Capítulo 3

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Entró en su habitación deprimida y sin ganas, logró evitar a sus padres en la panadería así que no tuvo que inventar mentiras innecesarias.

Tiró su bolso con Tikki dentro sobre el sofá y se sentó en la silla del escritorio. Prendió el computador y vio la imagen del joven Agreste, abrió su archivo de fotos y la cambió por una de ella junto a Alya.

Tikki no quería salir del bolsito, estaba asustada de decir algo y terminar de ensombrecer el corazón de su portadora. Le preocupaba enormemente su estado de ánimo, no imaginó que esa noticia podía afectarla tanto. Su aura se estaba tornando oscura y eso la hacía un blanco fácil para un akuma.

Cuando estaba cayendo el sol la chica salió a su balcón para ver el atardecer y despejar un poco su mente, pero no contaba con la visita del origen de sus problemas.

- Oye, ¿te encuentras bien?

Marinette se giró despacio hasta ver al super héroe parado justo detrás de ella. Se limpió las lágrimas con rapidez y miró el suelo. No era capaz de mirarlo a los ojos y fingir una sonrisa, ya no tenía el coraje para aparentar estar bien.

- Marinette... - el chico tomó con delicadeza el mentón de la joven y lo levantó con cuidado pero ella rehuía su mirada, así que sin más remedio se agachó a su altura, para encontrarse con unos ojos azules profundos que lo miraban avergonzados - Mari, por favor dime qué pasó, ¿el akumatizado te hizo daño? ¿Hay algo que pueda hacer por ti?

Ella tomó la mano de él y la retiró despacio.

- No te preocupes, no me ha pasado nada.

- Eso no es cierto, se nota que has llorado por horas, ¿qué sucedió? ¿quién te hace llorar así? ¿o es algo que te molesta? No dejaré de preguntar hasta que me digas qué es lo que te ocurre.

- Solo... descubrí que alguien no es como yo creía. No es más.

- ¿A qué te refieres?

- Digamos que descubrí que lo que sentía por una persona es imposible porque es tan solo una vil mentira.

El chico la miró a los ojos por un rato, ¿sus ojos siempre habían sido tan hermosos? Nunca se había detenido a admirar la belleza de su compañera. Su piel era muy blanca, tan suave como porcelana, ese delicado rubor en sus mejillas, y eso eran... ¿pecas? Y por favor, cómo pasar desapercibidos esos carnosos labios... ¿pero qué le ocurría? Únicamente tenía ojos para Ladybug, y hablando de eso, al parecer ella se puso celosa cuando estaba buscando a su compañera de clase, ¿ellas se conocían? No se dio cuenta de lo cerca que estaba al rostro de Marinette hasta que notó la respiración de ella chocando con su boca. ¿Se enojaría si la besaba? Al parecer si, corrió su rostro hacia un lado y se apoyo nuevamente sobre la baranda del balcón.

- Lo... lo siento, no sé por qué hice eso...

- No importa, lo importante es que no pasó.

¿Qué? Pero si él era Chat Noir, ¿cómo no quería besarlo? Cualquier chica de París quisiera tener esa pequeña oportunidad.

- ¿Te molesta que tenga ganas de besarte?

- ¿Por qué?

- ¿Por qué qué?

- ¿Por qué lo harías? ¿Por qué ahora? Ves que no estoy bien. Te dije que me encuentro decepcionada, me siento destruida, ¿al menos te gusto? - miró al chico y esperó a que dijera algo, cuando él bajó la mirada, continuó - Lo que menos necesito en este momento es que actúes por lástima...

- Espera ¿qué?

- Quiero que te vayas.

- Pero Marinette, yo no quería decir...

- Vete Chat Noir, necesito estar sola - se le cortó la voz mientras más lágrimas empezaban a salir de sus ojos, giró un su cabeza para mirarlo y cuando volvió a hablar era tan solo un susurro- por favor, déjame sola.

Él la miró y sintió que dejarla sola era darle la espalda a su primera amiga, pero no quería hacerla sentir peor de lo que ya se sentía y ser el causante del dolor de ella así que subió a la baranda y, antes de saltar al siguiente techo, le dio un largo beso en la frente.

Veía a su gatuno compañero alejarse y sentía sus mejillas arder. ¿Cómo podía ser capaz de hacer algo así? Estaba segura que si hubiera sido Ladybug la que estuviera en esa situación él actuaría completamente diferente.

Tikki daba vueltas por la habitación desesperada, se sentía impotente, cuando escuchó que el chico estaba hablando con ella esperaba que pudiera arreglar las cosas, pero definitivamente la situación se le había escapado de las manos. El aura de su portadora estaba completamente ensombrecida, era cuestión de tiempo que Hawkmoth la controlara. Algo en su interior le dijo que saliera con ella, y fue testigo de la entrada de la mariposa negra en algo que llevaba con ella.

- Marinette, ¡NO! ¡POR FAVOR ESCÚCHAME! ¡TÚ MEJOR QUE NADIE SABES QUE ESO NO ARREGLARÁ NADA!

La chica parecía absorta en sus pensamientos mientras lágrimas caían de sus ojos aunque sus ojos parecían muertos, sin vida. La pequeña criatura lloraba frente a su amiga, siendo testigo de uno de los actos más escalofriantes que había visto en los miles de años que llevaba como kwami.

Se abrazó a su nariz y con todo el dolor que le causaba ser espectadora de tal situación, se acercó a sus orejas.

- Lo lamento mucho, Marinette.

Tomó ambos pendientes y se perdió en la noche cuando escuchó la voz de la joven decir:

- Cuenta con ello, Hawkmoth.

Secretos mortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora