Miedos

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Abrí los ojos con miedo mirando a mi alrededor buscando el inminente peligro. Un estruendo se escuchaba en el pasillo y eso obviamente había provocado que saliera del mundo de los sueños.
Segundos después la puerta se abrió de golpe y pude ver a mi madre estampando dos cacerolas de acero la una con la otra y a mi padre con un megáfono de procedencia desconocida.

-¡Es hora de levantarse! ¡Vamos pequeñas ratas! ¡Quiero a todo el mundo de pie preparando sus bolsas, nos vamos a la playa! -el gritó.

Escuché un gruñido a mi lado y giré mi cara para ver cómo Nick escondía la suya debajo de la almohada.

Entonces caí, el camino a la playa desde donde estábamos duraba tres horas y si querían llegar a tiempo tendríamos que salir muy pronto. Como una bala volví a girar mi cara buscando el despertador de mi hermano y esta vez yo fui la que soltó un gruñido; ¡Eran las siete de la mañana!

Me tumbé bruscamente y mi mellizo levanto un poco la almohada para que me refugiara con el en un vano intento de amortiguar el sonido.

Nick y yo nos habíamos quedado hasta las tres de la mañana viendo películas, lo que quería decir que solamente habíamos dormido cuatro horas.

****

Media hora después estábamos todos saliendo por la puerta de casa con cara de muertos. Menos yo, yo solo necesitaba un café y estaba como nueva. Esa era la ventaja de quedarme siempre leyendo hasta las dos de la mañana; ya me había acostumbrado a dormir una cantidad reducida de tiempo.

-¿Nos podéis explicar, que parte de vuestro cerebro se ha fundido para que penséis que despertarnos a las siete de la mañana en verano es una buena idea? -Andrea gruñó las palabras malhumorada a la vez que se sentaba en el suelo y apoyaba la cabeza en las piernas de Ethan, que estaba de pie a su lado. Ella era una de las que peor llevaban el madrugar.

-La señora Johnson quería compensarnos el hecho de no haber podido terminar la cena el otro día, así que nos ha invitado a las dos familias a pasar el día en su barco. -mi padre explicó mientras ayudaba a mi madre a meter las bolsas en los maleteros.

Esto podía acabar de dos formas. El incómodo ambiente en el que estaba mi familia, podía cambiar gracias a pasar un día en familia junto a los Riverwood, cosa que obviamente mi padre aprovecharía para "competir" y que haría que mis hermanos se olvidaran un momento de sus problemas. O, todo se podía poner más tenso y los Riverwood se enterarían de que tenemos problemas personales, lo que seguramente Thomas utilizaría para molestar a mi padre.

-¿Como vamos a caber las dos familias en un barco? -preguntó Crawford receloso.

-El solo hecho de que la señora Johnson tenga un barco y una mansión quiere decir que tiene suficiente dinero como para que el barco sea grande. -Andrea le contesto con obviedad a su mellizo. La tensión en sus miradas era bastante evidente, lo que me hacía preguntarme, como no me había dado cuenta antes.

Después de unos segundos en un silencio incómodo mi madre habló sin darse cuenta de lo que estaba pasando a su alrededor. -Todo el mundo a los coches, tenemos tres largas horas de viaje. Papa conduce uno. Jacob te toca conducir el otro.

A regañadientes Jacob se dirigió a un coche y los demás le seguimos.
Los más pequeños, Becky y Valeria fueron en el coche de mis padres. Los gemelos, Crawford, Andrea, Nick y yo fuimos con Jacob.
Mi mala suerte salió a la luz cuando me tocó en medio, teniendo a Nick a mi derecha y a Ethan a mi izquierda. Alec iba en asiento del copiloto y los mellizos iban atrás.

Guerra de FamiliasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora