¿Por qué de repente parece tan molesto conmigo?Nos vemos a través del reflejo del espejo, compruebo una vez más que en su mirada hay un odio inconfundible hacia mí, y aunque no quiera, eso me hiere. Creo que su desprecio me duele incluso más que su indiferencia.
¿Qué le hice para que me odie de repente?
No importa, sea lo que sea, lo más seguro es que no pueda hacer nada para cambiarlo.
Tal vez, se dio cuenta de que estoy desarrollando una extraña atracción por él. Seguramente le repela.
Con la poca vergüenza que me queda, me doy media vuelta, solo para encontrarlo de frente. No resisto mirarlo a los ojos, pero debo ver hacia arriba para coger el celular.
—Gracias —tomo el aparato lo más rápido que puedo, y trato de hacerme a un lado para pasar.
Nicolás no me lo permite.
Vuelvo a esquivarlo, pensando que ha sido un accidente, pero de nuevo, me impide el paso con su cuerpo.
—Permiso —intento decir.
Nicolás me acorrala contra el mueble del lavabo. Casi inmovilizándome hasta que el golpe suena por todo el baño. Si quería evitar verlo a los ojos, ahora es en vano, su furiosa mirada se encuentra directamente con la mía, mientras apoya su frente en la mía.
—¿Qué es...? —tartamudeo— ¿Qué estás haciendo?
—Shh.
Por lo cerca que estamos, puedo darme cuenta que ha estado bebiendo, demasiado diría. Su aliento huele a menta, pero también a licor. Debería de asustarme, o por lo menos, parecerme desagradable, pero no de él.
—Te lo preguntaré una sola vez —murmura, con sus nudillos acariciando mi mejilla antes de inclinarse aún más sobre mí—, y respóndeme con la verdad.
Está tan cerca.
—Estás ebrio.
Aprieta mi cintura con firmeza, pega mi cuerpo al suyo hasta que ni un poquito de aire pasa entre nosotros. Se inclina sobre mi hasta que nuestros labios se rozan, e inmediatamente, hago mi rostro a un lado.
Se queja.
—Mírame cuando te hablo.
No debería, pero obedezco.
Nico afirma su agarre aún más para cargarme y dejarme sobre el mueble del lavabo. Acaba metiéndose entre mis piernas tan rápido que no puedo cerrarlas antes de que lo haga. Mi aliento cae sobre sus labios, mi piel se eriza con cada roce de sus manos.
Acaricia mi cabello, llevándolo detrás de mis orejas.
—La verdad, Miranda —me recuerda—. ¿Qué fue lo que vi hace un rato?
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Mi Cliché
Teen FictionMiranda ha estado lidiando con muchos problemas últimamente. Entre ellos, sus inseguridades respecto a su físico, y a su intelecto. Los pensamientos invasivos de que no es buena acaban torturándola día a día. En cambio, Nicolás es todo lo contrario...