Nuevos juguetes

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Vi la furia en los ojos verde esmeralda de Tyler. Rápidamente me quité su gabacha y se la lancé.

-Podemos llegar a un acuerdo, doctor Alek- intenté mediar.

-¿Eres idiota? Nadie llega a un acuerdo con estos tipos- dijo Cate, poniéndose al frente mío-. Adelante- le dijo a los hombres que se hallaban frente a nosotros.

Alek sonrió y comenzó a transformarse en ese demonio negro mientras que Tyler comenzaba a convertirse en ese característico monstruo de color verde musgo, como si portada armadura militar.

-Qué demo...-dijo Cate.

-Te dije que había un lobo -respondí.

Cate volvió a concentrarse y su mirada se tornó fría y calculadora. Levantó sus dos manos y las sombras vinieron a su encuentro, creando una especie de guante de boxeo. Sentí una chispa de electricidad en mí  (era la típica adrenalina que sentía cuando me encontraba en peligro), pero esta vez fue diferente. Vi esa energía rebotando entre las paredes, así que corrí hasta una especie de rayo de luz, lo tomé y este se disolvió en mi cuerpo, causando que muchos rayos pequeños y azules recorrieran mi cuerpo de arriba a abajo. Cuando volteé hacia donde estaban los monstruos y Cate, noté que los tres me miraban con temor.

-¿Qué le está pasando?- sucitó Tyler con temor.

-¿Creés que eres el único con trucos, perro?- desafió Cate.

Golpeó con un puño de sombras al monstruo verde y este voló por el corredor, pero cayó sobre sus garras y estaba volviendo hacia nosotros a toda velocidad. La energía en mí me hizo correr a su encuentro y antes del choque, salté alto y, aún en el aire, tomé posición para realizar un golpe frontal contra el monstruo. Él también saltó, aunque más alto. Sin embargo, lo alcancé justo a tiempo para que mi puño impactara directamente en su costado. Vi cómo las chispas de electricidad saltaban desde la zona del impacto y un fuerte sonido de huesos quebrándose retumbó en mis oídos. 

Caí en el suelo nuevamente sobre mis rodillas y un puño aún cargado. Para desgracia de Tyler, la pared fue la encargada de recibir el impacto. Mas el gigantesco monstruo, cayó y no se movió. Cate atacó a Alek de la misma forma, pero el monstruo cortó el golpe con su ala. Luego tomó a Cate del cuello con una mano y luego la dejó caer hasta el suelo para, segundos después, desplomarse sobre ella. Con rabia, grité hacia él e intenté golpearlo, pero su ala volvió a protegerlo. 

Entonces, los aullidos comenzaron a resonar por todo el complejo. Tyler no estaba muerto, y el impacto de electricidad solo le había roto sus costillas y abierto una herida de la cual emanaba un gran pozo de sangre. El lobo estaba intentando levantarse, pero no podía. Iba a ir a asesinarlo antes de que diera la alarma cuando una fuerza me tomó por el pie: era la cola de Alek.

Lleno de ira, la tomé con mi mano y con el guantelete de electricidad la golpeé con tanta fuerza que vi cómo la electricidad se abría paso por el cuerpo líquido del monstruo hasta golpear su pecho y lanzarlo contra otra pared. 

Corrí hasta donde estaba el lobo, lo tomé del cuello y presioné con todas mis fuerzas. Los ojos verdes perdieron la intensidad y el brillo hasta convertirse en dos cuencas negras. El pelaje del monstruo comenzó a ennegrecerse y su cuerpo se contrajo y transformó hasta retomar la forma humana de doctor, que quedó tendido en el suelo con un gran hueco en su costado, como si un cañón de luz le hubiera atravesado. Los ojos permanecieron negros y el cuerpo estaba pálido. 

-Tal vez Kewat tenía razón- rió el monstruo oscuro- lo destrozaste como a una cáscara de huevo. Sin embargo -siguió-, no te has deshecho de mí.

