C a p i t u l o 3.

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Después de la cabalgata con espinilla, ambos nos vestimos y ahora si me coloqué la ropa deportiva sin penetrar a Amy. Espinilla se volvió a colocar su sexi ropa deportiva haciendo de nuevo que no pueda quitarle la vista en su abdomen y a su trasero.

—Acabas de follarme como quisiste, por lo menos deja de babear al verme.

Me cachaste, querida Amy.

Comencé a reírme y apreté mi mandíbula mientras ella se metía una goma de marcar a su boca divertidamente.

—No es mi culpa que vengas a mi casa con ropa según deportiva realmente sexi que me hace querer follarte a toda hora. —Le dije haciéndola poner roja de nuevo. Al final ambos bajamos las escaleras encontrándonos a mamá preparando una ensalada. Como lo estuvimos haciendo en una posición realmente excitante, ambos terminamos rápido. Mamá nos miró con el ceño fruncido al vernos.

—Pensé que solo iban a buscar algo allá arriba. —dijo mi mamá juntando las cejas. Iba a responderle pero espinilla se adelantó.

—A Blake se le olvido que parte del trabajo de química le había tocado, así que le dije y aprovechamos y buscamos la información, señora Evans.—dijo una sonriente espinilla. Después del tiempo y excusas seguidamente, aprendió a mentir. Y parece servir, pues mamá se lo creyó rotundamente y volvió a sonreírle a Amy.

—Si no fuera por ti estoy segura de que Blake reprobaría.—se acercó a Amy y la abrazo por los hombros.

—¡Hey!—me queje por dar a entender que era un idiota—No me quemes frente a espinilla mamá. Y tu espinilla —le dirigí mi vista a ella—vamos a correr.

Ella asintió y se despidió de mamá, aquí como estamos en septiembre, hay calor. Así que no había preocupación de que entre más oscuro más fresco esta el clima.

Salimos y primero como toda buena rutina, comenzamos a trotar. Aún no anochecía, estaba un atardecer.

—Tu mamá me adora. —dijo ella sonriendo.

Puse los ojos en blanco. —Lamentablemente tienes razón, Espinilla, mamá te adora y me pregunto porque.

—Quizá porque piensa que te ayudó con las materias.—Respondió mientras comenzábamos a aumentar la velocidad. Íbamos derecho, porque como en unas veinte cuadras había un parque. Ahí era nuestro punto de parada.

—Y no sabe qué tú solo me llevaste por el camino del mal, antes era virgen, y por tu culpa no lo soy más espinilla. —Le dije divertidamente. Escuche su risa boba y santurrona de siempre.

—Fue tu culpa que yo haya perdido mi virginidad también.

Me eché a reír. —Ya quisieras tu, tu me violaste ese día.

—¿Por que hablamos de sexo?

—Es imposible no hablar de sexo contigo con esa ropa, espinilla.

Volví a escuchar su risa y corrimos por unos veinticinco minutos más. Aún no llegábamos al parque, pero no estábamos cansados. Cuando uno de los dos se daba cuenta de que uno y se estaba cansando, disminuimos la velocidad. No estábamos cansados pero sí sudados.

—Christofer Mitchell me invitó a salir el viernes. —soltó espinilla, haciendo que la mirada de reojo. Sus cabellos rebeldes se pegaban en su frente debido al sudor.

Puse los ojos en blanco. —El es un idiota, espinilla.

Ella abrió la boca, ofendida. Aunque sabía que era en modo de sarcasmo. —No seas cruel con el, es muy guapo y divertido.

—Yo soy guapo y más divertido, te convengo. —ella se detuvo en seco y me miró con cara incrédula.

—Tu eres un idiota. Y él lo es pero es muy encantador. —dijo volviendo a correr conmigo.

Sentimientos ocultos.Where stories live. Discover now