Capítulo 4

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Sólo una vez había visto a una Ladybug ser cómplice de un villano, porque no siempre el miraculous de la mariposa fue usado para el mal, pero esa vez su portadora estaba tan destrozada y confundida que había sido un blanco muy fácil. Volaba aterrada por las calles de París sin saber bien qué hacer, no podía ir sola a ver al maestro Fu, su casa quedaba lejos y no tenía suficiente energía para llegar. Su única opción por ahora era encontrar a Plagg.  

Llegó a casa de Adrien pasada la media noche, el chico estaba durmiendo y su compañero, que había sentido su cercanía, la esperaba sentado en el sofá donde no podían ser vistos por el modelo si llegaba a despertarse. Tikki entró por la ventana que Plagg había abierto para ella y dejó los pendientes sobre el escritorio antes de reunirse con él. 

El kwami la miró a los ojos con tristeza, veía el dolor que ella cargaba y entendía el miedo que sentía: hace 700 años su portadora había sido asesinada por un portador de miraculous irresponsable, lo mismo que estaba haciendo Hawkmoth.

Plagg sabía por su compañera que Marinette era la portadora que más había estimado en toda su vida, hasta ahora era la mejor Ladybug y su mejor amiga. Significaba para ella lo mismo que Adrien para él. Necesitaba ayudarla. No solo por ella, sino por el amor platónico de su mejor amigo.

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Adrien se despertó preocupado. No había podido dormir bien por las pesadillas en las que él era protagonista y veía a Marinette huir mirándolo llena de desdén. Corría tras ella gritando su nombre y ella se alejaba cada vez más, para terminar en una oscuridad absoluta y unos ojos púrpura y una sonrisa seductora hacían que el miedo y la ansiedad lo acosaran en su sueño.

Plagg estaba sentado en el marco de la ventana pensativo, una actitud para nada normal en él. 

- Plagg, ¿estás bien?

El gatito se giró rápidamente disimulando su molestia.

- Niño, no te escuché levantarte

- Plagg ¿seguro no te pasa nada? Siempre me levantas para que te de comida, esto no es normal

- Tranquilo Adrien, no me pasa nada grave, solo estaba pensando en lo que pasó ayer con tu compañera.

El chico bajó su mirada cansada hacia sus manos. No había podido dejar de pensar en la atracción que sintió hacia los labios de la chica, estaba actuando por impulso y eso lo asustaba.

Estaba completamente seguro de su amor por Ladybug, no había otra chica para él, pero había algo en los ojos de Marinette que lo hechizaba, la vulnerabilidad que mostraba a sus ojos lo empujaba a acercarse a ella y protegerla del resto del mundo, aunque la noche anterior sintiera que él era la causa de su molestia y su dolor.

Se alistó rápidamente con esa idea dándole vueltas por la cabeza, le dio su queso a Plagg y salió hacia la escuela. Se bajó del auto decaído, no quería ver a su compañera triste o enojada.

Cuando se fijó en lo que pasaba a su alrededor quedó atónito. Sus compañeros estaban como locos por alguna razón y eso era extraño si no se trataba de un akuma. Al parecer, una chica los tenía a todos completamente impactados por su espectacular belleza.

Se dirigió a su salón sin prestar mucha atención al asunto, sabía que ninguna chica llamaría su atención aparte de su Lady. No pudo acercarse a su asiento porque todos los varones de su curso rodeaban el puesto detrás del suyo, al parecer hablaban con una de sus compañeras, mientras que Chloe se limaba las uñas con fastidio y Lila miraba molesta desde el asiento de atrás. 

Por fin el timbre sonó y todos fueron a sentarse a regañadientes, dejando a la vista de Agreste una Marinette completamente diferente a la que conocía. 

Secretos mortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora