Capítulo 14: Cosas del destino

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Aquella noche en la que se era la boda pero que había sido la pesadilla de todos por el regreso de Cordelia, por fin había terminado. Por la valentía de la princesa licántropa, la inteligencia de Reiji y el amor de Kanato por su novia, la desgraciada vampiresa dejó el mundo de nuevo sin ninguna otra cosa que la reviviera, además de que Ritcher ahora estaba muerto con ella por causa de los celos enfermizos de Raito.

La boda obviamente se tuvo que retrasar por lo sucedido, pero sirvió para que Drianna descansara lo suficiente para que estuviera lista de nuevo. La ceremonia se celebraría en dos noches para que ella repusiera sus energías por completo sin ninguna presión. Kanato se quedaba cuidándola como si ya estuvieran casados y parecía que todo era perfecto en la mansión, excepto por una cosa: Raito había caído en una depresión por la partida de Cordelia. Sentía como si se la hubieran arrebatado de sus brazos, hasta maldecía a Drianna por haberse apuñalado para querer matarla y también a Reiji por usar esa medicina. Nunca en su vida se había sentido tan mal y triste como ahora lo estaba, en realidad quería a su madre, pero viéndola como mujer, como una amante, algo muy enfermizo sin duda.

Después de una noche, Subaru, con el permiso de Kanato, buscó a Drianna. Una vez que la encontró, le explicó lo que ahora sabía respecto a que eran medios hermanos, parte de la misma madre pero no del mismo padre. La licántropa apenas y podía creer lo que el vampiro alvino le había dicho, pero sabía que él era el más civilizado y honesto de todos los hermanos por naturaleza, así que decidió creerle aunque le resultara muy difícil. Como prueba, Subaru llevó a su hermana hasta el jardín donde se encontraba una gran torre con rosas blancas plantadas a su lado. Drianna recordó aquel sueño en el que todos los vampiros eran niños y vio a Subaru siendo solo un pequeño con una daga en la mano mientras miraba la ventana de la torre donde se asomaba su madre, Christa, la rosa blanca. Los hermanos subieron hasta lo alto de la torre, llegando así a la habitación de la mujer. Lucía como un calabozo, pues a la mitad del cuarto estaba dividido por unas rejas, era una celda. Detrás de aquellas rejas habían pocos muebles dentro: una cama, unos cajones, una silla, un baúl y varios candelabros con velas encendidas. Entre ese lugar se vio una silueta femenina color blanco que volteó y reveló que era Christa.

-Madre...- murmuró el vampiro. Ella volteó y se acercó a las rejas lentamente, como si fuera una pobre alma en pena y habló. -Hijo... ¿Por fin vienes a matarme?- aquella pregunta que hizo la mujer, dejó perturbada a Drianna, se empezó a preguntar porque su madre tenía esa petición. Subaru solo frunció el ceño, pero se calmó y abrió la puerta de la celda. -No, no vengo a matarte. Sabes que no puedo hacerlo. Pero vine a presentarte alguien. Me siento tan culpable de no haber estado al pendiente de ti todo ese tiempo y empeoré las cosas...-

-¿De qué hablas Subaru?-

-Si hubiera estado al pendiente de ti, habría sabido... Habría sabido lo que te hicieron. Pero ¿Por qué no me dijiste que tuviste una hija?-

La mujer tras escuchar la pregunta, bajó la cabeza, demostrando su total tristeza al recordar como le habían arrancado a su hija recién nacida de sus brazos y empezó a llorar en silencio. Aunque su pequeña hija también fue producto de una despiadada violación, la quería mucho al igual que a su primer hijo. Pero Subaru la abrazó para consolarla, acto seguido, la miró y le limpió sus lágrimas. -Madre, ya no llores. Tu hija, mi media hermana, está aquí y viene a conocerte.- dijo el vampiro albino.

Christa pensó que su hijo bromeaba, pero entonces vio a la licántropa que estaba en su forma humana, el parecido entre ellas era simplemente impresionante. La vampiresa se sorprendió y se acercó a la chica para verla bien. Le acarició el rostro con una mano y supo que era su hija después de mirarla a los ojos. Drianna no pudo contener sus lágrimas al ver a Christa. -¿Mamá?... M-Me llamo Drianna... Mamá- murmuró, acto seguido, la abrazó y lloró como nunca lo había hecho, mientras que Christa la aferraba a ella. -Mi hija...-

Subaru al ver la escena, quedó muy conmovido. Lo que estaba viendo parado justo frente a él, era su familia, pequeña pero asegurada con amor. Él también se unió y abrazó a las dos mujeres albinas. Después de la visita de su madre, Subaru regresó a Drianna con su prometido para que descansara después de aquella experiencia tan conmovedora.

Ya cuando llegó la noche esperada, la noche de la boda, esta vez ya todo estaba tranquilo. Drianna deseaba que su madre fuera a la boda, pero su medio hermano le explicó la difícil situación por la que ella pasaba. Fue triste saberlo pero en su manada había un dicho: "Takbatec zisguet bre, nulemande steba mare", que significaba "Una pata rota, comprensivo el dolor".

De nuevo, las mucamas arreglaron a Drianna para la boda. El vestido negro estaba lavado, la rosa de terciopelo rojo que Karl Heinz le regaló estaba intacta a pesar de todo el embrollo que había pasado, todo era casi idéntico a la noche de la muerte de la vampiresa más despreciable y cruel que haya pisado el suelo de la gran casa de los Sakamaki. Como ya era de noche, era evidente que Drianna ya estaba transformada con sus irejas peludas, su cola, colmillos y garras. A la habitación entró un pequeño cachorro de lobo con una extraña joya en su hocico, lo que le dio curiosidad a la princesa y se hincó para acariciarlo y preguntarle que tenía ahí. El cachorrito le dijo que era un regalo de parte de toda la manada y también de su suegro, era un collar con un diamante exótico que tenía forma de colmillo. Karl Heinz lo había mandado a hacer porque esa joya es muy poderosa en manos de hombres lobo. En el pasado, él había conocido al poderoso rey de los licántropos con quien alguna vez estuvo peleado, pero con el tiempo, se volvió su amigo. El rey lobo le dio parte se su esencia porque sabía que la usaría para bien algún día, poco tiempo después, fue brutalmente asesinado sin ningún heredero, así que Karl Heinz guardó esa esencia si llegaba a encontrar al licántropo ideal que portaría una joya hecha con ese ingrediente y lo encontró: Drianna. Cuando el pequeño lobo terminó de contar lo que Karl le dijo, ella quedó impresionada y se puso el collar, cuyo diamante brilló unos instantes. La princesa no podía ser más feliz, se iba a casar con el vampiro que amaba y ahora había recibido un regalo especial que le daría poderes especiales.

Todos esperaron en la decorada entrada de la mansión donde se celebraría la ceremonia. Kanato estaba totalmente nervioso, acariciando a uno de los lobos cercanos para tratar de tranquilizarse. De solo pensar que en poco tiempo sería, no solo esposo, sino proximamente el líder de los Sakamaki y posiblemente padre, le ponía los nervios tan fríos por toda la emoción. La novia se paró al filo de la puerta para esperar a su suegro, quien subió las escaleras junto con dos lobos jovenes y caminó por el visible pasillo hasta llegar a ella. -Estoy orgulloso de ti Drianna. Es seguro que gracias a ti, habrá cambios de los buenos en esta casa y que tu y Kanato son el comienzo de la felicidad no sólo de ustedes mismos, sino de tus nuevos hermanos. ¿Estás lista?- dijo Karl Heinz estirando la mano hacia su nuera. -Si, lo estoy, no puedo esperar más- confesó Drianna con algo de nervios. El rey de los vampiros se acomodó a un lado de la hermosísima Drianna quien le tomo el brazo de su suegro para luego caminar junto a él hasta el altar. Detras se ella, los dos lobos tomaron la parte de atrás en sus hocicos para que no lo arrastrara. Ya al bajar, todos estaban preparados, esperando en el altar, en especial Kanato, quien se calmó y se emocionó de ver a su novia por fin. Una ves que llegaron, el novio le tomó la mano a Drianna , viendola con una dulce y tierna mirada. -Dri-chan, mi princesa, estas bellísima. Soy el chico más feliz y te amo. Quiero que estemos juntos para la eternidad-

La boda empezó justo después de eso, la cual era dirigida por el mismo Karl Heinz. Aquello fue una experiencia tan hermosa para todos. Se veía un futuro tan bello entre la pareja. La parte más emocionante de todas fue el momento en el que ambos tenían que decir "Acepto". Obviamente nadie se oponía al matrimonio, ni siquiera Raito que aún seguía deprimido y dolído por la pérdida de Cordelia. Simplemente no podía, a su rara vez, no tenía deseos de venganza contra Drianna, sólo dejó pasar todo sin dar una sola sonrisa. Una vez concluida la ceremonia, Kanato y Drianna porfin estaban felizmente casados y se retiraron a lo que ahora era el cuarto de ambos. Ahora se amaban más que antes.

Foe Lovers (Diabolik Fanfics de Romance) Vol. 1Where stories live. Discover now