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Giro su cabeza a lado izquierdo por segunda vez, esa habitación era diferente a todas las que había visto en aquel edificio, durante años había visitado el cuartel general y todos los edificios a los que su padre tenía que acudir, siempre había sabido que quería, desde niña supo que hacer el bien era algo que aún que no todo el tiempo estaba bien agradecido, quería hacerlo, su familia le había enseñado eso y su padre siendo general se había encargado de aportarle la valentía y seguridad que necesitaba en aquellos campos, por lo que en el momento de enlistarse lo hizo.

Con el tiempo su educación básica había sido remplazada por un diccionario, libros de instrucciones para pilotar y manejar armas, convivir con hombres se le había hecho tan normal, sus vestido fueron remplazados por playeras en color azul, sus pantalones entallados por pantalones con un millón de bolsillos, las horas de despertar hasta tarde se cambiaron por horas más temprano, prefirió una vida entregada a la milicia que una donde tuviera familia y un esposo amoroso. Era de mala educación bostezar en aquel lugar por lo que se guardó el gesto, tenía más de dos días sin dormir bien, había estado en tierra por más de dos horas y en aire por más de treinta cinco horas y en ningún momento dejo de pensar en lo que hacía, siempre era así, entregada a lo que estaba haciendo y aún que no lo hiciera, también, sus deberes eran proteger a un civil y ayudar en momentos difíciles.

—Nada que ver con la chica rebelde de preparatoria. —se enderezó e incluso abrió aún más los ojos al escucharlo, se suponía que era extraño que se encontrarán en sitios como ese, ella estaba ahí por órdenes de arriba, los generales estaban moviendo sus cartas nuevamente y aún que le costara, ella estaba entre esas.

—No, ella está en los Alpes Suizos con un moreno tomando vino tinto.— ánimo otra voz del lado del que provenía la otra, el equipo alfa de las fuerzas especiales jamás se cansaba de hacerle la vida imposible.

—Solo porque ella es de familia influyente no quiere decir que pueda salir a cualquier hora del cuartel ni de su refugio antipático. — canto otro del mismo lado, Siena pensó en que decirles, se había cansado de escuchar sus estupideces y había cambiado de parecer al estar en las fuerzas terrestres, por esa razón acudió a su padre.

De algo tenía que servir ser hija de un general, él rápidamente movió influencias y termino enlistada en la fuerza aérea, alejada del grupo alfa que se comía vivos a los nuevos y los que no merecían estar ahí, le había ido mejor en las fuerzas aéreas, había mejorado mucho y olvido lo que por ellos tuvo que pasar, tenía que asumir que ella era responsable de todo, la comida en mal estado, las armas descompuestas y hasta las camiones atascados con azúcar en la gasolina y aceite, pero alrededor de los alfa nada bueno pasaba, alejarse de ellos y de otras personas había resultado bueno, se había hecho diferente y aún que le costara, seguía trabajando en olvidar el amor que tuvo por un idiota.

—Dejen a la niña en paz. — esa voz, era del idiota que ella amaba, durante años no lo vio en persona, solo escuchaba de sus logros a través de compañero de las fuerzas, pero en esos años había reprimido correr detrás de él en busca de amor, después de todo habían estado bien mientras su equipo no se enterara de nada.

—Patrick, ella es amiga. Así que tranquilo. — dijo la única mujer en el equipo, si tan solo ella no hubiera hablado, Siena se hubiera abstenido de contestar.

—No tengo porque hacerles caso. Pero dado a que escuche la palabra amiga, es mejor aclarar.— giro su cabeza en dirección a ellos, justo del lado contrario a la que estaba, estaban ahí, de pie cómodamente recargados en la pared lateral al pasillo, vestían su uniforme arena con sus rangos por los hombros.

—La niña se defiende. ¡Ahora se defiende!— dijo uno de ellos de manera sorprendida y mirando a todos, Patrick, el idiota que amaba estaba viéndola serio, como si ella le debiera algo.

Fuerzas Especiales: Siena [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora