Capítulo 2

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—¿Alguna pregunta?

A la voz de Nerea la acompañó el eco de un museo que ya estaba casi vacío. El grupo con el que estaba era el último de ese día y, a pesar de estar cansada y de ser tarde, no tenía ganas de irse. Amaba su trabajo. No era lo que siempre había soñado, no estaba en ningún musical ni recorriendo teatros de todo el mundo pero, en un mundo realista, esto estaba más que bien. Tuvo que aprender sobre la antigüedad bastante rápido, pero mereció la pena. Incluso le acabó gustando. Y a los visitantes también les gustaba, era innovador el hecho de que para enseñar el museo y hablar de épocas lejanas cantara canciones. A veces cantaba sobre el Renacimiento, otras veces cantaba sobre la vida de las antiguas civilizaciones, otras veces sobre dinosaurios. Es lo que tenía trabajar en uno de los museos más importantes de España.

—¡Yo! —dijo alguien dentro del grupo.

Nerea dirigió la mirada hacia una niña de unos 6 años, que estaba levantando la mano con la que no estaba sujetando un peluche de un T-rex.

—Dime, cariño. —sonrió Nerea

—¿Es verdad que los dinosaurios se murieron por que chocó una piedra con la Tierra?

—Bueno, no se sabe con exactitud. Pero es una de las opciones.

—¿Y crees que a nosotros nos puede pasar eso? —preguntó la niña con miedo en la mirada.

—Ay, cielo, eso no se sabe. Pero estoy segura de que a ti no te va a pasar nada.

La niña sonrió y se abrazó a quienes Nerea dedujo que eran sus padres, dos chicos jóvenes, uno rubio y otro moreno, que la sonrieron. Ella sonrió de vuelta y volvió a mirar al grupo en conjunto, esperando alguna pregunta más. Parecía que nadie más tenía algo que preguntar, por lo que se limitó a despedirse con una canción que resumía el tour por el museo.

—Muchas gracias por venir. —dijo en cuanto acabó la canción

La gente la aplaudió y ella hizo reverencias, le encantaba sentirse así. Todos se fueron, pero uno de los chicos, el rubio, se quedó.

—Disculpa si la niña te ha molestado con lo del fin del mundo y tal, está obsesionada con ese tema. —le dijo

—Oh, no te preocupes. —sonrió Nerea— yo estoy aquí para responder todo. Y, oye, si la interesa tenemos actividades por las tardes para los niños, se lo suelen pasar muy bien y es barato.

—¿Sí? —preguntó sorprendido

—Sí, sí. —respondió ella mientras le extendía una tarjeta— Esta es mi tarjeta, me llamas y la apunto. Soy Nerea, por cierto.

—Ya veo, lo pone aquí. —dijo señalando la tarjeta— Yo soy Raoul

Se dieron dos besos y se dirigieron hacia la salida juntos, ya estaba a punto de cerrar el museo. Raoul le contó que él también cantaba, que no hacía grandes cosas pero que subía covers a YouTube, al igual que su novio. Nerea prometió que visitaría sus canales y se despidió de él, ya que debía ir a quitarse el uniforme y ponerse su ropa.

En cuanto salió del museo se dio cuenta de que era más tarde de lo que pensaba, así que rezó por llegar a tiempo al bus. Corrió hasta la parada y justo estaba el bus abriendo sus puertas. Pagó y se sentó, intentando no quedarse dormida.

Bajó unas paradas antes de su casa, como hace siempre, para ir a la cafetería. Sólo esperaba que siguiera abierta a esas horas, nunca se había alargado tanto su jornada.

—¿Mireya? —preguntó mientras abría la puerta.

—¡Nerea! —gritó su amiga mientras la abrazaba— Creí que no venías hoy.

—Pf, es que no veas, se alargaron todas las visitas. Te juro que pensé que no iba a salir de ahí.

—Bueno amiga, qué exagerada —dijo Mireya mientras lavaba unos vasos— ¿Has cenado?

—Qué va tía, no he podido.

—Te puedo servir garbanzo batío y aguacate que ha sobrado.

—¿En serio? Te lo agradecería de por vida.

Las dos amigas se contaron su día mientras cenaban juntas, hacía mucho que no hacían eso y lo echaban de menos. Sin darse cuenta estuvieron hablando hasta las 2am, por lo que se despidieron apresuradamente y dijeron lo típico de que tenían que quedar para cenar más a menudo.

Como ya no había buses, Nerea fue caminando hasta su casa. Tenía suerte de que fuera verano porque de no ser así, el frío que hace en ese pueblo es horroroso. El hecho de que fuera verano también tenía un contra: era imposible dormir. Se hizo una manzanilla, un tila, 20 infusiones más que no sabía si eran para dormir o para estar despierta 48h. Le dio la vuelta a la almohada para que estuviera por el lado frío, pero a los 5 segundos volvió a estar como antes.

Se rindió y se levantó, ya sabía que esa noche no iba a dormir. Entonces, se le ocurrió buscar en YouTube videos de los chicos del museo. Primero buscó al novio de Raoul. Algo de unas agonías, pero no encontró nada. Decidió buscar a Raoul, el cual tenía muchas covers subidas. Hizo click en una de 'million reasons' de Lady Gaga, y se le voló la peluca. Era impresionante.

Cuando acabó el video entró en instagram y se puso a mirar las stories. Llegó a las de Luis, su exnovio, que había subido fotos con una chica de pelo rizado que parecía una leona y con otras 2 chicas, que supuso que eran las amigas de la leona.

Cuando se quiso dar cuenta, eran las 8 de la mañana y tenía que ir a trabajar en una hora. Justo le llegó un mensaje de su jefa diciendo que tenían una visita de un colegio o no sé qué. Genial, avisando a tiempo. De puta madre.

Se vistió rápido y se maquilló, pero por alguna razón no conseguía verse bien. Al final se hizo el eyeliner, se pintó los labios y salió de casa.

No le dio importancia a arreglarse.

Tampoco es que fuera a conocer al amor de su vida ese mismo día.

Museo de nuestra historiaWhere stories live. Discover now