Capítulo 9

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Aitana parpadeó repetidas veces. ¿Su ex? ¿Cómo que su ex? ¿Qué hacía su ex ahí?

Mientras Nerea se acercaba a él, Aitana empezó a ponerse nerviosa. Lo había estado pasando genial con Nerea, y esa interrupción era algo totalmente innecesario. No pudo evitar alterarse.

Nerea y Luis, por su parte, parecía que se estaban poniendo al día:

-¿Qué tal?—preguntó él, distante.

—Bien, bien —sonrió ella, de la misma manera—. ¿Y tú?

Luis asintió, indicando que el también estaba bien.

Nerea se giró y le hizo un gesto a Aitana, para que se acercase. Quería presentarlos. La del flequillo dudó un rato, pero finalmente empezó a caminar hacia ellos.

—Hola— saludó con una sonrisa tímida, mirando hacia otro lado.

—Hola— sonrió Luis, mientras le daba dos besos.

—Bueno, bueno— dijo Nerea, que notaba la tensión— Esta es Aitana... es una amiga. Este es Luis, es mi ex. Nos llevamos bien, no te preocupes.

La rubia guiñó un ojo a Aitana.

—Bueno, se intenta —rió Luis— ¿Y tú qué tal? ¿Eres del pueblo?

-Sí, sí... —empezó a decir Aitana, con un tono de voz que hizo que los otros dos notaran las pocas ganas de entrar a esa conversación.

Se quedaron los tres esperando, nadie sabía a qué, si a que Aitana continuase hablando o a que alguno de los exs dijera algo más.

—¿Sabes qué? —preguntó finalmente Luis a Nerea, desviando la atención de Aitana y rompiendo el silencio que se había creado, lo cual hizo que ambas chicas se calmasen.

Nerea arqueó las cejas, esperando a ver qué cosa tenía que contarle.

—Conocí a unas chicas que te siguen en Instagram

Nerea parpadeó dos veces.

—Vaya, ¡qué cosas tan emocionantes te pasan!—los ojos de Nerea se abrieron mucho, fingiendo una cara de sorpresa digna de serie de dibujos animados.

Luis se rió ante su expresión, y Aitana esbozó una sonrisa.

—No, no. O sea, que les gusta las covers que subes a las historias.

—¿En serio?—el entusiasmo de Nerea se reflejó tanto en su voz como en su sonrisa de niña pequeña.

—Te lo juro. Y han venido al pueblo, una es de aquí de hecho. Dicen que les encantaría conocerte.

—¡Qué guay!

Ambos se abrazaron mientras sonreían, haciendo que Aitana se fuera alejando más de ellos, pasito a pasito. Se sentía realmente desplazada. Esto no escapó de los ojos de Nerea, que enseguida notó un pinchazo de culpa.

—Escucha Luis —comenzó a disculparse— Verás, ¿te importa que hablemos otro día? Es que... he venido aquí con ella y, bueno, no quiero tampoco dejarla sola.

La carita que puso Nerea tras decir esto podría confundirse totalmente con la que pone un niño pequeño que está pidiendo a su padre permiso para ir al parque. Luis sonrío, entendiendo por completo la situación.

—Anda, ve —le guiñó un ojo— Mañana mismo te mando el Instagram de estas chicas y hablas con ellas.

Se despidieron con otro abrazo, mucho más rápido que el anterior, y una sonrisa mientras agitaban la mano para decirse adiós.

Museo de nuestra historiaWhere stories live. Discover now