Capítulo Cuatro.

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24 de diciembre de 2013.

Víspera de navidad, todos felices, menos yo.

Además de tener que soportar a Daniel y a su familia en mi casa, habría una calórica cena, a la cual, seguramente, me vería obligada a comer.

Estaba en mi habitación, arreglándome para ir a la iglesia, para volver luego a cenar.

Había estado como 1 hora buscando algo que ponerme, y la verdad, casi todo me quedaba grande u holgado, y no me agradaba tanto. Al fin encontré una falda color rojo que no me ponía hace siglos, era de cuando tenía más o menos 14 o 15 años, y era una tabla sin caderas.

Sorprendentemente, me quedaba.

Tome una blusa negra, y me puse una chaqueta de cuero negra, y botas negras, hasta que escuche el grito de mi padre diciendo que estábamos listos para salir.

Lo único bueno de esta navidad era que mi papá nos visitaba.

– ¡Ya bajo! –Grite mientras me ponía los aretes.

–Estamos en el auto. –Volvió a gritar.

Me mire al espejo, ya estaba maquillada, y lista. Solo lucia normal, no como esperaba.  Suspire cansada y baje corriendo las escaleras, mi papá estaba esperándome en la puerta principal

Al llegar abajo, sentí que todo se me daba vueltas, me sujete rápidamente de mi papá, el me agarro rápidamente.

–Hey, April, ¿Qué pasa? –Me pregunto preocupado.

Cerré los ojos unos segundos, esperando a que se pasara. Junto las princesas habíamos estado haciendo ayuno por 2 días antes de navidad, ya que obviamente casi ninguna se salvaría de la asquerosa cena. –Sí, estoy bien.

– ¿Segura? ¿Quieres quedarte en casa? –Me miro mal.

–No pa, vamos. –Dije saliendo de la casa, ya recuperada de uno de mis miles de mareos.

“Las princesas somos tan ligeras, que sentimos la rotación de la tierra, por eso nos mareamos”

(…)

Habíamos vuelto de la iglesia, la familia de Daniel y mis abuelos estaban en mi casa. Mi mamá con ayuda de la mamá de Daniel, y mi abuela terminaban de preparar la cena.

–Te ves preciosa. –Daniel susurro en mi oído. Me estremecí.

Le dedique una sonrisa.

– ¿Quieres hablar un rato afuera? Quiero respirar algo de aire fresco. –Me dijo.

–Sí claro, vamos. –Dije levantándome del cómodo sofá familiar.

Afuera estaba bastante frío, se suponía que caería nieve.  Daniel se sentó en la escalera de la entrada, yo me quede de pie frente a él.

Me observo detenidamente unos segundos.

–Te has pasado April, ya es mucho. –Me miro serio.

– ¿Qué? ¿De qué hablas? –Fruncí el ceño.

– ¿Cuántos kilos has perdido April? Ya es demasiado, debes parar. –Dijo algo enfadado.

–Hey detente, yo no estoy haciendo nada para bajar. –Mentí.

–Ah claro. –Dijo sarcástico. –Mírate, es solo…tienes que comer más, dejar de ejercitarte tanto, no lo sé. – Se levantó y quedo de pie en frente de mí.

–Sí, sí, cálmate Daniel. –Suspire.

–No me he preocupado de ti por esto del futbol y las finales. –Me miro. –No quiero que te enfermes ¿Sabes? –Bajo la mirada.

–No me estoy enfermando. –Puse mi fría mano en su majilla y la acaricie. –Daniel…estoy bien.

–Eso espero. –Ladeo la boca. Luego entramos, ya que la cena estaba lista.

Respire hondo, el plato estaba enfrente de mí. Una porción de pavo, puré de papas, ensalada de guisantes y otras ensaladas.

Unas 700 calorías. Pensé apenas vi ese plato. Con suerte como esa cantidad de calorías en un día.

Sentí que no podía negarme, se estaba haciendo todo bastante difícil, y las personas comenzaban a sospechar, tenía que comer.

Y entonces comencé a hacerlo, claro use algunas de las técnicas que me habían dado las princesas, como poner la comida en mis bolsillos, o masticarla y luego escupirla en una servilleta, aun así no me pude deshacer de toda la comida, y me vi obligada a comer lo que quedaba.

Esto, de seguro no sería bueno.

2 de enero de 2014.

–Anda, súbete. –Vania apunto la báscula que estaba en el piso.

–No lo sé, no creo que sea buena idea. –Dude. Sabía que no había bajado nada.

–Es normal que no hayas bajado, en estas fiestas es casi imposible. –Dijo.

– ¿Ves? Entonces para qué pesarnos ¿no?

–Ya súbete.

Respire hondo y me subí.

– ¡¿51?! ¿Me estas jodiendo April? ¡Has subido 1 kilo! –Grito Vania enfadada.

–Lo siento, no fue mi culpa. –Dije bajando entristecida de la bascula.

– ¿No lo es? ¡Claro que sí! Deberás bajarlos lo más pronto posible. –Dijo mientras guardaba la báscula.

– ¿Ayuno? –Pregunte de mala gana.

–Sí, es por tu culpa, no te quejes. –Me miro seria.

(…)

5 de enero de 2014.

Entre a mi habitación luego de hacer mi rutina de yoga, estaba cansada, mi estómago rugía y solo quería dormir.

Sentí un ruido debajo de mi cama, pero no le tome importancia ya que mi teléfono comenzó a vibrar.

“Vania” –Leí en la pantalla antes de contestar.

-llamada-

– ¿Hola? –hablé.

–Hola princesita, ¿Cómo va todo? –Vania respondió.

–Acabo de terminar de hacer yoga, y no he comido nada en 3 días, solo te, café y agua.

–De seguro ya perdiste ese maldito kilo, quizá dos.

–Eso espero, aunque siento que voy a morir en cualquier momento. –Dije sincera.

–Vale, mañana puedes comerte una sola manzana. –Remarco las palabras “una” y “sola”

–Bien, mañana entramos a clases, me servirá de algo.

–Sí, es por eso que puedes comerla. Bueno, ahora voy a trotar, nos vemos luego. –Cortó.

-fin de llamada-

Lance el teléfono a la cama, para luego lanzarme yo.

Tome la botella de agua que se encontraba allí y bebí grandes sorbos.

Otra vez ese ruido bajo la cama. Decidí ver que era, así que me pare y me agache para ver que había.

– ¡Ty! ¿Qué haces aquí? –Grite al verlo ahí abajo. -¿Eres estúpido? ¿Cuántas veces te he dicho que no entres a mi habitación? ¡Joder! –Comencé a decir cosas, estaba furiosa.

Él salió y me miraba, no decía ni una palabra.

Había escuchado todo.

– ¿Por qué haces eso April? –Pregunto inocente.

– ¿De qué hablas? –Hice como que no sabía a lo que se refería.

 –No comes.

 Lo mire mal, no sabía que responderle a un niño de 9 años, y lo peor de todo, alguien sabía mi secreto.

The Crown © (Anorexia)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن