Capítulo 2

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Hola, Bradford.

Después de casi cuatro horas en el camino, por fin divisamos una valla que decía "Bienvenidos a Bradford". Al leerlo, sentí un vuelco en el estómago. No sabía exactamente cómo sentirme en estos momentos.

Papá me dio una mirada de reojo antes de volver su vista a la carretera.

—¿Emocionada, cariño? —preguntó, luego de haber estado todo el camino en silencio. La verdad es que no tenía nada que decir, así que solo me encogí de hombros—. Está bien.

Miré por la ventana el paisaje boscoso, y después de unos segundos, apareció ante nuestra vista algunas casas. Pasamos por algunos comercios, antes de doblar la calle, y luego otra. Después de lo que parecieron siglos, al fin nos detuvimos al frente de una pequeña casa colonial. Muy pintoresca a decir verdad. El camión de mudanzas se detuvo justo detrás de la camioneta de papá.

Visualicé una pequeña silueta salir de la casa, una menuda mujer se acercaba a nosotros. Papá salió del auto y fue directo a abrazarla. Después de unos segundos, empezaron a hablar animadamente, mientras que los señores de la mudanza bajaban nuestras cosas. Analicé de nuevo a la mujer que hablaba muy sonriente con papá. Tenía un ligero aire familiar. Parecía ser de mi estatura, tenía la tez blanca y pelo castaño. A esta distancia, no podía ver muy bien el color de sus ojos, pero eran claros. Entonces, la mujer miró directamente hacia mí, y como si hubiera sido atrapada haciendo algo malo, me sonrojé y bajé la cabeza.

—Anna, ven a saludar —me llamó papá. Resignada, bajé de la camioneta y me acerqué a ellos.

Antes de poder decir cualquier cosa, la mujer me dio un gran abrazo de oso.

Miré algo sorprendida a mi papá, quien solo sonrió.

— ¡Oh, pequeña Anna! Como has crecido —me separó de ella y me sostuvo por los hombros. La miré a los ojos y finalmente comprobé que eran de color verde. No recordaba haberla visto nunca en mi vida. Ella notó mi confusión, así que se explicó—. Aún eras pequeña como para recordarme. Soy Julieth Collins, prima de tu papá, por lo que también prima tuya —dijo riendo—. La última vez que te vi tenías tres y luego fuimos a una presentación en la que participaste —no tenía idea a quién se refería cuando dijo "fuimos", pero no quería ser maleducada al interrumpirla para preguntarle.

Pero aun así tenía otra duda pero supongo que lo vio en mis ojos, ya sea por ser perspicaz o bien por lógica, porque antes de formular la pregunta, ya estaba respondiéndome.

—Espero que les guste la casa que Rob y yo les conseguimos. Está cerca de la nuestra, de la capilla y del centro del pueblo —asentí mirando de nuevo la que ahora sería mi casa.

—Es muy linda —le dije sonriendo educadamente.

—Bueno, vayamos a verla entonces —nos indicó el camino y pasamos con cuidado a los señores de mudanza para no interrumpir su trabajo de descarga.

Caminamos hacía el recibidor.

La casa por dentro era sencilla, aunque todavía no estaba amueblada y las cosas estaban esparcidas por el comedor. La cocina era pequeña, pero suficientemente cómoda para movernos. La sala era un poco más amplia, tenía unas ventanas grandes y una puerta que daba al jardín trasero. Pude ver que más allá del jardín se divisaba un pequeño bosque. En Boston nunca me vi rodeada de tantos árboles y plantas, a menos de que estuviera en un parque.

Esto era un verdadero cambio.

Julieth nos mostró las habitaciones que se encontraban en el piso de arriba. Había cuatro habitaciones, la principal con su propio baño sería para papá, yo tomaría la que estaba al final del pasillo junto al otro baño. Después de terminar el recorrido salimos al jardín delantero, mientras papá y Julieth se aislaban en una conversación del pasado. Observé a mi alrededor y noté que las casas eran similares entre sí, con el mismo estilo arquitectónico, habiendo espacio entre cada casa. No era como en Boston, donde los edificios estaban pegados. Se sentía raro estar al aire libre sin escuchar el constante ruido del tráfico y el ajetreo de las personas. Entonces, me di cuenta de que una Ranger Rover de color negro se había detenido delante de nosotros. Parecía del estilo de camionetas que usaría el servicio secreto, y no la de un chico con una sonrisa súper amistosa en su cara.

Sweet Peril. (The Sweet #1) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora