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P.O.V Zack

Cuando lo cerré, Sandra abrió la puerta y me miró con una sonrisa pícara.

-Me has pillado quitandome la ropa -tenía una toalla puesta.

-Lo siento, no era mi intención... -dije mientras me rascaba la nuca-. Solo quería ver lo que hacías.

-No pasa nada -se acercó y empezó a tocar mi pecho

-Bueno... me voy a ver la televisión -dije intentando alejarme de ella.

-No te vayas, hay algo que te tengo que dar.

-Después me lo das -dije en seguida.

-Venga Zack -suplicó-. Es algo importante.

-Vale -suspiré cansado.

Entre dentro de mi habitación. Me senté en la cama.

-¿Qué es lo que me dar?

-Nada

-Entonces ¿para qué entro?

-Quiero que me respondas algo.

-¿El qué? -fruncí el ceño.

-¿Te gustó verme semi-desnuda? -dijo con un tono sensual.

La miré con los ojos bien grandes. Me quedé con la boca abierta, no sabia que responderla. Lentamente se acerco hacia mi y se quedó encima mía. Me miró con una mirada picarona.

-No hace falta que me lo respondas, se que te encantó verme semi-desnuda -se mordió los labios-. Si quieres me quito la toalla así me podrás ver completamente desnuda.

-¿Qué? -pregunté nervioso.

-Se que aún me amas -sonrió-. Bésame Zack.

Estaba completamente rígido. Estaba muy mal lo que hacia, tenia que reaccionar.

-Para por favor -dije.

-¿Por qué? No se lo diré a tu novia.

-Lo digo enserio Sandra.

-Shh, solo será rápido -volvió a sonreír.

-Vale, tu me obligaste -le agarré del brazo y la empujé.

En seguida me levanté de la cama. Sandra me miró enojada.

-¡¡Me has hecho daño en el brazo imbécil!! -gritó enojada.

-Me da igual Sandra te lo dije con amabilidad, pero no me hiciste caso.

-Eres un estúpido. No sabes que no se pegan a las mujeres.

-Ni siquiera te pegado, no digas tonterías -rodé los ojos.

-¡¡Imbécil, te odio!! -espetó-. Sal de mi habitación.

-Te recuerdo que esta es mi habitación, estas aquí solo porqué no tenias ningún lugar que vivir -dije-. Tienes suerte que estas embarazada porque si no, ahora mismo estarías en la calle.

-Tampoco me importa si me hubieses echado -gruñó.

-Mentirosa, si qué te importaría -rodé los ojos -. No vuelvas hacer esto, y si lo haces, esta vez no pensaré dos veces en echarte -fulminé con la mirada.

Salí de la habitación y cerré la puerta con mucha fuerza. Me sentí culpable, tenía una novia y lo que acabé de hacer fue muy mal. No podía ocultar a Rebecca, se lo tenía que decir.

Enamorada De Un AcosadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora