Capítulo Cinco.

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Me quede tanto rato paralizada pensando en la respuesta que darle que luego de unos silenciosos minutos, me di cuenta de que se había ido.

–Mierda. –Susurre. Camine fuera de la habitación e intente divisarlo por el segundo piso. – ¿Ty? ¿Dónde estás? –Grite pero no hubo respuestas, baje corriendo las escaleras y lo vi sentado en la cocina.

–Ty ¿Por qué te fuiste así? –Le pregunte.

–No respondías, ¿Qué esperabas que hiciera? –Dijo mirándome.

–Ty…escucha. –Me senté junto a él. –No puedes decirle a nadie sobre lo que oíste.

– ¿Por qué? Te vas a enfermar. –Dijo serio. Vaya un niño de 9 años tenía más cerebro que yo.

–No me enfermare ¿Sí? Solo prométeme que no le dirás a nadie, ni a mamá, ni a James, absolutamente nadie.

–Está bien, lo prometo.

6 de enero de 2014.

– ¿Lista? – Vania me pregunto sonriente.

–Eso creo. –Le di una media sonrisa y me subí a la báscula.

– ¡49! ¡April son 3 kilos! –Vania grito y luego nos abrazamos, a pesar de estar arruinando mi vida –en ese momento no me daba cuenta- nos estábamos volviendo muy cercanas.

–Tu turno. –Dije algo más calmada.

Ella se subió y me sorprendí al ver esos números. 43 kilos.

–Ya casi. –Sonrió mirando los la báscula.

–Creí que tu meta era 45. –Dije seria, Vania realmente se estaba pasando del límite.

–Bajo a 40, era necesario.

En eso mi celular comienza a vibrar, ambas observamos la pantalla y decía “West”

– ¿Y eso? Creí que ya no hablabas con él. –Vania frunció el ceño.

–Es muy tierno, me sonríe todo el día. –Sonreí estúpidamente, olvidándome de que tenía un “novio”.

– ¿Te sonríe? Yo creo que se ríe de tu gordura.

 

 

14 de enero de 2014.

 

Estaba leyendo un libro en una banca de la escuela, pero no podía evitar mirar mi reflejo en la ventana que estaba muy cerca, sentía algo extraño.

Entonces alguien se sienta junto a mí…West.

–Hola April. –Me sonrió.

–Hola.

– ¿Qué lees? –Preguntó.

–Buscando a Alaska. –Respondí mientras cerraba mi libro.

–Te ves muy bonita. –Acomodo mi cabello y me sonrió nerviosamente.

 –West, por favor, no te burles de mí. –Trate de decirle amablemente.

– ¿Qué? ¿Burlarme? –Me miro extrañamente. –Digo la verdad, eres muy bonita, eres…como una reina.

Con esa palabra había colapsado. “Reina” retumbaba en mi cabeza.

–No West, no soy una reina. –Negué rápidamente con la cabeza.

Solo puede haber una reina, solo Ana es mi reina.

–No sé qué problema tienes, eres una de las chicas más bonitas de la escuela, hablo enserio, eres muy bonita, me encantaría que te vieras como yo te veo. –Comenzó. Algo cursi, pero tierno.

–West…basta. –Dije en voz baja.

Él no me hizo caso, comenzó a acercarse, quería besarme. Me iba a dejar, no quería negarme a ese beso, entonces vi mi reflejo en la ventana una vez más.

Todo se volvió diferente, mi imagen se distorsiono, mis huesos se transformaron en grasa. Todo lo que vi fue gordura.

Estaba impactada y aleje a West de golpe. –Hey ¿Qué pasa? –Me pregunto.

–No es nada, ya me voy. –Dije levantándome y el me agarro el brazo cuidadosamente.

–Espera April yo… Lo interrumpí.

– ¡Déjame de una vez! –Le grite y me dirigí al baño de la escuela.

***

–De repente me vi en el espejo…y no era yo. –Una lágrima se resbaló por mi mejilla.

– ¡Es que es eso! ¡Esa es una señal de nuestras reinas! –Vania dijo emocionada.

– ¡Esto no es asunto de estar flacas! ¿Qué no entiendes que West no me hablara nunca más? ¡Y todo por tu culpa! ¡Tú me dijiste que se burlaba de mi gordura!

–Mira, imprimí esto. –Me mostro una hoja. –Es una oración a Ana que alguien publicó en internet. –Vaya cambio de tema.

Observe la hoja, y recapacite. – ¡No me estas escuchando Vania!

– ¡Estas asustada April! –Grito enfadada y suspiro. –Pero a ver…Repite conmigo… –Levanto el papel. –Amada Ana. –Leyó.

–Amada Ana…-Repetí.

–Te ofrezco mi vida, mi corazón, y todas las funciones de mi cuerpo. Si te engaño, me arrodillare en mi baño, y meteré mis dedos muy al fondo de mi garganta, incluso si debo sacar sangre, y rezare por tu perdón. –Dijo leyendo detenidamente, parecía obsesionada, lo leía con admiración.

La mire mal, sabía que ella estaba aún peor que yo.

–Deberías detenerte. –Murmure.

– ¿Por qué? –Frunció el ceño.

–Te estas volviendo loca Vania, escúchate, mírate en el espejo. –Apunte con la mano.

–Ya déjalo April, nos vemos mañana. – Suspiro y salió de mi habitación.

The Crown © (Anorexia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora