus tacones resonando por la cocina y con una velocidad extremadamente lenta, como si gozara el momento.

La ira de que utilizaran a mi madre en mi contra me llenó de rabia y solo puedo pensar en una cosa que se asocia a la ira: fuego. Mis manos comenzaron a arder y cuando las miré, eran de un color intenso, mas como si estuvieran cubiertas de sangre y esta estuviera brillando. Levanté mi  mano extendida hacia donde estaba ella y desde mis manos comenzó a salir una cascada de fuego. El bulto que se formó en el suelo comenzó a amontonarse y tomar una forma extraña. Era como si estuviera creando mi propio monstruo. 

Pero entonces una pequeña luz morada iluminó el cúmulo y este comenzó a ennegrecerse.

-No teman, chicos- nos calmó la mujer. Pero llevaba una gabacha. No era de confiar.

-Soy la doctora Queen. Vengo a ayudarles.

Cate apareció detrás de ella de la nada e intentó tomarla de la boca para acallarla y matarla. Estaba preparando sus puños de sombra, pero justo antes de poder tocar a la doctora, sus ojos brillaron y su imagen parpadeó y desapareció. Cate casi se cae cuando tomó la nada con todas sus fuerzas.

-No pueden dañarme. Solo quiero ayudarlos-dijo, apareciendo cerca de la puerta al tiempo que destapaba su brazo y rebelaba un tatuaje negro de un árbol frondoso.

-¿Qué demonios es eso?- dije.

-El árbol guardián- me contestó Cate con asombro.

  Un golpe abrió la puerta y un soldado entró y la cerró tras de sí. Cate y yo nos preparamos para atacar, pero la señora Queen permaneció quieta. 

-Permítanme presentarles al comandante Weiler, es mi mano derecha y el primer infiltrado en las instalaciones. Él me enseño, al igual que él, a espiar a nuestros enemigos desde sus bases. 

El hombre nos hizo una reverencia, selló la entrada con una especia de llave como la que usé en mi celda y se acercó. Entonces, subió la manga de su traje y reveló otro tatuaje como el de la mujer.

Este árbol es la base de nuestra orden, chicos.-dijo la doctora- Ustedes son solo neos, personas que han sido extraídas de sus vidas para ser alteradas genéticamente por uno de los tres cristales Cromp que cayeron a la tierra hace muchos años.

-¿Cristales qué?- dije.

-Cromp. Era una antigua estrella de Saturno que se explotaba para extraer minerales y sustancias que nos ayudaran a desarrollar una vida sostenible en la Tierra. Pero en cuanto se descubrieron las propiedades de mutación de esa estrella y los riesgos de destrucción que contraía su uso inapropiado, los viajes a ese lugar fueron prohibidos. Aún así, un grupo de hombres organizó un vuelo a la Cromp para extraer pequeños cristales para poder adquirir poder y controlar las fuerzas militares del mundo. Crear un mega ejército.  

-Alto ahí- dije- y ¿cómo es que Cate ya sabía de ese árbol?

El soldado, la doctora y yo miramos a la chica.

-Muchas veces he soñado con él. Mi madre me dijo que era un antiguo árbol que mantenía la paz en nuestro planeta, pero que solo era un mito.

-Increíble...- dijo la doctora- El maestro supremo ha seleccionado a los niños que fueron elegidos.

-¿Elegidos? ¿Qué está pasando aquí?- los miré, confundido.

-En el transbordador Sombra con destino a la estrella Cromp, iban tres tripulantes: un doctor, un soldado y un astronauta que pilotaría la nave. Cuando aterrizaron en el lugar, descubrieron que había minas por todo el lugar: todos los presidentes del mundo habían pactado la destrucción de una fuente de poder tan peligrosa, así que la habían minado; y era la misión del astronauta volar la estrella. Pero antes de hacerlo, en compañía de esos dos hombres, quebró un trozo de estrella en 3 partes y le entregó uno al doctor y otro al soldado. Luego volvieron a la nave y al volver a la Tierra, volaron la estrella. 

-¿Tienes idea de lo loca que te escuchas? - dijo Cate.

-Niñita- la miró con odio-, ¿te parece que poder lanzar sombras a los demás, o golpes de electricidad o bombas de veneno retráctiles es algo normal?

Weiler rió fuerte y la señora Queen prosiguió:

-Al contacto con la atmósfera terrestre, los cristales se volvieron poderosas armas con la capacidad de mutar a cualquiera que se sometiera a un alto contacto con ellos. Ignorando su poder, cada hombre poseedor de un cristal lo trató diferente. El astronauta lo colocó en su museo privado, el doctor comenzó a realizar estudios con él y el soldado comenzó a probarlo con sus personas de confianza. 

"Una noche, alguien irrumpió en el museo del astronauta y lo asesinó sin dejar rastro alguno. Entonces el soldado y sus seguidores más leales huyeron con el trozo de cristal hacia un lugar remoto, en donde encontró un árbol en el cual había toda una cueva subterránea, en donde escondió su cristal. Con el tiempo, supo que el doctor poseía dos de los tres trozos de cristal y estaba anunciando al mercado negro que pagaría lo que fuera por conseguir el trozo faltante. Así que el soldado y sus seguidores formaron una orden secreta que protegería el cristal de las manos del doctor, que luego se auto-proclamó como "el maestro supremo". Pero este hombre vil vive a expensas de adolescentes como ustedes. Les transforma, estudia sus poderes y luego los mata para crear un suero que se inyecta a sí mismo para rejuvenecerse y adquirir algún atisbo de poder nuevo."

-¿Qué ocurrió con el soldado?- dije.

-Conoció a una mujer, y todo su linaje ha protegido el árbol guardián. 

-Zed- intervino Cate- ¿por qué la has llamado "mamá"?

-Yo... no lo sé- dije.

-Fue un primer instinto. Me escuchaste cada noche por meses cuando iba a inyectarte el suero que te dejaba inmóvil. Cada noche susurrabas "mamá", y cada noche, te daba un beso en la frente y te decía "aquí estoy".

Una lágrima se deslizó desde su ojo naranja.

-Basta de cuentos. Tenemos que sacarlos de aquí. 

  

La orden secretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora