C a p i t u l o 2.

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Odio a Mackenzie Bradley.

La odio porque desde que llegue a casa después de la escuela, tuve que entrar a su perfil de la red social para poder seguir admirándola y admirando su belleza tan sencilla.

¿Por que me tiene que gustar tanto?

¿Por que ella?

Desearía poder disfrutar de mi vida como lo haría un chico normal de mi edad, sin tener en mi mente mortificándome por una chica a la cual yo no le intereso.

Me jode y a la vez me saca de quicio el hecho de que tengo la vida que cualquier chico quisiera tener, tengo a millones de chicas muriéndose por mi, y yo estoy obsesionado con ella.

Dicen que las obsesiones nunca son buenas, estoy consiente  de las consecuencias que trae estar obsesionado con Mackenzie Bradley, pero no puedo evitar no estarlo, es que es tan jodida mente perfecta.

La odio.

Créanme que he intentado dejar que mis sentimientos por ella se vayan, he intentado ignorarla, he intentado darme por vencido a qué nunca llegaremos a interactuar juntos o que nunca podré presentarle como mi novia, a entender que ella ahora está con alguien más que se ve realmente enamorada.

Pero es que simplemente no puedo.

No puedo sacarme de mi mente su sonrisa con sus dientes perfectos, sus distintas expresiones o cuando la veo desesperada al darse cuenta de que saca una C en sus trabajos de artes, porque he visto que la creatividad no se le da nada bien.

—Blake, ayuda a tu hermano con su tarea de matemáticas, se le dificultan mucho.—La voz de mamá hizo que restregara mis ojos sacándome de mi burbuja estupida y regresándome de nuevo a mi hogar, quien mamá estaba en su laptop y mi hermano Cecric estaba con el ceño fruncido mirando con odio la libreta donde venían los ejercicios de matemáticas.

Puse los ojos en blanco. —mamá, él debe aprender a hacer su tarea solo así como yo lo hice.

Mamá quito su vista de laptop y me miró mal. —Tu padre y yo te ayudábamos cuando necesitabas ayuda, Blake.

—Mentira. —susurre, que no fue del todo un susurro si mamá lo escucho. Me miró con los ojos entrecerrados y poniendo su cara que hace que me asuste, me rendí. —Bien, lo ayudaré con sus deberes.

Me paré del sofá y me dirigí a la silla de al lado de donde estaba Cedric con muy mala cara, siempre me obligaban a ayudarlo con la excusa de "eres el hermano mayor" ¿eso que mierda tiene que ver que mis padres me hayan hecho primero que Ced?

Estuve ayudando a Cedric con sus ejercicios por más de media hora, porque el genio no entendía en cuanto pedazos tenía que dividir el maldito pastel si le decía un cuarto.

Terminamos en el mismo instante en el que el timbre de la puerta principal sonó, y como Celia no trabajaba hoy, tuve que ir yo, aparte ya sabía quien era.

Al abrir me encontré con espinilla con su ropa deportiva, su cabello lacio atado en una coleta alta y su sonrisa de siempre en su rostro. Casi todos los días ella y yo vamos a correr, hacemos ejercicio juntos. Es divertido, aparte es una buena estrategia para salir de casa cuando mamá está aquí y Cedric tiene mucha tarea.

Mi mamá está más acostumbrada a ver a espinilla que a mi.

Al ver que abrí yo, quito su sonrisa y puso su cara aburrida de siempre. Bufé.

Verla con esos pantalones elásticos haciéndole marcar su pequeño trasero, su cadera y el crop top que cubria sus senos, me hizo pensar en la vez pasada cuando me la folle en el baño.

Sentimientos ocultos.Where stories live. Discover now