Comenzó a levantarse, extendió su puño y de él comenzó a caer un hilo de esa sustancia negra que se solidificó hasta formar una oz. Con pasos imponentes, Alek avanzó hasta donde había... caído junto con Cate. Miró hacia el cráter que había dejado y por su mirada descubrí que ella había logrado escapar.

-¿Listo para otro round contra mí?- me burlé.

-Esta vez no te subestimaré- amenazó.

-Eso espero- terminé.

Sentí un calor recorrer mi espalda: era mi ira contra aquel que me robó mi vida y me separó de mis padres. El calor se intensificó y comenzó a bajar por mi brazo derecho, materializándose como una cadena que llegaba al suelo y terminaba con una punta de flecha.

-Conque tienes nuevos juguetes, niñito- dijo Alek.

-¿Quieres probarlos?- le dije, desafiante.

Levantó su oz e intentó alcanzar mi abdomen con el filo del arma. Entonces hice un movimiento de lazo con la cadena y finalmente azoté contra el arma de mi contrincante. Mi cadena envolvió su oz y comencé a jalar con fuerza. Como el monstruo oponía resistencia, mi ira incrementó y mi cadena comenzó a encender su color hasta alcanzar un rojo vivo.

Eso sí pareció sorprender al monstruo oscuro, puesto que solamente soltó su arma, que cayó al suelo, aún envuelta en mi cadena. Conforme me acerqué a ella, comenzó a desintegrarse y a formar una pequeña nube de ceniza. Cuando estuve más cerca y Alek se vio acorralado, intentó correr por el pasillo, pero encontró a Cate, con sus sombras en sus antebrazos y manos. 

Ambos nos acercamos poco a poco hasta él, quien no hizo más sino bajar la cabeza y aceptar la derrota.

-Ese otro doctor, ¿ha llamado a otros? - comenzó Cate.

-No te diré nada- finalizó el monstruo.

-Oh, querido, eso eso es justo lo que harás- dijo ella justo cuando sus ojos comenzaron a brillar de un color morado metálico.

La lucha interna de Alek fue evidente, pero al final terminó cediendo ante la señorita Fox. 

-No lograrán escapar.-rió.

-La fuga de hoy, ¿fue Cate?- intervine, ella quedó perpleja ante mi pregunta.

-Oh, sabandija- exclamó con asco- sabía que estabas por allí desde que escapaste, pero no que me espiabas... 

-¿FUE CATE?- dije, levantando mi cadena y acercándola a él.

-No, Zed Miller. La fuga de hoy fue otro chico. Asumo que ya lo habrán capturado... Debía de tener unos 20 años y sus poderes nunca alcanzarían sus magnitudes- dijo, mirándonos- a menos que portara el mapeador. Le dije a Kewat que esos estúpidos brazaletes solamente les ayudaban a canalizar sus poderes, pero ella creyó oportuno estudiarlos y contenerlos para sintetizar un suero que otorgara a su maestro todos los poderes existentes en las nuevas generaciones de muertos.

-¿Muertos?- dijo Cate, confundida.

-Tú no lo recuerdas, pero Zed sabe de qué hablo- se giró hacia mí.- Sé que escuchabas a la enfermera que te inyectaba el sedante cada noche. Lo dijiste en sueños cuando te trajimos- se burló.

-No entiendo nada, Zed- me dijo Cate.

-Han sido extraídos de sus vidas, señorita Fox. Los han matado a todos ustedes- explicó Alek.

 -¿Quién controla estas instalaciones?- indagué.

-El maestro supremo- dijo, como si fuera obvio-, nuestro origen ancestral. Y pronto volverá a reinar.

Entonces, escuché pasos en los corredores. Tomé a Cate del brazo en donde tenía el mapeador y comencé a correr, buscando una salida. Tyler había logrado alertar a los demás... Y fuera lo que fueran, no podían ser nada bueno.


La orden secretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora