D O S

1M 102K 68.1K
                                    

Los días transcurren uno tras otro, el sol se cuela por mi ventana hasta que desaparece y es reemplazado por la luna; a veces los veo como si presionaran el botón de adelantar, todos tan iguales, tan simples

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Los días transcurren uno tras otro, el sol se cuela por mi ventana hasta que desaparece y es reemplazado por la luna; a veces los veo como si presionaran el botón de adelantar, todos tan iguales, tan simples. Me preparo para mi rutina nocturna, ya casi es hora del programa de radio de Kang, así que con palomitas y Coca-Cola en mano me dirijo a mi habitación. Mi pequeña burbuja se revienta cuando me encuentro a mi hermana de frente en el pasillo.

—¡Ah! Qué susto.

Kamila cruza sus brazos sobre su pecho. Sí, Kamila con K; mi madre amaba la letra K.

—Te he dicho que no comas esas cosas, no son saludables —me regaña, y noto la bata blanca doblada por la mitad en su brazo. Le dedico una sonrisa inmensa para endulzarla.

—Solo esta vez.

Ella entrecierra los ojos, provocando que se le formen pequeñas arrugas en la frente.

—Eso dijiste ayer.

—¿Tienes guardia hoy? —cambio de tema porque no me conviene.

—Sí, uno de mis pacientes... —se detiene un momento, siempre tan cuidadosa con sus palabras a mi alrededor— tuvo una recaída.

Recaída...

Eso es sinónimo de una variedad de malas situaciones en su profesión. Kamila se graduó en Psiquiatría hace cuatro años y quisiera decir que ha sido fácil para ella, pero no, ha sido agotador y desgarrador. Es la persona más fuerte que he conocido, y es gracias a eso que ha podido manejarlo tan bien. Creo que cada persona tiene un papel en este mundo, algunos lo encuentran y viven felices con su decisión, otros simplemente van con la corriente de la vida, se marchitan y mueren sin haber tenido un sueño, una meta o tan siquiera un propósito para su existencia. Antes de que todo cambiara, yo estaba llena de sueños y energía, quería comerme el mundo, alcanzar lo inalcanzable. Luego mamá enfermó. Y una cosa atrás la otra, destruyeron a esa jovencita soñadora, convirtiéndome en lo que soy ahora. 17 años de nada.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Kamila, mirándome con cuidado, analizando, siempre analizándome. No la culpo, es lo que ella hace.

—Estoy bien.

—¿Mareos? ¿Sueños vívidos?

Meneo la cabeza.

—Ningún efecto secundario esta vez.

Ella suspira con alivio.

—Si sientes lo más mínimo, debes decírmelo, Klara; los antidepresivos no son algo que debas tomar a la ligera. La confianza...

—Es lo más importante de todo —termino por ella—. Nunca te he mentido.

Y es la verdad; siempre he sido honesta con ella, solo no me gusta cuando se pone en modo doctora, tratándome como un paciente. Sí, que ella sea mi psiquiatra es un conflicto de intereses, ya que soy su hermana; pero cada paso en mi tratamiento es informado y monitoreado por otro psiquiatra, que maneja el caso en lo relativo al papeleo y me ve una vez al mes. Mi hermana solo se asegura de que siga el tratamiento bien y de cuidarme.

Sigue Mi Voz ✔️(En librerías)Where stories live. Discover now