Capitulo 38

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POV Flor
Mi cuerpo se encontraba en aquel asiento del taxi, pero mí mente se encontraba en otro lugar. En nuestro pasado. Aun no podía creerlo. Lloraba igual que una bebé y ni siquiera podía reconocer si era de emoción, de la más extrema felicidad que he sentido en mí vida o de impotencia, una rabia que estaba a punto de acabar con mí alma. Tenía a la persona que más he amado en la vida, la misma que desde hace años había dado por muerta después de una terrible catástrofe a mí lado por algún milagro de quien sabe quién y no podía hacer nada ya que ella no recordaba ni su nombre. Mucho menos a la que antes le entrego todo su amor.
Eran sobrehumanos los esfuerzos que hacía por no mirarla, no tocarla, tenerla aún lado y no abrazarla, ni írmele encima y besarla como si no hubiese mañana.
Ella fue todo él camino intentando hacer platica conmigo y yo me reserve a no mirarla y responder con un “si” o “no” según lo que preguntara. Aun quería gritar. Quería salir corriendo y gritar por la ciudad que la había encontrado, aunque, técnicamente, fue ella la que me encontró a mí.
Llegamos hasta su edificio y la seguí hasta que llegáramos a su apartamento.
—Bien... aquí es. Entra, ponte cómoda. —Explore con la mirada todo él lugar. Era sinceramente fantástico. Todo con un diseño profesional, muy elegante. Sea lo que sea que este haciendo ahora, se notaba que no le estaba yendo mal y eso me lleno de alegría por un instante.
Ella había estado sola en esta ciudad, pero nunca estuvo desamparada. —Te ofrezco... ¿algo de beber? ¿café ¿agua?
—¿No tienes mejor un poco de tequila?
—Increíble, justo en eso estaba pensando. Esto... ha sido una locura —Sonreí
—Voy y vengo con los tragos.
Era tan tierna, se comportaba mil veces más niña que antes. Incluso se parecía un poco a mí ahora. Ni 5 minutos pasaron cuando estaba de regreso con un par de vasos y una botella.
—Listo, ahora sí. Te lo pido, te lo suplico Flor, cuéntamelo todo.
—¿Qué es lo que quieres saber?
—No lo sé... simplemente todo.
—Sería imposible que relatara toda tu vida en una hora. Hagámoslo como un
juego de preguntas. Tu preguntas, yo contesto. ¿Bueno?
—Hmm... bueno.
—¿Y? ¿Qué quieres saber?
—Pues... para empezar... sencillo. ¿Quién soy? —Di un pesado suspiro y saqué él libro de mí bolso y se lo pase.
—Tu nombre es Jazmín Del Rio.
—Soy escritora entonces.
—Vas a serlo. De hecho, eres editora, una muy buena si me permites. —Ella sonrió —Este iba a ser, o más bien será tu primer libro. Era una de las mayores ambiciones que tenías.
Cuando viniste aquí viniste precisamente a patentarlo y dejar todo listo para la publicación, pero... algo salió mal.
—9/11
—Exacto.
—No recuerdo nada de ese día.
—Tienes suerte, yo lo viví en televisión y bueno... por teléfono y fue horrible.
—Odiaría que te rieras con lo que voy a preguntarte, pero... es de lo más sencillo de una persona y, yo no lo sé.
—No vine a reírme de vos, vine a ayudarte. Anda.
—¿Qué... Ahh yo... ¿Qué edad tengo?
Wow, nunca sabes que tan impactantes serán ese tipo de preguntas para vos hasta que estas en medio de la situación y te las mandan sin avisar.
—Naciste él 30 de Noviembre del 89.
—Ósea esos son...
—Si, 29 años.
—Que rayos... yo me calculaba 25 —No pude evitar sacar una enorme carcajada a su comentario
—Creo que tu estas bien excusada para quitarte edad, no te preocupes —Ella rio conmigo esta vez.
—¿Cómo nunca vi este libro antes?
—No está a la venta. No hasta dentro de una semana al menos. Vine desde hace unos días para... terminar lo que habías empezado tú y creí que nunca tendrías la oportunidad.
—¿Viniste a publicar mí libro?
—Así es. Tu editora llamo hace un mes y me dijo que entre todo él desorden y lo recuperado del atentado estaba tu libro y.… quería él permiso de aún con tu “muerte” poder publicarlo.
—Entonces... tu y yo éramos, somos bastante cercanas ¿no? —Ahh linda... si supieras.
—Ahh bueno, sí. Tu y yo éramos bastante cercanas. —Y en ese momento ella salto del sofá y me abrazo. Él primer abrazo que le daba después de 3 años de extrañarla. De 3 años sobreviviendo pensando lo peor.
—Me alegra al fin tener conmigo a alguien que me conoce. Que en serio me conoce.
—Me alegra estar aquí... contigo. —Nos separamos, a una velocidad que a
cualquiera frustraría.
—Has estado diciendo “vine”. ¿De dónde viniste?
—Oh, tu y yo somos de Buenos Aires.
—¿Qué? ¿Buenos Aires?
—Así es...
—Nunca he ido a Buenos Aires. No desde...
—Bueno, es un lugar hermoso. Digno de una persona hermosa. —Y entonces sonó él teléfono del departamento.
—Oh, lo siento. Debo contestar. No tardo.
Ella se fue a contestar y yo me quede sola en él living, explorando él lugar con la vista. Me serví un trago más de tequila, en verdad lo necesitaba. Me levanté y comencé a observar los cuadros en la pared y algunas fotografías que había en un par de muebles.
Seguía siendo la misma egocéntrica de siempre. La mayoría eran solo de ella. En una cuantas salía un chico con ella, pero en su mayoría era solo ella haciendo diferentes poses en diferentes lugares. En uno de los muebles al fondo había una gran colección de discos.
—Todos los de Bon Jovi, Aerosmith, clásicos y más clásicos. Rayos Jazmín, eres idéntica pero otra.
Después de recorrer un par de cosas ahí me asome en la terraza que tenía en él departamento. La vista era completamente hermosa. Mi nostalgia regreso cuando recordar la última vez que vi esta ciudad desde las alturas hace un par de años. Iba en un avión saliendo de la ciudad con él corazón y él alma completamente hechos pedazos. Y ahora, 3 años después la tenía aquí caminando como si nada por un apartamento gigante. Sin darme cuenta un par de lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas. Esta vez no había dudas de porque salían, cuál era él sentimiento que las impulsaba. Era felicidad. Estaba 100% segura que era felicidad.
Termine él tequila de un sorbo y entonces su voz apareció cerca de mis oídos una vez más.
—Lo siento, tenía que atender, era del trabajo y... ¿estás bien?
—Si —Dije secándome los ojos con las mangas de mí abrigo —Estoy bien.
—Nadie llorar por estar bien, Flor.
—¿Aun no lo entiendes no? —Ella me quedo mirando —Hasta hace menos de 2 horas tu no eras más que un recuerdo Jazmín. Un recuerdo que seguía vivo en mí día a día. En mí y en muchos más. Te buscamos hasta cansarnos, te dimos por muerta una vez que “terminamos”. Cielos, ni yo ni nadie esperaba verte de nuevo. Hay tantas personas en este momento en Buenos Aires haciendo su vida tal cual y como otros días y no se imaginan la noticia que les tengo. Estas bien. Estas aquí, conmigo, frente a mí dónde puedo verte. Eres real. Por dios, yo
sigo emocionada.
—Deje... ¿acaso deje mucha gente allá?
—Demasiada. Mierda no quiero pensar como se pondrán tus padres con esto.
Dejaste mucha gente destrozada en Buenos Aires, Jazmín. Tus papás... tu hermano... infinidad de amigos.
—¿Acaso... deje algún novio por allá? —Incomodo. Totalmente incómodo. Me
moría de ganas por saltar sobre ella y decirle que ¡sí! Pero no exactamente. Moría por decirle que me había dejado a mí. Alborotada con las planeaciones de una boda. Con un corazón hecho
añicos.
—Bueno...
—¿Sí?
—Es complicado. Veras... tu... —Y la puerta del lugar se abrió.
—¡Llegue!
—Oh... Flor, él es Octavio. Mi novio. —¿Qué? No. Esto si no. Esto si tenía que ser una jodida broma. Él tipo ni siquiera se veía agradable. Si, era guapo, muy guapo, pero no agradable.
Entro al departamento y me quedo mirando como queriendo correrme en él momento. Como si me conociera de toda la vida y lo única que haya hecho es aborrecerme.
—Mucho gusto —Él extendió su mano y por más que yo quisiera sacarlo a patadas del lugar tuve que tragarme las lágrimas y mostrar educación.
—Él gusto él mío. —Respondí a su apretón de manos.
—Amor... ella, me encontró él día de hoy y me conoce. En serio me conoce, ya sabes. Antes de todo esto. Ha estado diciéndome cosas increíbles. Ahora se mí nombre, apellido, fecha de nacimiento y querido, resulta que yo no soy de aquí, yo vivía en Buenos Aires y...
—Si si, que gusto. En serio me alegra amor, pero ¿crees que puedan hablar en otro momento? Tu y yo tenemos que ir a.… ya sabes.
—Oh... claro... pero Octavio, acabo de topármela cariño. Esto es... como un milagro.
Yo me había resignado a que nada como esto iba a pasar nunca y mírala. Aquí esta.
—Si si lo sé, pero... tu y yo tenemos un compromiso y francamente...
—No se preocupen —Por fin interrumpí la romántica conversación —Yo puedo volver después.
—¿Qué? No Flor, quédate.
—No, no. Es claro que tienen cosas que hacer y yo no quiero estropearlas.
—¿Cómo te veré de nuevo? —Pregunto con una cara llena de intriga. Metí la mano a mí bolso, Saque un block de notas y anote mí número.
—Toma. Este es mí número. Cualquier cosa que quieras saber y lo que quieras, llámame.
—No quiero llamarte. Quiero volver a verte Flor.
—Ok entonces... conserva él número por cualquier cosa y encuéntrame en la
cafetería de hoy, en avenue él lunes a las 11 am ¿está bien?
—¿Vives aquí? ¿No tienes que volver?
—Estaba pensando en quedarme una semana para checar con mis propios ojos todo él lanzamiento del libro, pero... ahora que te tengo aquí ya no sé cuánto tiempo me quedare.
—Oye... ¿crees que... pueda quedarme con él libro? Es increíble que haya escrito algo tan grande literalmente en otra vida y no me acuerde de nada. Quiero leerlo. Tal vez y con eso más recuerdos lleguen, no lo sé. —La mire. La mire a ella y enseguida a este tipo cara de neandertal que ahora era su pareja. Lo pensé, lo pensé muy bien y en 2 segundos la decisión estaba tomaba.
—No. Lo siento, pero... no es él momento. No estas lista.
—Pero Flor...
—No. No me harás cambiar de opinión. Vayamos por pasos ¿está bien? O acabaras sin entender tu propia vida. Hazme caso, lo leerás, pero no es él momento para hacerlo.
¿Confías en mí?
—Siento que... contigo no tendría por qué confiar en nadie más.
—Era increíble. Seguía siendo encantadora.—Me voy. Diviértanse.
Me despedí del tal Octavio y después de ella y nos dimos él abrazo más fuerte que nos hemos dado en la vida. Su aroma, su piel, su voz. Aun no podía creerlo. Ella estaba aquí. Ella estaba bien y una vez más la tenía entre mis brazos.
Salí del departamento y decidí caminar hasta él mío. Al dirigirme hacía ya no pude evitar que sus palabras retumbaran en mí mente una y otra vez.
“Él es Octavio, mí novio” él sueño se había vuelto pesadilla y todo en menos de 4 horas. Todo era tan confuso. Todo continuaba siendo tan irreal. No pude evitar llorar al imaginármela con él. Al imaginar que ahora él se aprovechaba de lo que alguna vez fue
completamente mío. Pero tampoco podía culparla de alguna manera. Dolía, dolía en él alma. Dolía demasiado. Pero no dolía tanto al compararlo con despertarme todos los días y atenerme a la idea de que ella ya no estaba más con nosotros. Por más que me matara la prefería mil veces más en otro brazo que lejos de mí, de eso no había duda. Ahora tenía más trabajo que hacer. Debía encontrar una manera pausada, calmada de explicarle todo lo que sucedió. Tenía que avisar en Buenos Aires que había encontrado a Jazmín.
Por dios su familia va a brincar de alegría con la noticia. Y, sobre todo, tenía que encontrar la manera de revelarle que tan cercanas éramos ella y yo.
De algo si estaba segura. Lo siento mucho Octavio, ya la perdí una vez. Y ahora que la vida me la regreso no pienso soltarla tan fácil. Como, no lo sé aún. Pero ella volvería a ser la de antes. Ella volvería estar conmigo.

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